Los republicanos votan

La militancia de ERC decide hoy si convierte a Salvador Illa en president

Pacto ERC - PSC, en directo: reacciones y última hora sobre la investidura de Salvador Illa en Catalunya

¿ERC investirá a Illa? Los partidarios del 'sí', los del 'no' y los que no se mojan

Rovira revela "un plan B" con el PSOE para cumplir con el concierto económico aunque no tenga la mayoría del Congreso

El PSC saca pecho del acuerdo "ambicioso" y "sólido" en financiación y vivienda con ERC y Comuns

Miembros de ERC en la sede nacional del partido.

Europa Press

Sara González

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Empieza la cuenta atrás. Un tic-tac para ERC, pero también especialmente para un Salvador Illa que afronta con el corazón en un puño el último esprint de una maratón plagada de obstáculos. Sudor frío en el PSC, por más que traten de exhibirse impasibles. Porque en manos de la militancia republicana está la decisión de si será o no presidente de la Generalitat tras los resultados del 12 de mayo en un pleno de investidura que podría suponer el regreso de Carles Puigdemont o si, por contra, Catalunya se asoma al precipicio de la repetición electoral. El destino de la gobernabilidad está hoy en la sede de la calle de Calàbria y a los socialistas, tras haberse comprometido a impulsar una suerte de concierto económico, ya no les queda otra que esperar el veredicto.

¿Será suficiente para las bases que los negociadores de ERC, con Marta Rovira al frente, hayan presumido de haber arrancado al PSOE la "soberanía fiscal" que se empezará a desplegar en 2025? ¿Es posible que haya una mayoría de republicanos que estén dispuestos a dar su 'sí' a Illa tras una década de 'procés'? ¿Subscriben las bases que es momento de "rehacer la confianza entre el independentismo y el federalismo de izquierdas" como reza el preacuerdo hecho público?

La incertidumbre es alta porque hay 8.700 afiliados llamados a pronunciarse en la consulta telemática de este viernes de las diez de la mañana a las siete de la tarde y que están sometidos a una olla a presión endógena -por la crisis interna del partido que estalló tras el varapalo electoral- y exógena tanto de Junts como de sectores independentistas como la ANC. En las asambleas celebradas desde el lunes para debatir sobre el acuerdo con el PSC ha aflorado una división que no permite dilucidar hacia qué lado se decantará la balanza.

El pulso interno y la presión de Junts

En las últimas horas ha habido una batería de pronunciamientos públicos de dirigentes a favor de la investidura, tanto de la órbita de Marta Rovira, principal rostro defensor del 'sí', como de Oriol Junqueras, pese a que el exlíder del partido ha optado por no mojarse pública y explícitamente para mantener intacta sus aspiraciones de volver a tomar las riendas del partido. Casi toda la dirección y miembros del Govern han abogado por el voto a favor de un preacuerdo que reivindican como "histórico" y que insisten que tiene garantías incluso con un "plan B" si no hay suficiente mayoría para impulsar las modificaciones legislativas en el Congreso de los Diputados. Pero los que tienen aspiraciones de cara al congreso del 30 de noviembre guardan un calculado silencio porque no quieren abrasarse y reservan sus cartas por si la militancia da un revolcón al preacuerdo defendido por la dirección de ERC.

Fuera de ERC está también la promesa de Carles Puigdemont de volver si hay investidura asumiendo el riesgo de ser detenido y que podría agitar de nuevo las aguas dentro del independentismo. La crítica de Junts al contenido del preacuerdo firmado ha sido furibunda y la ANC anuncia movilizaciones y exhibe contundencia para tratar de arrastrar a los republicanos hacia el 'no' a Illa.

El PSC cruza los dedos

Los socialistas confían en que los puentes tejidos tanto con Rovira como con Junqueras se mantengan firmes ante todos esos escollos y se impongan a las dudas y recelos de la militancia. Pero nadie da nada por seguro y el equipo de Illa dice estar preparado para cualquier escenario, pese a que mantienen el optimismo de que todo acabe llegando a buen puerto y de que haya un pleno de investidura la semana que viene que sobreviva a las turbulencias que el retorno de Puigdemont pueda provocar.

De lo que están convencidos los negociadores del PSC es de haber hecho todo lo posible y de no haber cometido ninguna metedura de pata imponiéndose un silencio sepulcral prorrogado hasta este sábado para reducir los riesgos por su parte. Defienden haber llegado a una entente "ambiciosa" por la que han salido de su zona de confort tanto en materia de financiación como en el debate sobre el conflicto político. O con el compromiso de crear una conselleria para promover el catalán y echar el freno al Hard Rock. Lo mismo consideran que han hecho con el paquete de medidas en vivienda y educación pactado con los Comuns, cuyo apoyo sí que está asegurado.

El 'apoyaré' de Sánchez

Pero hay imponderables que escapan ya del control de Illa por más que tanto el PSOE como Pedro Sánchez hayan tratado de contribuir a generar confianza dando cumplimiento a compromisos pendientes en traspasos e inversiones pactadas y su particular versión del 'apoyaré' de Zapatero, pero ahora con el concierto económico solidario que presume haber logrado ERC y que recibe críticas tanto dentro como fuera del independentismo.

Los socialistas no son los de entonces, ni en Catalunya ni en Madrid. Tampoco los republicanos después de dejar atrás la cresta de la ola del 'procés' y a quienes les espera una travesía por el desierto en la oposición de duración incalculable, ya sea ahora tras una investidura de Illa o después de una repetición electoral que temen más los dirigentes que la militancia, y ante la cual ni siquiera está claro quién se pondría al frente como candidato.