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‘La Transición según los espías’: EEUU dio su visto bueno a Suárez para legalizar el PCE

Un nuevo libro recoge documentos desclasificados enviados por el embajador norteamericano a Kissinger

Los informes muestran que prefirieron que los comunistas se presentaran a las elecciones de 1977 a que explotaran la "mística" de la clandestinidad

Santiago Carrillo y Adolfo Suárez conversan en el Congreso de los Diputados en 1983.

Santiago Carrillo y Adolfo Suárez conversan en el Congreso de los Diputados en 1983.

Daniel G. Sastre

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Entre los mitos de la Transición no es menor el que explica cómo sucedió la legalización del Partido Comunista de España. La hermosa amistad que surgió en la reunión clandestina entre Adolfo Suárez y Santiago Carrillo en febrero de 1977, empeñados ambos en que esta vez el experimento democrático no descarrilara en España, venció todos los escollos. La multitudinaria pero pacífica manifestación que sucedió a los asesinatos de abogados laboralistas de Atocha, cuyo servicio de orden estuvo a cargo de los comunistas, convenció a Suárez y al Rey Juan Carlos de que debían desoír la amenaza militar y legalizar el PCE el Sábado Santo de 1977, para que pudiera concurrir a las elecciones de junio de ese año.

Nada de todo esto es totalmente mentira, pero está muy lejos de constituir toda la verdad. Lo deja claro el libro 'La Transición según los espías' (Akal), que acaba de publicar Jorge Urdánoz Ganuza. Ofrece un punto de vista inusual sobre ese crucial periodo histórico: el de los diplomáticos extranjeros que operaban en España. Muy especialmente, el del embajador estadounidense, Wells Stabler. El autor sostiene que en realidad el enviado de Gerald Ford en los estertores del franquismo actuó como un espía que reportaba directamente a Henry Kissinger, secretario de Estado. Y subraya su papel en algunos episodios trascendentales de aquellos años, por ejemplo la legalización del PCE, sobre la que Suárez preguntó directamente a Stabler y sobre la que él dio el visto bueno.

El libro se basa en los cables que Stabler enviaba asiduamente a Kissinger con la información que recopilaba. Y no era poca: en su condición de embajador de EEUU tuvo encuentros frecuentes con el Rey, con Suárez, con Felipe González, con Manuel Fraga, y, en resumen, con todos los protagonistas políticos y económicos de la Transición. Y todos le hablaban con una franqueza que él utilizaba para elaborar agudos informes que delatan hasta qué punto se alejaban algunos pronunciamentos públicos de aquel 1976 –que Urdánoz identifica como el año en el que se puso la "semilla" del que surgió todo el andamiaje institucional posterior– de los que se expresaban en privado.

Documentos desclasificados

Esos documentos, desclasificados hace unos años, están incluidos en el paquete que recoge los que se elaboraron entre 1973 y 1979, y dejan claro que, en plena guerra fría, a Estados Unidos le interesaba más un Partido Comunista de España legal y con una pequeña representación que ilegal y con un aura de "mártir". Y también que es el interés, y no los ideales, lo que guía la actuación de todos los protagonistas de ese episodio.

El plan inicial era que el PCE fuera ilegal en las elecciones de 1977. Así se lo transmitió Suárez a los militares en septiembre de 1976, aunque en privado asumía que las Cortes que salieran de las urnas legalizarían al partido de Carrillo. Pero pronto cambiaron las cosas. Por un lado, porque la opinión de la sociedad española empezó a virar, según informes del Gobierno, hacia posiciones favorables a la legalización. "En julio del 76 según las encuestas solo un 6% de los españoles era partidario de legalizar el PCE, sin embargo, recientemente un 20%-25% eran favorables a liberar a Carrillo y ese es un primer paso en esa dirección", le contó Suárez a Stabler. 

Esa evolución la hicieron también el propio presidente del Gobierno, el Rey y los Estados Unidos. Si Stabler transmitía en diciembre de 1975 que, para su país, "en la evolución de España hacia una sociedad democrática no podría haber espacio para el Partido Comunista español", para el 18 de enero de 1977 esa posición había sufrido una modificación sustancial. Ese día tuvo lugar una comida entre Stabler, Suárez y el entonces ministro de Exteriores, Marcelino Oreja, en la Moncloa.

El rango que se le otorga hoy al PCE es del 6-10%, y no supone ninguna preocupación electoral

Wells Stabler

— Embajador de EEUU en España en 1976

"Suárez dudaba de que el PCE superaría el 7% en una elección [...] Suárez me preguntó qué pensaba yo del problema comunista y de cómo lo estaba manejando el Gobierno. Respondí que, si el PCE era legalizado o no, era un problema que España tenía que decidir sin interferencia extranjera. Suárez dijo que eso era una ‘respuesta diplomática’ y que él no quería eso de mí. Respondí que, aunque nosotros siempre estamos preocupados por el rol y las actividades de los partidos comunistas en los países democráticos, podía comprender y apreciar los argumentos particulares en el caso español para permitir que los comunistas participaran en las elecciones y poder así obtener una muestra de su representatividad", escribió Stabler tras esa reunión.

Poder sindical

Además de la posibilidad de escatimar a los comunistas la "mística" de la ilegalización –potencialmente perjudicial, sobre todo, para el PSOE, tanto en el plano electoral como por el hecho de que le impedía mostrar una cara moderada–, el movimiento tenía otra intención práctica: evitar que el PCE, expulsado de la política de partidos, se volcara en la vía sindical. Según los cables de Stabler, esa posibilidad preocupaba en particular al Rey. De hecho, el embajador lleva a Irving Brown, líder sindical estadounidense, a ver a Juan Carlos para convencerle de que había que financiar a la UGT para impedir el crecimiento de CCOO, vinculado al PCE. "Al Partido Comunista, ya sea legalizado formalmente o postulándose bajo una alianza de independientes, no le irá bien. El rango que se le otorga hoy al PCE es del 6-10%, y no supone ninguna preocupación electoral. Son la fuerza organizativa del PCE en el movimiento sindical y su infiltración en los medios de comunicación y en la academia lo que es preocupante", resumió Stabler a Kissinger el 1 de marzo de 1977. 

Un mes después, y pese a la amenaza del búnker militar –que el embajador creía que se había exagerado, también por intereses políticos–, Suárez anunciaba la legalización de los comunistas. El PCE sacó en las elecciones de 1977 un 9,33% de los votos, y 20 escaños, muy por detrás de la UCD de Suárez y del PSOE de González. Y nunca consiguió ser un actor de primer orden en la política española a partir de entonces.

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