Posada fugaz en Sanxenxo

Juan Carlos I pasa su última noche en España en la localidad pontevedresa, donde durmió en casa de su amigo Pedro Campos antes de irse a Portugal

El Rey emérito y el regatista Pedro Campos, durante una competición en Sanxenxo,

El Rey emérito y el regatista Pedro Campos, durante una competición en Sanxenxo, / periodico

C.V.

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando el viento empezó a soplar en contra en sus velas, llegó a decirse que el rey emérito consideraba Sanxenxo (Pontevedra), el lugar donde pudo recuperar el favor del mar tras sus insistentes problemas de salud, como su plan B a la Zarzuela, un puerto refugio en el que recabar tras las tempestades.

Aunque al final parece descartado incluirlo entre los vecinos, la localidad favorita del Monarca en Galicia se ha convertido también en su última posada sobre el suelo del país en el que llegó a reinar durante casi 40 años, el último puerto en el que descansó, eso sí, fugazmente, antes de que, al día siguiente, el pasado día 3 de agosto, arrancase temprano su peregrinaje rumbo a lo desconocido y se despertasen las especulaciones sobre su <strong>paradero final</strong>, que lo llegaron a situar a la vez a uno y otro lado del océano Atlántico.

Sanxenxo, a donde llegó la tarde del domingo en coche acompañado por sus escoltas, no solo es uno de los lugares donde, como decía la periodista del corazón <strong>Pilar Eyre</strong>, el monarca se siente "querido y respetado", sino un cobijo en el que ha podido plegar velas con discreción en casa de amigos como Pedro Campos, presidente del club náutico de la localidad, cuyo currículum, además de 16 campeonatos del mundo y once copas del rey de vela, incluye una profunda amistad con el rey emérito.

Con Campos, cuyo chalé había reemplazado en los últimos tiempos en las preferencias de Juan Carlos I la casa rural en la que antes se quedaba, y con su familia compartió, según fuentes conocedores de la estancia, cena y evocaciones de vela y del mar, pasión que tienen en común el anfitrión y su real invitado, la noche del domingo antes de dejar en torno a las ocho de la mañana del día siguiente la localidad rumbo al sur, a Portugal, todo apunta que al aeropuerto internacional de Sá Carneiro, otra vez en coche, y otra vez en compañía de sus escoltas, que pernoctaron durante la noche del domingo en un hotel.

El alcalde de Sanxenxo tilda la salida del Rey emérito de "error e injusticia"

La salida de España del rey emérito es "un error y una tremenda injusticia", ha lamentado este miércoles por la mañana Telmo Martín, alcalde de Sanxenxo, la localidad a la que el monarca está tan estrechamente ligado, dada su gran afición a la vela y los deportes náuticos. Juan Carlos I ha visitado la villa en numerosas ocasiones en los últimos años y el regidor de la villa turística considera que esta decisión es "un síntoma del simplismo y el populismo que nos gobierna", subraya. En su opinión, "en ningún otro país del mundo hubieran forzado la salida de un Rey que hizo posible que España pasara de una dictadura a una democracia", ha argumentado. El regidor insiste en en que "en ningún caso" se habría optado por esta opción, "ni aunque fuera culpable de todo lo que se dice. Que no lo es", concluye.

Además de un aliado sentimental de Juan Carlos I y un muelle en el que ancló su afición por la vela, los amigos y su gusto por la gastronomía, Sanxenxo, localidad que el Monarca en paradero desconocido ha devuelto el favor al contribuir a ponerla en el mapa, tiene la ventaja de situarse a apenas 200 kilómetros -unas dos horas de coche- del aeropuerto de Oporto, donde el emérito habría podido tomar el enlace hacia su nueva vida, que algunos sitúan, al menos temporalmente, en la República Dominicana.

Oficialmente su destino sigue siendo una incógnita para gran parte de quienes fueron sus súbditos. No obstante, el hecho de que sus escoltas, a cargo del Gobierno, lo acompañasen, pone en cuestión que el Ejecutivo, o al menos parte de él, pueda desconocer su destino.

Suscríbete para seguir leyendo