Nuevo Govern

El PSC se rearma con la triangulación Estado, Generalitat y Barcelona

Con la llegada de Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat, los socialistas catalanes ostentan más poder que nunca sin que ningún otro partido le haga sombra

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Primer Consell Executiu del Govern de Salvador Illa

Primer Consell Executiu del Govern de Salvador Illa / ZOWY VOETEN

Sara González

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El PSC aún está desembarcando en el Palau de la Generalitat. La entrada en el Govern le ha pillado en pleno mes de agosto, cuando todo circula al ralentí por más que el president Salvador Illa no quiera perder ni un minuto, por lo que el 'sottogoverno' está todavía en proceso de construcción. Pero mientras los socialistas se acomodan en su nuevo estatus, con que todavía no han digerido que lo son tras 14 años de trayecto en la oposición, el PSC se rearma y se consolida como el partido que más poder ostenta en estos momentos en Catalunya sin que ningún otro le haga sombra. Con la mayoría independentista hecha añicos, tienen vía libre a uno y otro lado de la plaza de Sant Jaume e hilo directo con la Moncloa en una etapa en la que alcanza su mayor cota de poder.

El triplete que Pedro Sánchez encargaba a los socialistas catalanes en las elecciones municipales de hace poco más de un año se ha hecho realidad y echa a andar. De la atropellada triangulación con Ada Colau y Quim Torra primero, y con Pere Aragonès después, ha pasado a otra más plácida con Jaume Collboni llevando la vara del Ayuntamiento de Barcelona y ahora también Illa al frente de la Generalitat. Atrás quedan otras épocas en la que los escasos metros que separan los dos edificios eran una suerte de ring o de contrapoder.

Del poder territorial al estatal

A ese dominio se suma el hecho de que el PSC gobierna en 16 de las 23 ciudades más pobladas de Catalunya, en todas las capitales de provincia -a excepción de Girona, donde la consellera Sílvia Paneque ganó, pero una alianza independentista se quedó con la alcaldía- y en todas las diputaciones menos la gerundense, teniendo en cuenta que la de Barcelona es la tercera institución autonómica más relevante y que el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) es también un organismo en el que se gestionan muchos recursos. Ampliando la lupa, los socialistas tienen bajo su mando 17 de las 41 capitales de comarca, la mayoría de ellas concentradas en la órbita de la capital y de Tarragona.

Ir ganando terreno en la Catalunya central y en las aledañas a Lleida y Girona continúa siendo un objetivo para Illa, que una década después de haber sufrido la diáspora del sector soberanista del PSC y de la caída en desgracia de Ciutadans, se dispone a relanzar su sello catalanista fundacional para continuar tejiendo alianzas con el independentismo, al mismo tiempo que trata de continuar ganándole terreno.

Así pues, ese poderío municipal compuesto por 1.453 concejales se junta ahora con llevar las riendas de la Generalitat -tiene 42 diputados en el Parlament- y con la atalaya que supone que el PSOE esté en el Gobierno, al que contribuyen con sus 19 diputados en el Congreso, un ministro -Jordi Hereu-, dos secretarios de Estado y el mando de empresas como Renfe.

La prueba de estrés de la financiación

Aunque habrá que ver hasta qué punto la financiación singular por la que ERC ha dado su 'sí' a la investidura de Illa y que el PSC se resiste a definir como "concierto económico" tensiona ese eje para el que tanto tiempo lleva Sánchez arremangado. De momento, el Govern de Illa trata de no meterse en camisa de once varas y evitar entrar en detalles limitándose a respaldar lo firmado, a sabiendas de que el presidente del Gobierno necesita tiempo para calmar las aguas entre sus barones.

Cabe decir que en los tres frentes -Govern, Barcelona y Moncloa- los socialistas gobiernan en minoría, por lo que están obligados a tejer unos acuerdos en los que los republicanos y los Comuns se han consolidado como socios preferentes, mientras Junts se reordena en los tres tableros. Al menos por ahora. En el Congreso, Sánchez está a expensas de si el partido de Carles Puigdemont consuma una ruptura definitiva que lo deje sin presupuestos, pese a que eso no significa que los posconvergentes estén en disposición de apoyar una moción de censura del PP.

En minoría en Barcelona y en el Parlament

En el Ayuntamiento de Barcelona, los republicanos tienen pendiente entrar en el gobierno municipal de Collboni, aunque habrá que ver si esto sucede antes o después del cónclave que tienen agendado a finales de noviembre para renovar sus liderazgos. Y en el Parlament, Illa arranca con un Govern monocolor que empieza a transitar con una hoja de ruta pactada con Marta Rovira y Jéssica Albiach, cuyas formaciones se quedan, por ahora, en la oposición.

Pese a tener que amarrar los apoyos en cada votación, no existe el riesgo de que una suma alternativa pueda arrebatarle a los socialistas el ejecutivo y sí, en cambio, otras aritméticas con las que poderse mantener a flote -por ejemplo, con Junts- si más adelante se tuerce la relación con ERC y Comuns. Así que el objetivo del PSC es que su mandato sea longevo, ahora que tiene en sus manos más poder que nunca.

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