FESTIVAL
El padrino Chucho Valdés
El pianista cubano vuelve con un nuevo espectáculo al Voll-Damm Festival de Jazz de Barcelona
Núria Martorell
Periodista
Núria Martorell
El vínculo emocional-familiar del cubano <strong>Chucho Valdés</strong> con Barcelona se ha ido afianzando desde que en el 2014 fue nombrado padrino del Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona, después de que el año anterior oficiara en la sala Barts un sentido homenaje a su añorado padre, el inmenso Bebo Valdés. También en la Barts, el pianista será el encargado de abrir la muestra el lunes. Y contará con un invitado que, precisamente, se le conoce como el padrino del jazz: el italoamericano de ascendencia siciliana <strong>Joe Lovano</strong>, uno de los grandes saxofonistas del género.
EXPLORAR NUEVOS SONIDOS
Los dos han sido galardonados con el Grammy, entre otros muchos reconocimientos. Y ahora, juntos, aúnan experiencias y sonoridades, elevando el jazz a la enésima potencia, gracias a la búsqueda compartida de nuevas fronteras. «Nuestra fusión incluye folclore e innovaciones. Hay composiciones de ambos. Y recreamos estándares, pero con arreglos muy diferentes. El resultado es muy contemporáneo», explica, orgulloso, Valdés, auténtica leyenda del jazz afrocubano y del latin jazz.
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La «historia de amor» que Chucho admite tener con Barcelona empezó a través de su padre, el primer músico que recibió la Medalla de Oro del Festival de Jazz de Barcelona, en el 2008. Cinco años antes, padre e hijo ya compartieron escenario invitados por la muestra. Y en el 2013 el propio Chucho recibió esta condecoración. El título de padrino le llena, dice, «de orgullo». «Es un gran honor porque es un festival con un espectro muy amplio, de larga duración, y por el que pasan los más grandes músicos del género».
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Su compromiso pasa por traer cada año un nuevo proyecto. Y el de esta edición ha querido coliderarlo con Lovano, al frente de un quinteto formado en exclusiva por músicos cubanos, dos colaboradores habituales de Chucho –el contrabajista Gastón Joya y el percusionista Yaroldi Abreu–, y el batería Francisco Mela, establecido en Nueva York y batería de referencia del saxofonista.
El imponente Chucho Valdés, de 1,94 de altura y 75 años de sabiduría acumulada, no podía escoger a mejor aliado. Lovano comenzó a grabar para el sello <strong>Blue Note</strong> en 1990 y ha editado con esta mítica discográfica más álbumes que ningún otro artista. El dato no es en vano: el concierto es también un homenaje a otro gran amigo de la muestra, Bruce Lundvall, el presidente de Blue Note y un diplomático en la sombra: organizó el Havana Jam, un intento de impulsar el deshielo entre EEUU y Cuba.
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