Crisis de Gobierno

Moreno pone altavoz político a su Gobierno y refuerza su perfil en la batalla nacional

El presidente andaluz eleva a Carolina España como azote de Pedro Sánchez y corrige el rumbo en las consejerías con más desgaste

Juanma Moreno y Carolina España en el Parlamento andaluz.

Juanma Moreno y Carolina España en el Parlamento andaluz. / EP

Isabel Morillo

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Los políticos nunca admiten en público que se han equivocado. Enmendar errores es raro y más aún si quien lo hace es un presidente con mayoría absoluta a quien las encuestas le dicen que tiene algún rasguño en el ecuador de la legislatura pero ninguna cornada grave. Algo habrá visto Juanma Moreno, que presume de buen olfato político y de haber conseguido que el PP le quite al PSOE la vitola de partido que mejor entiende Andalucía, para hacerse una autoenmienda a dos años de las elecciones.

Un viraje de rumbo en aquello que no le convence. Habrá pensado que más vale un volantazo, con salida en la tromba de la oposición diciendo 'lo ves, te lo dije', que lamentarlo cuando toque llamar a las urnas. La idea de un Gobierno con Vox le pone al presidente andaluz el corazón en un puño, visto lo visto en el panorama nacional. Su anuncio de relevos llegó el mismo día que ERC anunció un acuerdo con el PSC para investir a Salvador Illa en la Generalitat, que queda en manos de votación de sus bases y que tiene el consorcio fiscal como principal dádiva.

Este lunes, Moreno ejecutó por fin sus cambios y elevó a una remodelación profunda lo que dijo que iban a ser solo ajustes. En una comparecencia sin preguntas, haciendo gala del plasma de Mariano Rajoy y demostrando que la mayoría absoluta permite licencias que nadie debería permitirse, menos si enarbola el discurso del Gobierno “para todos”, sin sectarismos ni vetos. Las preguntas de los medios de comunicación que él evitó eran obligadas ante una crisis de ese calado.

Lecturas políticas

Hay cambios profundos pensando en los rotos de la gestión pero también relevos que tienen una interesante lectura política. El relevo en la portavocía de Ramón Fernández-Pacheco, que llegó como delfín de Moreno, sentencia que vienen otros tiempos. Su tono era demasiado flojo cuando la batalla se recrudece en plena pugna por la financiación autonómica y las concesiones a los independentistas catalanes. El ascenso de Carolina España, consejera de Economía que ocupará la portavocía, promete que las ruedas de prensa de los martes tras el Consejo de Gobierno van a volver a parecerse más a las que daba Elías Bendodo antes de irse a Madrid. La nueva portavoz tiene hilo directo con Bendodo, son de la misma escuela del PP de Málaga y comparten colmillo político.

La titular de Economía ostenta el discurso más duro políticamente de todo el gabinete de Moreno, dejando aparte a Antonio Sanz y José Antonio Nieto, que siguen en sus puestos pero que se identifican con etapas anteriores al PP actual del presidente Moreno. El presidente andaluz no teme a Juan Espadas como líder de la oposición, eso dice, pero sí que demuestra que le preocupa la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero. Con Carolina España en la portavocía, a la socialista sevillana le esperan duros envites en cada comparecencia. A Ramón Fernández-Pacheco le encomienda la Agricultura y el agua, gestión pura de la que se ha ocupado la cuota almeriense casi siempre en el Gobierno andaluz.

Gana peso

El cambio de portavoz permite además a Moreno volver a ese tándem de 'poli malo-poli bueno' que tan bien le funcionó con Bendodo en tiempos pasados. El barón andaluz tiene el apoyo absoluto de Alberto Núñez Feijóo y conexión total con Génova pero a nadie se le escapa que para tener mayoría absoluta en la comunidad más poblada de España, al frente de ocho millones y medio de españoles, hay otros barones que tienen un discurso nacional mucho más potente que Moreno. No es solo Isabel Díaz Ayuso, con un estilo en las antípodas de Moreno, es que hay otros barones disputándole el puesto de ‘presidente de los presidentes’ del PP. Ahí está su última maniobra judicial para pedir la Conferencia de Presidentes. El andaluz necesita brío político, alguien que muerda y que si hace falta, se oponga a lo que dicten desde Madrid. Eso busca en Carolina España y quienes la conocen están convencidos de que lo encontrará.

Mucho más que ajustes

Era difícil creer que sus cambios en el Gobierno iba a quedar en unos retoques. Si de verdad fueran ajustes los hubiera ejecutado en el mismo momento en el que envió a su consejera de Agricultura, Carmen Crespo, en las listas europeas, hace ya tres meses. Nadie en su sano juicio alimenta la idea de una remodelación para no hacer nada. Moreno sabía que quería cambiar cosas que no le convencían y lo ha hecho a su estilo: sin dejar a nadie en la estacada, sin traumas ni cadáveres políticos en el maletero pero atacando de raíz lo que no funcionaba como él quería.

Relevos en Salud y Educación y autoenmienda en Cultura, en el primer caso porque la crisis sanitaria ha llevado a la primera huelga general en Andalucía hace solo unas semanas, en el segundo porque Patricia del Pozo era la mejor candidata para retomar las competencias de Cultura de las que fue despojada. De camino, impulsa una cartera educativa también lastrada por quejas de los profesionales de la pública y enfado de la concertada.

El roto en la sanidad pública ha obligado a Moreno a actuar. Dudaba el presidente sobre si un cambio en Salud suponía entregar un trofeo demasiado importante a la oposición pero le ha podido el malestar de los sanitarios y el descontento de los ciudadanos. Poner en marcha cada día el Servicio Andaluz de Salud (SAS) cuesta 39 millones de euros, con un desembolso histórico en gastos de personal que no ha aplacado a una plantilla sanitaria quemada y en pie de guerra ni ha servido para superar unas listas de espera disparadas desde la pandemia. La nueva consejera de Salud, Rocío Hernández, es médico pediatra y especialista en atención primaria, bombera ideal donde las llamas del fuego sanitario son más intensas.

Menos verde

A la anterior, la jiennense Catalina García le dan la cartera de Sostenibilidad y Medio Ambiente, un premio de consolación que deja en entredicho la ‘revolución verde’ que prometió Moreno como eje central de su discurso político para separarse del negacionismo climático de Vox y marcar perfil propio medioambiental. Un perfil verde raro en un político de centro derecha español y revitalizado tras el acuerdo en Doñana con el Gobierno central, el único gran acuerdo político con el gabinete de Pedro Sánchez esta legislatura. En Educación asume la consejería quien fue número dos de Javier Imbroda y sonó ya como consejera. Ahora sí ha sido el momento de esta inspectora, Carmen Castillo.

No solo la consejera de Salud sale tocada de estos cambios. El de Turismo, Arturo Bernal, que se había afanado en las últimas semanas como nunca hasta ahora para sacar su vis cultural ha sido relegado de ese área. A cambio, para que no sea una caída en el escalafón, le dan las competencias de Acción Exterior, que hasta ahora tenía Presidencia. El sector cultural estaba tan en llamas como el sanitario, quejoso como hacía años que no se oía. Se han quejado por tierra, mar y aire de la supuesta falta de sensibilidad de Bernal hacia la cultura y sus plegarias han dado fruto. Se oían las palmas por bulerías de los flamencos más allá de San Telmo, felices con el regreso de Patricia del Pozo. Atrás queda el malestar generado cuando desmanteló el equipo de su antecesora que ahora vuelve cual hija pródiga y que acabó mal, con el relevo de la persona de confianza de Bernal que cortó todas esas cabezas.

Ocho mujeres, seis hombres, catorce consejerías, una más que hasta ahora y un presidente que ejerce de presidente como a él le gusta, sin ceses traumáticos pero corrigiendo errores. Sabe que con esta remodelación la suerte está echada.