EL MUSEO IMAGINARIO

La Torre de l'Aigua, en la Clota: historia de un acto de rebeldía

La periodista de Betevé Emma Quadrada nos descubre el emblema del barrio con más carácter de la ciudad

Quadrada, frente a la finca (privada) que alberga la Torre de l'Aigua, donde se cruzan las calles Puríssima y Lisboa.

Quadrada, frente a la finca (privada) que alberga la Torre de l'Aigua, donde se cruzan las calles Puríssima y Lisboa.

Imma Muñoz

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Cuando el próximo 18 de enero la periodista Emma Quadrada presente el 'Codi de barris' (en Betevé, los jueves a las 22.20 horas) número 73 podrá decir, sin exagerar un ápice, que ha puesto los pies (y la sonrisa radiante que siempre los guía) en todos los barrios de la ciudad.

Comenzará entonces una nueva etapa, centrada en la gestión cultural (ya anda barajando un proyecto, el festival LiterNatura), que tiene que llevarla a explorar nuevos caminos, como hizo el día que se adentró por uno que, más que por el espacio, parecía discurrir por el tiempo hasta una Barcelona que hacía mucho que había dejado de existir, pero que conservaba un destello en este barrio del distrito de Horta-Guinardóla Clota, lleno de historias que muestran el carácter de sus moradores.

¿Un ejemplo? La de la Torre de l'Aigua, construida en 1922, el lugar que Quadrada ha elegido como emblema de este «último reducto de lo que fue un día la ciudad» que le fascina. «Decían que la había edificado un vecino para su mujer, como acto de amor, pero la verdad es mucho más prosaica: resulta que el hombre tenía vistas al mar desde este terreno elevado, hasta que le plantaron un edificio que se las tapaba. Lejos de resignarse, construyó una edificación más alta que la que le habían puesto delante: esta torre. Y ese acto de rebeldía me encanta», cuenta.

BARRIO SUPERVIVIENTE

También la posibilidad de escapar de la ciudad sin salir de ella que ofrece el barrio, formado por casitas, caminos y huertos hasta los que no llega el fragor urbano. «Es la zona con menor densidad de población de Barcelona, con unos 600 empadronados. Pero no veas cómo la defienden»: sobrevivió a las grúas en la locura urbanística del 92, y, aunque hay terrenos edificables con proyectos en espera de tiempos mejores, su asociación de vecinos peleará para no perder la esencia. Que menudos son los galos.