Menores captados por el yihadismo

La Guardia Civil avisa a los padres de niños que detecta en proceso de radicalización terrorista

Ante un delito del ámbito del terrorismo, el Código Penal trata de forma diferente al menor y al adulto, suponiendo diferentes niveles de responsabilidad

Detención en Madrid de un yihadista adoctrinador de menores en diciembre de 2023.

Detención en Madrid de un yihadista adoctrinador de menores en diciembre de 2023. / GC

Juan José Fernández

Juan José Fernández

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Cambio de procedimiento. La Guardia Civil está empleando una nueva política de prevención en sus investigaciones de la radicalización terrorista y la recluta de cachorros para la yihad: cuando detecta a un menor que se está metiendo en ese camino, visitar a los padres e informarles para que lo corrijan, antes que esperar a que el caso se agrave y acabe en una vía penal.

Los expertos en lucha antiterrorista de la Jefatura de Información del instituto armado han tomado esta decisión después de observar cómo se repiten dos fenómenos: por un lado, la sorpresa mayúscula de los padres, que no suelen saber nada de las secretas andanzas digitales del hijo hasta que las Fuerzas de Seguridad se presentan un día en la casa para llevárselo detenido y abortar los planes de un atentado.

Por otro, el escaso éxito en el plano de la reinserción que se ha venido comprobando en el catálogo de penas que el Ordenamiento Jurídico reserva para los más jóvenes prosélitos que capta en internet el integrismo islamista violento.

“Salen peores”

Ante un delito del ámbito del terrorismo, el Código Penal trata de forma diferente al menor y al adulto, suponiendo diferentes niveles de responsabilidad. Tras las operaciones policiales antiyihadistas en que se ve implicado un actor de menos de 18 años, los tribunales de menores suelen imponer penas de entre uno y tres años de internamiento en lo que en materia penitenciaria llaman Centro de Reeducación y Reinserción del Menor Infractor, instituciones comúnmente regidas por las comunidades autónomas.

Es la medida que se desprende del artículo 577 del Código Penal, que contempla los delitos de adoctrinamiento violento y enseñanza de tácticas para cometer ataques.

A menudo, cuando un menor yihadista es capturado por las Fuerzas de Seguridad, sus padres desconocían qué consumía en internet

José Luis Roca

El castigo habitual para adolescentes propagandistas o que se autocapacitan para atentar, de uno a tres años en uno de esos reformatorios y acaso hasta otros tres años de libertad vigilada, no suele apartar al pequeño fanático de su camino. “No da tiempo a desradicalizarlos, suelen salir peores de lo que entraron”, lamenta un especialista conocedor del terrorismo islamista en la Guardia Civil.

Seguir después las actividades del delincuente no reinsertado, volver a buscarle en el ciberespacio, monitorear lo que hace, multiplica el trabajo de los investigadores.

"Se les viene el mundo encima"

Sometidos a su trabajo diario, sus cotidianas preocupaciones, no imaginaban los padres de un chaval de 16 años detenido hace un año en Sitges (Barcelona) que su silencioso hijo, mientras tapeaba sin parar en el móvil en su habitación, o sentado con ellos en el sofá del cuarto de estar, se había convertido al Islam, se había hecho integrista después, admirador del yihadismo checheno, estaba administrando 19 correos electrónicos y hasta 36 cuentas en una decena de redes sociales y guardaba miles de imágenes de atentados y guerra.

“La sorpresa que se llevan los padres la mayoría de las veces es tremenda. Suele ser gente que no tiene nada que ver con fanatismos ni terroristas, que ni imaginan las técnicas digitales que sí maneja, y mucho, su hijo y su pandilla de amigos; solo saben que usa mucho el ordenador…”, relata un miembro de la unidad de vigilancia en redes de la Jefatura de Información de la Guardia Civil.

“Cuando el muchacho es detenido y ven en lo que andaba, muchas veces a los padres se les viene el mundo encima”, recalca un oficial superior de esas unidades. A menudo se ha preguntado este experto qué habría sido del pequeño terrorista detenido que lleva ante el juez si sus padres hubieran podido corregirlo antes.

Los guardias civiles han optado por hacer lo que hasta el momento no hacen ni X, ni Telegram, ni Instagram, ni Tiktok, ni Discord ni ninguna otra red social: alertar a los adultos de quienes depende el menor, informarles de qué material tóxico está consumiendo. Si el caso que están persiguiendo los investigadores no implica un estado de maduración grave, ni está relacionado con preparativos de un atentado, ni supone aún un punto de no retorno con peligro para las vidas de ciudadanos, convocan a los padres, se sientan con ellos y... “Hola. Tenemos que contarles en qué anda metido su hijo…”

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