Una reunión prometida

Sánchez aleja la foto con Puigdemont tras la amnistía para no interferir en las negociaciones del PSC

El PSOE pide a todos sus diputados que duerman en Madrid para no llegar tarde a la votación de la amnistía

PSC y ERC se dan tiempo y desvinculan el pacto por la Mesa del Parlament del de la investidura

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez, el pasado 13 de diciembre en Estrasburgo, durante un debate en el Parlamento Europeo.

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez, el pasado 13 de diciembre en Estrasburgo, durante un debate en el Parlamento Europeo. / EFE / RONALD WITTEK

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La tortuosa tramitación de la ley de amnistía culmina este jueves. El Congreso dará definitivamente luz verde a la medida de gracia, dejando su aplicación en manos de los jueces. Pedro Sánchez se comprometió a entrevistarse con el expresident Carles Puigdemont y el todavía presidente de ERC, Oriol Junqueras, después de la aprobación de la norma, pero el Gobierno deja ahora esta foto en el aire. “No vamos a hacer nada que interfiera en la negociación de Salvador Illa”, traslada uno de los ministros del núcleo duro del jefe del Ejecutivo, en referencia al proceso de investidura en Catalunya. 

Tanto en la dirección del PSOE como en la Moncloa insisten en dar plena autonomía al líder del PSC en sus negociaciones para convertirse en el próximo president de la Generalitat. Su papel, subrayan, se reduce a una sola palabra, “ayudar”, hasta el punto de que deslizan que dejarán en sus manos la decisión de si resulta conveniente o no celebrar la reunión entre Sánchez y Puigdemont. Todo ello, a la espera de que el expresident ponga fecha a su regreso. “Illa goza de la absoluta confianza del presidente del Gobierno”, destacan los colaboradores de Sánchez. 

Los socialistas tienen claro que el PSC y Junts representan las dos alternativas para el Govern, así que difícilmente se podrán producir acuerdos entre ambas fuerzas. Su apuesta para que Illa se convierta en el próximo president de la Generalitat es que ERC acabe dando su apoyo para un Govern en solitario. De hecho, valoran de forma positiva que se esté produciendo un pacto tácito para no airear las conversaciones para conformar la Mesa del Parlament, el próximo 10 de junio, justo un día después de las elecciones europeas. La composición del órgano de gobierno de la cámara catalana marcará en buena medida por donde van las negociaciones y las posibilidades de Illa de recabar votos para llegar a la Generalitat. 

El presidente del Gobierno evita cualquier gesto que pueda perjudicar la investidura de Illa, mientras Cerdán y Turull mantienen los puentes entre el PSOE y Junts

Ante el debate interno en las formaciones independentistas tras romperse su mayoría, los socialistas recetan calma y trasladan que Illa “no tiene prisa”. La foto con Puigdemont estará así condicionada por unos plazos para la investidura, con el 25 de agosto como fecha límite, además de los posibles cambios orgánicos en las fuerzas independentistas. Sobre esto último, en la cúpula del PSOE se barrunta que, además de ERC con un congreso extraordinario fijado para el 30 de noviembre, el espacio de Junts también puede acabar reformulándose.

La "normalización"

Dejando a un lado si Puigdemont acaba abandonando la primera línea política, como se comprometió a hacer si no lograba volver a la Generalitat, su encuentro con Sánchez va más allá de la necesidad que tiene el Gobierno de contar con los siete votos de Junts en el Congreso para sacar adelante sus iniciativas. Cuando anunció a mediados de diciembre su intención de reunirse con el candidato posconvergente en las recientes elecciones catalanas, el jefe del Ejecutivo enmarcó la cita en un contexto más amplio: la “normalización” de las relaciones con el independentismo. Sánchez vino a decir que no sería solo un cara a cara en privado, sino "varios", y sus colaboradores indicaron que en principio el lugar más adecuado para ese primer encuentro sería Bruselas.

Pero entonces, cuando la Moncloa planteó los términos del encuentro, ni siquiera se habían convocado los comicios catalanes del pasado 12 de mayo. Esa convocatoria lo ha cambiado todo. 

No solo la cita entre Sánchez y Puigdemont. También las relaciones más a pie de tierra del PSOE con Junts y ERC. La Moncloa no contempla nuevas convocatorias de la mesa de diálogo con la Generalitat, ahora que Pere Aragonès se encuentra en funciones. Tampoco nuevas reuniones de los socialistas con Junts fuera de España, con la presencia del diplomático salvadoreño Francisco Galindo como mediador internacional. Ambos foros han quedado en suspenso. Aun así, los vínculos no se han roto. 

Con el Govern, por ejemplo, se mantendrán las bilaterales entre el Ministerio de Transportes y la Conselleria de Territori para el traspaso de Rodalies, independientemente de las negociaciones de investidura en Catalunya. Al mismo tiempo, con Junts, el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, continúa hablando con frecuencia con el secretario general de los posconvergentes, Jordi Turull

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