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'El secreto de Marrowbone': crecer da mucho miedo

Estos son los referentes del 'thriller' 'El secreto de Marrowbone', primer filme como director de Sergio G. Sánchez

'El secreto de Marrowbone'

'El secreto de Marrowbone' / periodico

Nando Salvà

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Puede que Sergio G. Sánchez no sea especialmente conocido por el gran público, pero algunas de las películas españolas más taquilleras de los últimos tiempos -'El orfanato' (2007), 'Lo imposible' (2012)- son en parte responsabilidad suya. El guionista habitual de J. A. Bayona debuta ahora en la dirección de largometrajes con 'El secreto de Marrowbone', 'thriller' psicológico sobre cuatro hermanos que se refugian en un viejo caserón junto a su madre moribunda huyendo de un padre despiadado y un pasado oscuro.

La casa no tardará en llenarse de secretos que la cinta se toma su tiempo en resolver. En el proceso, Sánchez sigue ampliando su universo personal: 'El secreto de Marrowbone' maneja varias obsesiones que el asturiano ha ido revelando como guionista, en especial el modo en que niños y adolescentes recurren a la fantasía para explicar las incertidumbres de la vida y refugiarse de ellas.

Al ver la película resulta inevitable pensar en la ópera prima de Bayona, que aquí ejerce de productor ejecutivo. Pero no solo en ella. Después de todo, el subgénero al que pertenece no tiene un nombre específico pero debería tenerlo: niños abandonados a su suerte, a menudo en viviendas o instituciones educativas tétricas, para enfrentarse a los sinsabores de la vida y la muerte. ¿Qué otros títulos componen su código genético?


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A LAS NUEVE CADA NOCHE (1967)

Las semejanzas con la nueva película son obvias: tras la muerte de su madre, siete niños deciden enterrar el cuerpo en el jardín y comportarse como si nada hubiera pasado porque tienen miedo a ser enviados a un orfanato, Una vez solos, crean una sociedad en miniatura que emula el mundo de los adultos y que se ve amenazada cuando la indeseada irrupción de la figura paterna amenaza con romper el equilibrio que el grupo ha establecido. Ambas películas, asimismo, funcionan a la vez como cine de terror y como reflexiones sobre la represión.


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FLORES EN EL ÁTICO (1987)

Cuatro hermanos son encerrados en el ático de una lúgubre mansión, víctimas del desdén de su madre y los abusos de su abuela y abocados a la desesperación. A partir de esa premisa, esta adaptación de la novela homónima de V. C. Andrews tomó un miedo consustancial a la niñez (¿y si tus padres desaparecen y debes sobrevivir por ti mismo?) y lo vinculó a las hormonas imparables de la pubertad. Mucho de eso hay en la ópera prima de Sergio G. Sánchez, que también contempla los retos que los jóvenes afrontan a la hora de asumir el control de sus vidas.


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EL SEÑOR DE LAS MOSCAS (1963)

Basada en la célebre novela de William Golding, cuenta una historia que también está en el ADN de 'El secreto de Marrowbone': un avión cae en una isla remota en el medio del Pacífico, dejando como únicos supervivientes a un grupo de niños y preadolescentes. Los sistemas de comportamiento que se establecen en su seno para crear una sociedad potencialmente utópica y el irremediable fracaso de esos modelos convierten ambos filmes en meditaciones sobre la pérdida de la inocencia que la llegada de la adultez genera inevitablemente.


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EL ESPINAZO DEL DIABLO (2001)

Varios son los rasgos comunes entre el largometraje de Del Toro y la película que hoy se estrena. Mezclan suspense y melodrama, y una atmosférica melancolía envuelve el relato a medida que los estragos que las acciones de los adultos causan en los niños cobran forma. Son retratos de niños azotados por la sombra de la muerte, y por la presencia de figuras fantasmagóricas que quizá sean producto de su frágil imaginación... o quizá no. El mundo de los muertos, pues, arrojado al espacio físico o mental de los vivos.


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LOS OTROS (2001)

Uno de los referentes más obvios de 'El secreto de Marrowbone'. Retrata a una familia que se refugia frente al Mal en un aislado caserón, y descarta tanto el despliegue de efectos especiales como el festival de sustos para centrarse en crear una atmósfera inspirada en los relatos clásicos de terror gótico. En ese sentido, es vital la casa misma, que acoge fenómenos extraños que quizá están causados por la acción de una presencia sobrenatural. Ambos títulos apuestan por un acrobático giro final.


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PETER PAN (2003)

La mansión Marrowbone puede verse como una variación de Nunca Jamás, la isla donde nadie se hace mayor y en la que la adultez, encarnada por el Capitán Garfio, es sinónimo de crueldad. "No quiero crecer", proclama el más célebre personaje salido de la pluma de J. M. Barrie, y sus palabras no solo son un reflejo del miedo a las responsabilidades y el tedio que ese cambio vital conlleva, sino que también dotan a su infancia eterna de un aire trágico. 'Peter Pan' y 'El secreto de Marrowbone' entienden que no hay salida: ser un niño da miedo y ser adulto duele.


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NADIE SABE (2004)

"Cuando eres pequeño tienes más resistencia que la que Dios te otorgará en el futuro. El viento sopla y la lluvia es fría, pero los niños son firmes. Saben aguantar", afirmaba Lillian Gish al final de 'La noche del cazador' (1955). Y esa tesis es confirmada de forma conmovedora por los personajes de la obra maestra de Koreeda, crónica de un año largo y trágico en la vida de cuatro hermanos obligados a sobrevivir en un pequeño apartamento tras ser abandonados por su madre. De ese espíritu resiliente también se nutren los protagonistas de la nueva película.


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EL ORFANATO (2007)

El primer largo escrito por Sergio G. Sánchez y el primero que ha dirigido pueden considerarse obras complementarias. Las dos investigan el poder que los muertos tienen sobre los vivos, y en el proceso recurren más a la atmósfera y al ritmo narrativo que a estallidos de violencia o sustos resultones. Las dos están llenas de piruetas argumentales y tan plagadas de referentes que parecen álbumes de citas. Si la de Bayona hablaba de los miedos de los padres a perder a sus hijos, la de Sánchez habla del miedo de los niños a la orfandad.

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