"Cómo va a ganar Milei, si hasta puteó al Papa"

Andá pallá Bobo by Emilio Pérez de Rozas

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Emilio Pérez de Rozas

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Cuando mis amigos Alejandro Ceresuela y Jesús Robledo, dos de los mejores fotógrafos del Mundial de motociclismo, me acompañan al Gran Premio de Argentina, que se celebra anualmente en la localidad de Termas de Río Hondo (bueno, en realidad, a mis 71 años, son ellos los que me traen y me llevan a todas partes), solemos hospedarnos en la modestísima casa que tiene, en el pueblo, nuestro amigo Marcelo, padre de cuatro hijos y abuelo de cuatro nietos.

Podríamos ir a los sencillos hoteles, pocos, que hay en Termas, pero preferirnos la estrecheces de la casa de Marcelo porque si él se enterase que estamos allí y no vivimos, bueno, dormimos, en su casa, sería capaz de irnos a buscar con su tropa y llevarnos, agarrados de la oreja, a su casa. Vamos, además, porque, pese a que no nos quiere cobrar nada ¡faltaría!, nosotros sabemos lo mal que lo pasan y, cada año, la noche antes de nuestra salida, le dejamos unos cientos de euros escondidos en uno de los libros de su librería. Él lo teme cada año, pero como no sabe hasta que despega nuestro avión cual es el libro, no puede impedir nuestra ayuda.

Día clave o casi

Estuve todo el domingo pensando en Marcelo y, al final, le llame. Le dije que me parecía increíble todo lo que seguía ocurriendo en su amada (nuestra o, al menos, mía) Argentina. “Mire, Emilio (es imposible que nos tutee), tenemos uno de los países más ricos del planeta, aquí tenemos de todo, ¡de todo!, y a la vez somos uno países más pobres. Ya ven, nos hacen escoger entre el ministro de Economía que nos hundió en la miseria, una ministra de seguridad que generó de todo menos seguridad y un iluminado que habla con su perro muerto. Esta es la gente que siempre tuvo el poder en Argentina y, lamentablemente, no se les puede sacar de ahí con nada, de ninguna manera. Vamos camino al desastre total, Emilio, pero, repito, aún hay mucha riqueza en Argentina como para que dejemos de exitir en un par de años”.

La amplia familia de Marcelo, según nos cuenta siempre, sobrevive gracias, no solo a su inestimable unión, sino a la economía doméstica que manejan, en la que todos lo hacen todo, incluso cortarse el pelo. Marcelo trabaja de taxista, es electricista, fontanero, algo albañil, profesor de FP y, además, posee dos parejas preciosas, casi únicas, de mastines, cuyas crías vende a muy buen precio para engordar, de vez en cuando, la caja común.

El candidato de La Libertad Avanza a la Presidencia de Argentina, Javier Milei, vota en la Universidad Tecnológica Nacional, hoy en Buenos Aires (Argentina)

El candidato de La Libertad Avanza a la Presidencia de Argentina, Javier Milei, vota en la Universidad Tecnológica Nacional, hoy en Buenos Aires (Argentina) / EFE/ Juan Ignacio Roncoroni

No cuento nada nuevo, ni de Argentina ni de ningún otro rincón del mundo, pero es que los argentinos tienen derecho (y pruebas) a pensar que nacieron en uno de los países más ricos del mundo (“somos como España, pero con dinero”, suele bromear Marcelo) y que, por culpa de sus políticos, están como están de endeudados por lo que resta de siglo. “Nosotros, Emilio, no solo tuvimos a Diego (Armando Maradona, por supuesto) que, si se hubiese presentado en estas esperpénticas elecciones, las hubiera ganado de calle, sino que tenemos a Leo (Messi) y hasta al Papa Francisco Bergoglio”.

Es por ello que, ya de madrugada, cuando se demostró que Argentina se había asustado tanto, tanto, ante el discurso rompedor, apocalíptico, de Javier Milei, el iluminado que habla con su perro muerto, que había provocado un salto cuantitativo en la bolsa de votos del ‘ministro desastre’ Sergio Massa, convirtiéndolo, ahora sí, en el favorito en la definitiva votación del próximo 19 de noviembre, entendí las palabras de un sindicalista que apareció a las puertas del hotel donde el peronismo celebraba su victoria y cuya reflexión era “¡cómo va a ganar Milei si hasta puteó al Papa!”.

Un analista comparó, en el canal C5N argentino, el 'fenómeno Milei' al 'fenómeno Rivera', de Ciudadanos, al que todos hicieron presidente en cuanto apareció en escena

La noche electoral, en la que en el centro de operaciones de Milei apareció Eduardo Bolsonaro, el tercer hijo del expresidente de Brasil, defendiendo que los ciudadanos compren y tengan armas para defenderse, tuvo un momento muy llamativo y fue cuando un prestigioso analista apareció en el canal C5N y comparó la repentina aparición en la escena política de Milei con el explosivo nacimiento de Albert Rivera y Ciudadanos. “¿Los recuerdan, verdad? En España, hubo quien hasta llegó a considerar a Rivera el nuevo presidente del Gobierno y, ahora, poco tiempo después muy pocos saben qué ha sido de Rivera y su partido está, también, casi desaparecido”.

Votar con miedo

La conclusión de la noche electoral en Argentina fue, en efecto, que Massa y los que gobiernan tomaron buena nota del susto que se llevaron en la votación que convirtió a Milei en favorito y que una cosa es votar con bronca y otra, muy distinta, apoyar lo que todos llaman “un giro hacia el abismo”. Ese abismo que una de las presentadoras de la televisión argentina definió anoche como “ir, como he ido yo hoy al supermercado, y ver que el 75% de los artículos no tenían precio o cambiaban de precio cada cuatro horas. Eso es algo más que incertidumbre, la verdad”.

Es evidente, que Argentina, de momento, veremos qué acaba sucediendo en la votación final para presidente del próximo 19 de noviembre, entre Sergio Massa (36% de los votos) y el rupturista Javier Milei (30%), ha preferido votar malo conocido que bueno por conocer, justamente a los 40 años de la vuelta de la democracia. La conclusión es que antes “se voto con bronca” y, ayer, “se votó con miedo al abismo”.

Veremos si, a partir del 19 de noviembre, sea quien sea el próximo presidente de Argentina, le cambia la vida a nuestro amigo Marcelo y a su maravillosa familia. Él no lo cree porque piensa que casi todos son lo mismo. Y no lo son, no, Marcelo, no lo son.

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