Tras casi siete años en el extranjero

Desconcierto en las filas de Junts: así se vivió la reaparición y fuga de Puigdemont

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La custodia de Puigdemont al acto en el Arco del Triunfo

La custodia de Puigdemont al acto en el Arco del Triunfo / Alberto Estevez / EFE

Carlota Camps

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"Nadie sabía nada, el desconcierto fue total". Así resume uno de los diputados de Junts cómo se vivió dentro de las filas de la formación el regreso y posterior desaparición del expresident Carles Puigdemont este jueves. Pocos minutos después de las ocho horas de la mañana, el paseo de Lluís Companys ya se empezó a llenar de dirigentes y alcaldes posconvergentes -muchos de ellos equipados con sus varas- para recibir con todos los honores a su líder. La llegada de Puigdemont estaba prevista para las nueve, pero tres minutos antes de que el reloj marcara la hora, ya estaba encima del escenario, preparado para pronunciar su primer discurso en Catalunya tras siete años residiendo en el extranjero.

"Muy buenos días, queridos compatriotas", fueron sus primeras palabras, con una voz que destilaba nervios y que también denotaba que le faltaba el aire, ya que recorrió los últimos metros hasta el escenario situado en el Arc de Triomf prácticamente corriendo. Lo hizo acompañado del secretario general de Junts, Jordi Turull, que desconectó su teléfono móvil hace unos días para evitar ser interceptado.

Ni cinco minutos de parlamento en total, en los que Puigdemont aprovechó para prometer que habrá "nuevas oportunidades" para los independentistas, pero que también usó para despedirse de los manifestantes. "No sé cuándo nos volveremos a ver, pero espero que cuando lo hagamos podamos acabar con un grito de 'Visca Catalunya lliure", proclamó Puigdemont. Una arenga que en aquel momento se interpretó como una constatación de que ya daba por hecha su detención, pero que pronto se vio que no era así.

Puigdemont no llegó a encabezar en ningún momento la comitiva preparada por el partido para custodiar su llegada al Parlament. "¿Dónde está? Yo no lo he visto", fue la frase más repetida entre los manifestantes -unos 10.500 según los cálculos del partido, y 3.500 a ojos de la Guardia Urbana- que se habían desplazado este jueves de agosto a la capital catalana.

Un discurso improvisado

Una perplejidad que no solo se pudo palpar entre los concentrados, sino que también se vivió dentro de las filas. Los parlamentarios desconocían el plan de Puigdemont y muchos de ellos no se dieron cuenta de la desaparición hasta que llegaron a la Cámara catalana. "Nadie lo sabía, cuando llegamos al Parlament se hicieron dos llamadas y se vio lo que estaba pasando", confiesa uno de los parlamentarios consultados por EL PERIÓDICO. De hecho, algunos de los diputados, mientras subían por la escalinata de la institución, comentaban entre ellos que no habría pleno. Ni siquiera el presidente del grupo parlamentario, Albert Batet, conocía el desenlace y tuvo que acabar improvisando su discurso.

"Nosotros queríamos que entrara, teníamos el discurso hecho, pero la exageración policial lo impidió. Tuvimos que cambiar el discurso durante la pausa de 60 minutos -tras el discurso de investidura Salvador Illa-, porque ya vimos que no podía entrar", explica otro de los diputados de Junts, que asegura que el plan inicial era que Puigdemont pudiera asistir al pleno y también "salir" de la Cámara sin ser detenido.

De hecho, algunos de sus fieles no perdieron la esperanza en todo el día de que Puigdemont, que no había pedido la delegación de voto, finalmente acabara apareciendo en la Cámara, un optimismo que fue menguando hasta desaparecer del todo a medida pasaban las horas. "Esperamos que antes de que acabe el pleno, Puigdemont pueda ejercer sus derechos como electo y como diputado de este Parlament", confió Batet en su intervención, siendo especialmente duro con ERC por el amplio dispositivo policial preparado por los Mossos para detener al expresident y también por su 'sí' al candidato socialista, de quien dijo que sería un "presidente sucursalista" de la Moncloa y comparó su proclamación como "autoimponerse un 155".

La pausa del mediodía para comer, sin embargo, sirvió para recalibrar las estrategias, y los posconvergentes retomaron la actividad pidiendo una suspensión del pleno. "Nos llegó que querían detener a Jordi Turull", justifica uno de los parlamentarios, aunque posteriormente se concretó desde Interior que solo se le citaría a declarar por su relación con la fuga de Puigdemont.

Sin embargo, la mayoría que el PSC y ERC tienen actualmente en la Mesa ha tumbado la petición. La negación fue tolerada con cierta deportivamente por el propio Batet, que aseguró que la aceptaba por un "alto sentido institucional" y por "respeto al candidato", queriendo dejar claro que no tenía ninguna "responsabilidad" ante los eventos acontecidos a lo largo de la jornada. Una clarificación que evidenció que, después de este día, la distancia entre posconvegentes y republicanos será aún más grande. Los de Puigdemont acusan a ERC, que dirige la conselleria de Interior, de haber tratado a su líder como un "terrorista", activando la operación 'jaula' para impedir que saliera de la ciudad y del país.

Con todo, y a pesar de las expectativas puestas tras la promesa de Puigdemont de regresar, finalmente el expresident no ha llegado al hemiciclo. Solo un largo aplauso de los diputados de Junts cuando su nombre fue llamado a votación -derecho que no ha podido ejercer porque no había pedido su delegación-, coronó una jornada que ha terminado con Salvador Illa como nuevo president de la Generalitat.

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