Nueva legislatura

ERC y Comuns dan margen a Illa para gobernar mientras Junts y PP ya ejercen de oposición dura

El nuevo president concentra las críticas desde la derecha mientras que de la izquierda recibe un tono más conciliador

Junts marca perfil como oposición pidiendo la comparecencia de Illa y acusándole de "nepotismo"

Los Comuns no descartan su entrada en el Govern y quitan hierro a la ausencia de consellers afines

Así es el Govern de Salvador Illa: Los perfiles de los 16 nuevos consellers

El president de la Generalitat, Salvador Illa, en el pleno de investidura.

El president de la Generalitat, Salvador Illa, en el pleno de investidura. / Jordi Otix

Quim Bertomeu
Carlota Camps
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Cumplida la primera semana de la puesta en marcha del primer Govern de Salvador Illa (PSC), la oposición ya ha empezado a dar las primeras pistas de cómo piensa encarar las relaciones con el nuevo ejecutivo catalán, que está en minoría en el Parlament y deberá buscar pactos constantemente. Por un lado, están los dos socios de investidura de Illa, ERC y los Comuns, que han decidido dar un margen de confianza al nuevo president para empezar a caminar. Por el otro están Junts y el PP, que se han dispuesto a hacer todo lo contrario: presentar batalla desde el minuto uno asumiendo el papel de oposición dura y cargando ya contra los primeros movimientos del Govern.

Que ERC y los Comuns hayan optado por un inicio de legislatura conciliador se explica por varios motivos, el primero, que sería contradictorio haber dado los votos a Illa para ser president -hace tan solo dos semanas- para luego atacarle sin piedad a las primeras de cambio. Pero hay otras razones que lo justifican. Por parte de ERC, por ejemplo, también se explica por el respiro que ha decidido darse. Un respiro no solo dirigido a Illa, sino también pensado en clave interna como organización. Los republicanos han pasado por sus meses más complicados en una década porque el partido se ha fracturado internamente por los malos resultados y porque, además, han tenido que compaginar esta crisis con la difícil decisión de investir a Illa, un aprieto que preferirían haberse ahorrado. Ahora ERC se ha tomado unos días de tregua porque el otoño no será mucho más fácil: el partido celebrará el congreso para elegir a su nueva dirección. Con todo, los republicanos han optado por empezar el mandato evitando la confrontación con la nueva Generalitat.

Los Comuns no guardan silencio como ERC, pero también exhiben un tono reposado, al menos en estos primeros días. Si bien han lanzado alguna advertencia a Illa para exigirle que evite pactos con Junts, la idea es empezar la legislatura con la mano tendida al PSC. El partido morado incluso ha esquivado polemizar con uno de los aspectos más llamativos del nuevo Govern: que incluye consellers próximos a ERC y al espacio político convergente, pero ningún guiño a los Comuns. El portavoz de los Comuns, David Cid, se encargó este martes de quitar hierro al asunto y explicar que para su partido la prioridad era que Illa cumpla "íntegramente" el pacto de investidura. Eso sí, dejó entrever que no descartan presionar en el futuro para entrar a formar parte del ejecutivo.

La líder de los Comuns, Jéssica Albiach, en los pasillos del Parlament el día de la investidura.

La líder de los Comuns, Jéssica Albiach, en los pasillos del Parlament el día de la investidura. / Zowy Voeten

La primera prueba de fuego de las relaciones del nuevo Govern con ERC y los Comuns serán los Presupuestos de este año. El ejecutivo catalán estudia la posibilidad de llevar a votación las cuentas que el president Pere Aragonès (ERC) presentó en primavera pero que no consiguió aprobar en el Parlament. Estas cuentas deberían tener el apoyo de ERC y el PSC -ya las pactaron en el mes de febrero pasado- y solo habría que sumar a los Comuns. Aquí se verá si la sintonía inicial entre los tres actores políticos es sólida o se complica en la primera curva del mandato.

En el polo opuesto

En el polo opuesto se sitúan Junts y el PP, que han abierto las hostilidades contra el nuevo president y su gabinete desde el primer día. Quien lo ha hecho con más intensidad ha sido el partido de Carles Puigdemont. Ha cargado contra Illa por ausentarse del homenaje a las víctimas de los atentados del 17-A y por reunirse con el president Pedro Sánchez -en Lanzarote, de vacaciones- "para recibir instrucciones" en tanto que "president sucursalista". Los posconvergentes incluso han anunciado la primera medida parlamentaria: quieren que el president comparezca ante la Cámara para aclarar si ha habido "nepotismo" en la configuración del Govern. Se refieren a los fichajes de Yolanda Collboni -hermana del alcalde de Barcelona- y Alfons Jiménez -pareja de la consellera Sílvia Paneque-.

Con estos primeros movimientos, Junts quiere visibilizarse como la alternativa tanto a Illa como a ERC. Los posconvergentes prevén hacer una oposición dura y buscarán hacerse un hueco en el espacio mediático rivalizando de forma muy presente, fiscalizando al nuevo Govern y a los pactos a los que pueda llegar con republicanos y morados, así como también a través de iniciativas parlamentarias. Con un papel institucional residual, a excepción de algunos ayuntamientos, Junts necesita recuperar la Cámara catalana como plataforma donde exhibirse y, de hecho, sus 35 diputados ya se han puesto manos a la obra. Además, su tarea de oposición no se limitará solo al ámbito parlamentario. Que la dirección del partido haya decidido avanzar dos años el congreso de la formación y celebrarlo el último fin de semana de octubre, también responde a esta misma voluntad de rearmarse como partido.

También el PP se ha lanzado a una estrategia de desgaste contra los socialistas ejecutada por su líder en Catalunya, Alejandro Fernández, y amplificada por la dirección estatal del partido. La idea de fondo es tratar de transmitir que la presidencia de Illa no solo no supone el fin del 'procés' -aunque sea el primer president en 14 años que no es nacionalista ni independentista-, sino que supone un espaldarazo. Su tesis se fundamenta, por ejemplo, en la presencia en el gabinete de consellers próximos a ERC o exmiembros de Junts. Hubo un tiempo en que era comúnmente aceptado que los gobiernos tenían 100 días de gracia para poder asentarse. Illa no los tendrá, al menos por parte de un sector de la oposición.

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