Aniversario de los atentados

17-A: el día que los Mossos respondieron "con mayúsculas" a un atentado en el corazón de Catalunya

Siete años después de que el cuerpo policial neutralizase los ataques en Barcelona y Cambrils, el cuerpo policial vive una situación de 'impasse' a la espera de nuevos liderazgos

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Los Mossos d Esquadra abaten cuatro presuntos terroristas en Cambrils.

Los Mossos d Esquadra abaten cuatro presuntos terroristas en Cambrils. / Jaume Sellart

Germán González

Germán González

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A las 16.50 horas del 17 de agosto de 2017, todo cambió para la sociedad catalana, que vio como también se había convertido en objetivo del terrorismo, y para los Mossos d'Esquadra, que debieron responder a su gran desafío en seguridad desde la creación del cuerpo. La Rambla, el centro social, comercial y emocional de Barcelona, sufría uno de los peores atentados que se recuerdan cuando Younes Abouyaaqoub condujo a toda velocidad durante 800 metros matando a 14 personas y dejando 128 heridos, hasta que el coche quedó parado. 

Luego consiguió huir a pie y cerca de la Avinguda Diagonal mató a otro hombre para robarle el vehículo. Después continuó la fuga a pie durante días. Los servicios de emergencia reaccionaron rápidamente atendiendo a las víctimas, mientras que las fuerzas policiales desplegaron todos los agentes disponibles para responder ante el mayor ataque terrorista sufrido en la ciudad desde Hipercor. 

Los Mossos d'Esquadra desplegaron varias unidades de intervención en La Rambla ante la sospecha de que podrían reproducirse, al tiempo que realizaban un operativo Jaula en la ciudad para evitar la fuga de los implicados. Fue un preciso ejercicio de coordinación para dar respuesta a una amenaza todavía desconocida, ya que únicamente había un conductor que había perpetrado solo la tragedia. Mientras se reaccionaba a este primer ataque, llegó el segundo. 

El atentado en Cambrils

Sobre la una de la madrugada del 18 de agosto Mohamed Hichamy, Omar Hichamy, Al-Houssaine Abouyaaqoub, Saïd Aalla y Moussa Oukabir entraron a gran velocidad con un coche por el paseo marítimo de Cambrils arrollando a varias personas. Murió una mujer y hubo 12 heridos.

Tras impactar contra un control policial, salieron del vehículo armados con cuchillos y un hacha para seguir con el ataque, aunque fueron abatidos por los disparos de un agente de los Mossos. Eran los primeros terroristas muertos de esta célula que se había creado en Ripoll y supuso un auténtico bautismo de fuego de la policía autonómica ante el yihadismo.

A partir de ahí la actividad policial se desplegó por varios frentes. La prioridad era atrapar al conductor de La Rambla que seguía fugado a pie mientras que se intensificó la investigación de los fallecidos. Se los pudo conectar con la explosión de una casa en Alcanar. Desde julio de 2017 la célula, liderada por Abdelbaki es-Satty imán de Ripoll, estaba en esta vivienda en la que almacenaron 480 litros de peróxido de hidrógeno (agua oxigenada), 500 litros de acetona y bombonas de butano, entre otros materiales. Empezaron a fabricar los explosivos de triperóxido de triacetona. 

Consiguieron dinero de la venta de joyas, y planeaban alquilar furgonetas para llenarlas de explosivos para atentar contra objetivos turísticos como la Sagrada Familia o el Camp Nou. Consiguieron tres vehículos, pero el plan inicial cambió cuando el 16 de agosto explotó la casa de Alcanar, matando a Es-Satty y a otro terrorista, mientras que un tercero, Houli Chemlal, quedó herido. Ante esta situación, el resto de la célula improvisó y usó dos de las furgonetas para atacar en Barcelona y Cambrils. La otra quedó abandonada en Vic. 

Mientras los Mossos hacían esta conexión, el 21 de agosto localizaron en unos viñedos de Subirats a Abouyaaqoub, el autor del atropello en La Rambla. Una patrulla intentó pararlo, pero el sospechoso gritó "Allahu-Akbar" (Alá es el más grande]) con un cinturón de explosivos que resultó ser simulado. Los agentes lo abatieron.

La policía catalana detuvo el mismo 17 de agosto a varios sospechosos en Ripoll además de Chemlal, el terrorista herido en la explosión de Alcanar. La Audiencia Nacional lo condenó a 43 años de cárcel, mientras que impuso una pena de 36 años a Driss Oukabir, hermano de uno de los fallecidos en Cambrils y a un año y medio de prisión a Said Ben Iazza por colaborar con este grupo terrorista.

Flores para la policía

La celeridad con la que los Mossos resolvieron el ataque, la contundencia en las acciones policiales frente a los terroristas y la gestión de apoyo a las víctimas convirtieron a los agentes en héroes para la ciudadanía. Era habitual ver flores puestas de forma espontánea en vehículos policiales. También salió reforzado el mayor de los Mossos, Josep Lluís Trapero, por la gestión que hizo de todo el operativo, cerrando filas con los agentes ante algunas críticas sobre el uso de la violencia para abatir a los terroristas. Además, era un momento de máxima tensión en Catalunya, por el desafío independentista que culminaría meses después con el referéndum del 1-O, por lo que había muchos recelos entre la Generalitat y el Gobierno.

Toni Castejón, portavoz del sindicato SAP-FEPOL, mayoritario en Mossos, explica a EL PERIÓDICO que "los atentados del 17-A supusieron la demostración de la validez del cuerpo ante las dudas de algunas personas" y añade que, "pese a la tragedia que supuso, la reacción del cuerpo fue espectacular, con gente de vacaciones que volvía a trabajar. Fue una entrega absoluta, sin horarios, en días muy duros".

También recuerda que los ataques terroristas dejaron a policías heridos, "algunos con discapacidad" y la reacción ante el atentado por parte de los Mossos fue "la de un cuerpo policial en mayúsculas". "Creo que pasamos la prueba que nos cayó, por desgracia para el cuerpo de Mossos", destaca Castejón, quien recuerda "el agradecimiento de la gente y el reconocimiento internacional, aunque eso también levantó envidias en algunos otros cuerpos".

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