Memoria democrática

El entierro del 'avi Narcís' y otros 172 soldados republicanos de la Guerra Civil aún por identificar

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La fosa de la masía de Santa Magdalena, en Móra d'Ebre, donde se recuperaron 177 cuerpos de soldados republicanos

La fosa de la masía de Santa Magdalena, en Móra d'Ebre, donde se recuperaron 177 cuerpos de soldados republicanos / ACN

Sara González

Sara González

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"Maria, comprendo la alegría que debes tener cuando tienes una carta porque a mí me pasa igual, aunque es una alegría acompañada de una tristeza que a veces me cuesta unas lágrimas, pero eso me da valor esperando el final". Era el 30 de julio de 1938 cuando Narcís Mediavilla Cardó escribió desde el frente esta carta a su mujer, Maria Batlle, y a sus dos hijas de 8 y 5 años. Palabras que recogen los miedos y esperanzas de un joven escultor de madera que fue reclutado por el ejército republicano en la Guerra Civil. Tres meses después, la misiva que llegó a su domicilio en L'Hospitalet de Llobregat fue la que la familia nunca hubiera querido recibir: "Su compañero ha muerto heroicamente defendiendo al Gobierno de la República". Tenía 32 años y su esposa, que lo buscó por todos los hospitales a su alcance, nunca encontró su cuerpo.

No ha sido hasta este sábado, 85 años después, cuando los restos de Mediavilla, por iniciativa de la conselleria de Justícia del Govern de la Generalitat, serán enterrados en el cementerio de Móra d'Ebre junto a otros 172 cuerpos de soldados que aún no han podido ser identificados. Provienen todos de la fosa de la masía de Santa Magdalena, la más grande que se ha abierto hasta ahora en Catalunya. Son sus nietos, Xavier Segarra, su hermano David y Ferran Rovira, los que se han arremangado hasta encontrar al 'avi Narcís', al que no pudieron conocer y sobre el que, fruto del dolor, la familia corrió un tupido velo de silencio. Maria se casó años después en segundas nupcias.

Una carta manuscrita del 'avi Narcís' en 1938 que conservan sus nietos

Una carta manuscrita del 'avi Narcís' en 1938 que conservan sus nietos / Cedida

Catorce años de búsqueda

"Descubrí que nuestro abuelo materno genético había muerto al darme cuenta de que los apellidos de mi madre no correspondían con los de quien ejerció como nuestro abuelo, que fue alguien maravilloso. Pregunté, pero la actitud era de no querer hablar, de buscar tapar y no remover una situación muy traumática", relata David. Su hermano Xavier fue quien se inscribió en 2009 al censo de familiares de personas desaparecidas y al programa de identificación genética tras recopilar cartas que guardaban su madre y su abuela -ya fallecidas- y la poca información de la que disponían. "Me apunté con la sensación de quien compra un número de la lotería",

Las pesquisas con las que cuentan sitúan a Mediavilla, adscrito al batallón 594 de la 149 Brigada Mixta, en Sant Guim de Freixenet (en la comarca de La Segarra, Lleida) antes de ser herido por un obús de artillería estando en la trinchera que le destrozó la pierna y que provocó su muerte el 5 de agosto de 1938. Sin embargo, desde esa fecha y hasta el 30 de octubre, la familia recibió noticias contradictorias sobre si seguía o no con vida.

Una "ausencia muy presente"

Catorce años después del inicio de una búsqueda de la que no habló ni con su madre ni con su abuela y un goteo de correos electrónicos sin avances, Xavier recibió en febrero un mensaje de la dirección general de Memòria Democràtica en la le informaban de que, a partir de su muestra de ADN, había el 50% de posibilidades de que hubieran localizado los restos de su abuelo. El frotis bucal de su tía, pariente de primer grado de consanguinidad, acabó confirmando que los despojos eran los de Narcís. Con su identificación, son 25 las familias que, desde 2016, han podido localizar y recuperar- sus allegados muertos y desaparecidos durante el franquismo.

"Hoy cerramos un círculo y se hace justicia a todas las personas ausentes", asegura Xavier. "Es un homenaje a la memoria de mi abuelo, que ha sido una ausencia muy presente en mi familia, y una denuncia de que hay aún miles de cuerpos por identificar en el Estado español. Esta es una vergüenza sideral en la Europa del siglo XXI", añade David.

La fosa de la masía de Santa Magdalena se abrió en diciembre de 2020 en el marco del plan de fosas de la Generalitat -tiene cerca de 900 localizadas y casi 13.000 difuntos referenciados- y, tras siete meses de trabajo, se recuperaron 177 cuerpos, de los cuales se han identificado cinco. Es, hasta ahora, la intervención en la que se han exhumado una mayor cantidad de restos humanos, además de encontrar material médico que permitió corroborar que se trataba de un hospital militar que alojaba heridos de la batalla del Ebro. La libreta del doctor Gras, un cirujano del ejército republicano, fue clave para tener pistas sobre quiénes podrían haber sido enterrados en esta fosa fuera de cementerio que corría el riesgo de desaparecer.

Derecho a "conocer la verdad"

"Hoy les damos una sepultura digna, lo hacemos con un mandato ético, humanitario y democrático", sostiene el director general de Memòria Democràtica, Alfons Aragoneses, que subraya que se hace no solo por las familias y por dignificar a las víctimas, sino también porque la ciudadanía tiene "derecho a conocer la verdad" de lo que pasó en los años de la guerra y de la dictadura franquista. "Cuando esto acabe lo tendremos que celebrar, pero se deberá guardar un minuto de silencio por los que han caído", decía Mediavilla en otra de sus cartas en las que, como de sus figuras de madera se tratara, esculpía vivencias y sentimientos. El 'avi Narcís' tendrá hoy el entierro y la memoria que entonces se le negó junto a los compañeros de fosa sobre los que muchas familias, incluso en silencio, siguen preguntándose dónde están.

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