Cita entre gobiernos
Las cuatro almas de la mesa de diálogo: ¿qué hoja de ruta defiende cada partido?
Dentro de las delegaciones de la Generalitat y el Gobierno se acentúan las diferencias sobre cómo resolver el conflicto político
Xabi Barrena
Periodista
Periodista de la sección de Política
Júlia Regué
Responsable de la sección de Política.
Graduada en Periodismo y en Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra (UPF), ha desarrollado su carrera profesional en la sección de Política, donde se incorporó en 2016. Ha seguido la actualidad política del Parlament de Catalunya y el día a día de varios partidos. También ha colaborado en programas de TV3, Catalunya Ràdio y RAC1.
Miguel Ángel Rodríguez
Periodista político, especializado en la información parlamentaria del Congreso y el Senado
La mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat se retomará este miércoles tras un primer encuentro el 26 de febrero del 2020. 19 meses después, con el impacto de una pandemia mundial, elecciones catalanas de por medio, ERC desplazando a Junts al frente del Govern y una remodelación profunda del Ejecutivo central, poco queda de aquella cita inicial en la que se constató la "naturaleza política del conflicto" para encauzar una "solución política".
Los escuetos cuatro acuerdos de aquella primera toma de contacto fueron que el foro se reuniría mensualmente, que se celebraría alternativamente en Madrid y Barcelona, que los presidentes y vicepresidentes se incorporarían a la mesa "cuando sea necesario ratificar acuerdos políticos, salvo que alguna de las partes decida otra composición" y que cualquier pacto se formularía "en el marco de la seguridad jurídica". Ante una segunda cita que para el Govern es un "recomienzo", florecen las diferencias dentro de las dos delegaciones y se acentúan las cuatro almas que se exhibirán en el foro para el deshielo.
Esquerra
ERC es el padre intelectual de la mesa de diálogo y el principal, por no decir el único, avalador. Los republicanos apostaron fuerte por conseguir este foro de igual a igual con el Gobierno para resolver un conflicto político que, además, fue reconocido como tal. Y Esquerra no cejará en su empeño en que esta se celebre y que lo haga sin desvirtuarse, es decir, sin abordar otros asuntos más propios de una comisión bilateral que desvíen el foco del referéndum y la amnistía.
Pero dos no negocian si uno no quiere. Y ese es el punto débil que los republicanos aceptan. Y por eso es el propio Oriol Junqueras el que advierte, en una entrevista en este diario, de que la comunidad internacional tomará nota si el PSOE va a la mesa “arrastrando los pies”, mientras el Govern, es decir ERC, se emplea a fondo. Falta por ver si es un segundo intento del nada exitoso "el mundo nos mira", de hace cuatro años o si esta vez, sí, alguien, más allá de los Pirineos, tiene un ojo en la península.
Junts
Junts se reafirma en el escepticismo ante la mesa de diálogo porque duda de que de este foro salga un pacto por el referéndum y la amnistía, e incrementa su resquemor el hecho de que este ente surja de un acuerdo entre ERC y el PSOE, "de espaldas al independentismo”, achacando la “responsabilidad” de los acuerdos o de la falta de los mismos a sus creadores. De aquí sus esfuerzos en diluir el foro y abriendo una crisis de Govern por la composición de la delegación, ya que Junts quiere que asistan sus representantes políticos, no sus 'consellers', salvo el 'vicepresident' Jordi Puigneró.
En Junts, y también en la CUP, opinan que hay que empezar a preparar un plan b ante un posible fracaso. No desdeñan el diálogo, pero sí la utilidad del formato y el contexto porque creen que el Gobierno “no tiene incentivos” para negociar “de forma seria y creíble”.
Asumen su presencia, por "lealtad" al pacto con ERC, "desde el profundo escepticismo". No se levantarán de la mesa, pero tampoco asumirán la responsabilidad de un eventual naufragio conscientes de que si se dan frutos, tampoco podrán celebrarlos como propios.
PSOE
El PSOE acude al encuentro con una disposición "total" para el diálogo, dijo Pedro Sánchez. Eso sí, un diálogo en el que los partidos independentistas no exijan ni la autodeterminación ni la amnistía. El presidente del Gobierno quiere que el Govern salga del "ensimismamiento en el que ha estado en estos últimos 15 años" y abra debates prácticos acordes a tiempos pospandémicos. La propuesta del líder socialista es la ya conocida agenda del reencuentro: 44 puntos en los que se habla de financiación, políticas sociales o infraestructuras.
Más allá de los asuntos que se traten, el Ejecutivo no deja de recalcar que tendrán que ser siempre dentro del marco constitucional. Cualquier planteamiento que se aleje de la legalidad avocará a una cita "breve" que no lleve a "nada", apuntó el ministro de Cultura, <strong>Miquel Iceta</strong>, en referencia a la autodeterminación y la amnistía. Eso no quita, dijo el líder del PSC, <strong>Salvador Illa</strong>, que se pueda hablar de "fortalecer y mejorar el autogobierno", donde sí hay "consenso entre catalanes".
Unidas Podemos
Sin líneas rojas. Unidas Podemos lleva meses esgrimiendo esas tres palabras para plantear la necesidad de abrir el debate en la mesa de diálogo sin trabas. La vicepresidenta segunda, <strong>Yolanda Díaz</strong>, reivindicó que Gobierno y Govern deben "poder hablar y suscitar cuantos temas estimen convenientes con absoluta libertad". Fuentes cercanas a la líder de Unidas Podemos explican que Díaz, experta negociadora en diálogo social, acudirá "con voluntad constructiva y de entendimiento". En este sentido, los morados reivindican la necesidad de cuidar la mesa y estrechar relaciones con el Govern.
El portavoz de Catalunya en Comú, <strong>Joan Mena</strong>, aseguro que su partido, a diferencia del PSOE, tiene propuestas para resolver el conflicto. La encargada de presentarlas a principios de septiembre fue la líder de los ‘comunes’, <strong>Jéssica Albiach</strong>, que insistió en la necesidad de reformar el delito de sedición, reforzar el autogobierno ampliando el marco competencial y crear un nuevo sistema de financiación con una hacienda propia. Los morados confían que esta posición intermedia entre el PSOE y los partidos independentistas -no vetar propuestas, pero plantear medidas plausibles- les haga subir en las encuestas.
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