La pugna de los republicanos

Junqueras celebra en Sant Vicenç el primer gran acto de su campaña para volver a liderar ERC

Junqueras y Rovira se lanzan a por el control de ERC con estrategias opuestas

Aragonès y Rovira firman el manifiesto de cargos y militantes de ERC contra Junqueras

Oriol Junqueras, en un acto de campaña de ERC

Oriol Junqueras, en un acto de campaña de ERC

Sara González

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Desde que dimitió de la presidencia de ERC hace dos semanas, Oriol Junqueras ha continuado con su campaña interna para recuperar el liderazgo del partido en el congreso agendado para el 30 de noviembre. Pero el acto de este miércoles en Sant Vicenç dels Horts ha sido el más concurrido, hasta el punto de congregar, según fuentes presentes, alrededor de medio millar de militantes y superar el aforo del centro cultural La Vicentina. Cierto es que jugaba en casa, en el municipio en el que reside y del que fue alcalde, pero también que la convocatoria no se había hecho por vías oficiales, sino a la vieja usanza del boca oreja pero en la era de la mensajería instantánea.

El objetivo era dar la palabra a la militancia, en este caso básicamente de la provincia de Barcelona, aunque también han asistido representantes territoriales de otros demarcaciones. Entre las caras más conocidas estaban el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, los 'exconsellers' Raül Romeva y Bernat Solé, y el exportavoz en el Congreso de ERC Joan Tardà. De la dirección de ERC estaban Norma Pujol, que ha conducido el acto, y Kènia Domènech, encargada de presentar el proyecto y los grupos de trabajo temáticos que se ponen en marcha con la participación de las bases para la candidatura de Junqueras al conclave.

Dos semanas después del polémico manifiesto

A nadie se le escapa que el acto se ha producido en plena crisis galopante de los republicanos por el control del partido. Hace solo una semana, la propia secretaria general, Marta Rovira, y el presidente en funciones de la Generalitat, Pere Aragonès, firmaban el manifiesto a favor de la "renovación general" de la cúpula que ha sido interpretado como una maniobra de presión para que Junqueras desista de volver al mando de ERC.

Sin embargo, fuentes de la organización remarcan que en ningún momento se ha concebido la reunión de esta tarde, que ha durado dos horas y media, como una respuesta a ese texto que ha recabado la firma de centenares de dirigentes de peso del partido y de buena parte de los miembros del Govern. Dejan claro, eso sí, que este es solo el principio de la gira que tiene la intención de hacer el dirigente por toda Catalunya con el objetivo entre ceja y ceja de volver a la presidencia de ERC aupado por las bases.

Sello de izquierdas ante el dilema

La sesión ha sido inaugurada y clausurada por un Junqueras que ha vuelto a entonar el discurso que lleva cultivando en los últimos años: el de que para avanzar hacia la independencia hay que "ocuparse" de los problemas que preocupan a la ciudadanía. Tratando de enfatizar el sello de izquierdas y buscando el intercambio cercano con la militancia, ha hecho hincapié en ser capaces de interpelar desde ERC a los agricultores y a los trabajadores de la Seat.

Y justo el día en el que el Parlament ha activado la cuenta atrás de dos meses para que se convoque una repetición electoral si antes no se produce la investidura de un presidente, el expresidente republicano ha admitido la compleja decisión que debe tomar el partido y el riesgo de que todo desemboque en nuevos comicios, pero sin mojarse sobre qué debería hacer ERC, que de momento negocia tanto con el PSC como con Junts. La militancia es, precisamente, la que tendrá la última palabra sobre qué hacer antes de que expire el calendario el 26 de agosto.

Durante las intervenciones de los participantes, aseguran fuentes presentes, ha habido "poco belicismo interno" y llamadas a la paz interna bajo la proclama de que "no sobra nadie" y sin tampoco críticas al polémico manifiesto que sigue circulando para recopilar más apoyos. Sin embargo, el retrato de Sant Vicenç de este miércoles es la viva estampa de que el pulso continúa. Y quedan cinco meses por delante y una investidura -o no- por resolver.