EL LABERINTO CATALÁN
Tsunami Democràtic y CDR, juntos pero no revueltos
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Júlia Regué
Responsable de la sección de Política.
Graduada en Periodismo y en Ciencias Políticas por la Universitat Pompeu Fabra (UPF), ha desarrollado su carrera profesional en la sección de Política, donde se incorporó en 2016. Ha seguido la actualidad política del Parlament de Catalunya y el día a día de varios partidos. También ha colaborado en programas de TV3, Catalunya Ràdio y RAC1.
Júlia Regué
El magma de agitación independentista se ha multiplicado con la sentencia del 'procés'. Más allá de las entidades soberanistas, que han trazado su propia hoja de ruta, han cobrado protagonismo nuevos actores políticos que se reparten las calles con el fin de mantener el pulso, como el Tsunami Democràtic o Pícnic per la República, y los Comitès de Defensa de la República (CDR) han vuelto a la acción tras meses en la sombra.
Quizás el más aclamado haya sido el Tsunami, porque partidos y entidades se apresuraron a popularizarlo, aunque su actividad callejera haya sido la menos activa. Bajo el temor de la aplicación de un nuevo 155, el independentismo institucional se puso en las manos de este movimiento de nuevo cuño a sabiendas de que el núcleo organizador emula al que repartió las urnas por toda Catalunya, el 1-O, y que defienden una agitación no violenta. La agenda de movilizaciones del Tsunami es propia, aunque partidos y entidades mantienen interlocución con ellos. Por contra, los CDR son imprevisibles.
Comunicación escasa
Desde el primer aniversario del 1-O, la comunicación de los CDR con el resto de actores soberanistas es escasa. En aquella ocasión, acordaron conjuntamente una marcha unitaria a las puertas del Parlament con la directriz expresa de no generar altercados. Pero cayó el sol, finalizó la marcha y hubo manifestantes que llamaron a ocupar la Cámara catalana en un intento que acabó con cargas de los Mossos d’Esquadra. Según varias fuentes consultadas, este episodio desgastó las relaciones e hizo que los partidos abrazaran una propuesta como la del Tsunami, que se define como "desobediencia civil no violenta" y que les permite marcar distancias con unos Comitès imprevisibles que han gobernado las calles durante varios días.
La coordinadora de estos Comitès no esconde su malestar con el nacimiento del Tsunami. "Viene de altas esferas", sostienen fuentes de este espacio, e insisten en que funcionan "de forma totalmente distinta". Los CDR han llamado a una movilización sostenida con convocatorias diarias a través de las redes sociales y muchas de ellas han terminado con altercados. Están convencidos de que el conflicto en las calles les favorece para "generar un escenario de confrontación con el Estado".
Ni partidos ni entidades habían previsto un escenario de violencia. Los CDR coparon las calles, aunque tanto la ANC como Òmnium Cultural pudieron seguir sus planes con concentraciones propias, les 'Marxes per la Llibertat' y la masiva manifestación unitaria del sábado. El Tsunami, lanzó una aplicación móbil pero no volvió a las calles. El anuncio del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de que había en marcha investigaciones sobre Tsunami propició que el círculo de colaboradores se estrechara y que acotaran sus acciones. Hasta ahora, sólo se han dejado ver en el aeropuerto de El Prat y en una convocatoria exprés a raíz de la visita del presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. En su calendario han fijado próximas citas el día de la jornada de reflexión, los tres días posteriores al 10-N y el día del Clásico, el 18 de diciembre.
Las 'Marxes' de los CDR
Aunque los CDR mantuvieron un perfil bajo durante meses y se deshincharon a nivel local, la coordinadora seguía cavilando propuestas para responder a la sentencia. De hecho, las 'Marxes per la Llibertat' que encabezaron la ANC y Òmnium Cultural fue una propuesta que salió de los Comitès, tomando ejemplo de las 'Marchas de la Dignidad'. Estos la trasladaron a la Assemblea, ya que los contactos con Òmnium Cultural son menos fluidos y mucho más distantes, e hicieron suya la idea. La infraestructura de la ANC podía hacerlo posible. Sin embargo, cambiaron el final del recorrido. La propuesta inicial optaba por acabar la protesta a las puertas del Parlament de Catalunya. Se desestimó para no reeditar el 1 de octubre del 2018.
Una vez avalado por la ANC, se propuso a Òmnium Cultural que, a su vez, presentó su propia acción: rodear "símbolos de poder del Estado", como la Delegación del Gobierno en Barcelona o las subdelegaciones en las provincias. Acordaron firmar ambas iniciativas conjuntamente para sumar fuerzas. Pero la entidad liderada por Paluzie sonrió también a Pícnic per la República, que emergió para convocar sentadas y bloqueos pacíficos en lugares como la Sagrada Familia o la Vía Laietana.
"Esto va mucho más allá de las sentencias, y será largo", apuntan fuentes de estos espacios. La campaña electoral será convulsa. También en las calles.
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