Del Estado de Derecho al Estado Judicial (IX)

La 'pinza' de Margarita Robles y el vocal José Antonio Montero apretó para hacer presidenta del Supremo y del CGPJ a Isabel Perelló

Las gestiones de la ministra de Defensa, antigua magistrada de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, y el magistrado conservador y vocal José Antonio Montero, lograron los dos votos (Sumar) para acabar con Pilar Teso -la “candidata de Bolaños”, según la derecha- y encumbrar a una magistrada que no cumplía el requisito mínimo: ser candidata

Los vocales conservadores abortan con el apoyo de Sumar la presidencia de Teso y colocan a "su progresista" Isabel Perelló al frente del Poder Judicial

¿Apoya González Pons el bloqueo a la elección para la presidencia del CGPJ o se desmarca?

La estrategia mediático-judicial de 'sanchificar' a la jueza Pilar Teso para abortar su presidencia del CGPJ

Isabel Perelló.

Isabel Perelló.

Ernesto Ekaizer

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Todos exhiben su victoria con la elección de la magistrada de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, Isabel Perelló. Desde Pedro Sánchez, Félix Bolaños y Yolanda Díaz, hasta la asociación progresista Juezas y Jueces para la Democracia, con la cual, pese a ser afiliada, Perelló no ha mantenido contacto alguno sobre su candidatura. También el PSOE. Y el Partido Popular, porque Perelló no comulga con la ley de amnistía. Pero, detrás de esta fachada, los 10 vocales conservadores consiguieron meter un gol por toda la escuadra al pacto político que suscribieron el ministro de Justicia, Félix Bolaños, y Esteban González Pons, por el PP, en Bruselas el 25 de junio pasado. Ese pacto, no escrito, era que el Gobierno -como había ocurrido con Mariano Rajoy en 2013- propondría una terna de candidatos, a decidir por los vocales progresistas, y los vocales conservadores escogían el que les pareciera adecuado. 

Si Rajoy propuso en noviembre de 2013 dos nombres -Carlos Lesmes y Manuel Marchena- el PSOE, a través de los vocales progresistas, apoyó a Lesmes, aunque cuatro de ellos votaron espontáneamente por Pilar Teso.

Pero esta conducta no ha ocurrido nunca con Pedro Sánchez en La Moncloa, desde junio de 2018. La mayoría legislativa y gubernamental no tuvo su reflejo en una mayoría de vocales ni mucho menos en la presidencia. A Sánchez: bloqueo.

Sin compromisos

Lo primero que hicieron los vocales conservadores nada más asumir su cargo es explicar a los progresistas que todo lo que hubieran pactado el Gobierno y el PP no les comprometía a nada. La candidatura de Pilar Teso, que Bolaños ofreció a Teodoro García Egea primero y a González Pons después, buscaba su respaldo a una candidata neutral, para que no fuese rechazada, en lugar de proponer, por ejemplo, a una magistrada como Ana Ferrer, claramente progresista de toda la vida.

El sector conservador encontró “su candidato progresista” en el magistrado Pablo Lucas, a quien ya había intentado llevar al Tribunal Constitucional a finales de 2022. No caló. Y entonces a medida que se acercaba la fecha del 5 de septiembre -acto de apertura del año judicial presidido por el rey-, José Antonio Montero no tuvo que rebuscar mucho. Su compañera de la Sección Tercera, Isabel Perelló Domènech- pertenecía formalmente a la asociación de Juezas y Jueces para la Democracia. Aunque se había distanciado considerablemente de sus colegas, el carné podía ser una baza.

Se da la circunstancia de que ambos, Montero y Perelló, llegaron juntos a la Sala Tercera del Tribunal Supremo. ¿Y quién les nombró? Pues el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), claro. Sí, pero quién gestionó esos nombramientos. En aquellos días Margarita Robles era vocal y mantenía excelentes relaciones personales y profesionales con su colega conservador, Manuel Almenar.

Contactos con Margarita Robles

Fue ese Consejo de Margarita y de Manuel el que hizo los nombramientos de Montero y de Perelló. Más tarde, la entonces magistrada Margarita Robles fue compañera de ambos cuando fue nombrada para la Sala Tercera del Tribunal Supremo.

Y mira por dónde en ese círculo no estaba la magistrada Pilar Teso, una mujer con gran prestigio profesional, reacia a los compromisos.

Mientras Bolaños se había quedado con el nombre de Teso y se lo transmitió a los vocales progresistas, Robles, discretamente, comenzó a interesarse por el desenlace –“nada de la política judicial me es ajeno”. Entre ella y Montero, pues, tejieron la salida al “bloqueo” que provocó el nombre de Teso.

Montero y el vocal del sector progresista (por Sumar) Carlos Preciado coincidieron en el nombre de Perelló ya inmediatamente después de ser nombrados. Preciado habló con Perelló y llegó a proponerla en una reunión interna de todos los vocales, pero comparando los currículums de Teso y Perelló se decidió apoyar a Teso (que había sido tema de negociación Bolaños-PP). Pero se le dio a Preciado la opción de proponer a un tercer candidato. Y propuso finalmente no a Perelló sino a Ángeles Huet. La terna de los progresistas iba a ser Teso-Ferrer pero en atención a Preciado, se unió el nombre de Huet.

Robles y Montero hicieron gestiones con Preciado, quien sostuvo dentro de su grupo, la semana pasada, que viendo el bloqueo él no iba a aceptar que se llegara al 5 de septiembre sin presidenta (sostenía que debía ser una mujer). El apoyo de Margarita Robles, por un lado, y el de Montero por el otro, llevó a Preciado a presionar por la salida: la presidencia de Perelló.

Negociaciones y propuestas

El día señalado debía ser el jueves 29 o el viernes 30. El magistrado Alejandro Abascal, convertido en negociador del grupo conservador, quería que se planteara el acuerdo para nombrar a Perelló para cumplir los trámites: publicar el nombramiento en el BOE, jurar o prometer en Zarzuela (eso debió haber ocurrido en el Palacio de la Almudaina el 30 de julio, cuando el rey sufrió el primer plantón, ya que no hubo fumata blanca), acudir a un Pleno del Tribunal Supremo y el 5 de septiembre representar a la primera autoridad judicial (es decir el Supremo y CGPJ) en el acto de apertura del año judicial presidido por Felipe VI.

Montero supo antes que nadie que Carlos Preciado e Inés Herreros (la otra vocal por Sumar) estaban dispuestos a descolgarse del grupo progresista. ¡Eureka! Margarita y Montero lo habían conseguido: los 12 votos o 3/5 para nombrar a Perelló. El grupo progresista rechazó la propuesta. Es que, arguyó, Perelló no está en lista que la “ley orgánica Lesmes” (2013) exige. Esa lista de 7 candidatos estaba vigente después de ser aprobada en un Pleno de agosto. Y, por tanto, incorporar a Perelló y votar por ella podía dar lugar a recursos. Montero redactó un informe según el cual no habría problemas. El Consejo -sostuvo en el documento- es soberano. Y un bloqueo de tal magnitud como el que se sufre (debía decir el que hemos provocado) permite cambiar las reglas de juego.

Preciado, a partir de sus contactos, cogió vuelo y exigió ingresar en la comisión negociadora, donde no estaba. Y allí planteó que su línea roja era sacar adelante el nombramiento de una presidenta que fuese del Supremo. Todos sabían que se refería a Perelló. Y comunicó a Montero una vez más que él votaría por Perelló la mañana del lunes 2 de septiembre,(voto que compartía también Inés Herreros quien había anticipado a los vocales de su grupo tener pocos conocimientos de los entresijos de la Sala Tercera del Supremo). 

Faltaba por resolver un detalle: hacer la propuesta en el Pleno. Abascal y Montero sugirieron al sector conservador:

-"¿Y por qué no ponéis vosotros en vuestra terna con Ana Ferrer a Isabel Perelló, ya que es vuestra, de Juezas y Jueces para la Democracia?"

La respuesta fue tajante: no es nuestra propuesta.

Es decir: una vez más se incumplía la tradición de que la mayoría legislativa y gubernamental proponía una terna (como en los gobiernos progresistas y conservadores anteriores) y el grupo conservador escogía.

Cuando un magistrado muy relevante de este país conoció la decisión de nombrar a Isabel Perelló, dijo a este diario:

-Yo me exilio.

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