A solo días de la sentencia del 'procés'

El Gobierno restaura su confianza en los Mossos

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barcelona 27 03 2019 despliegue mossos por estaciones de me190929135807 / ÁNGEL GARCÍA

Juan José Fernández

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El recelo que congeló las relaciones de las Fuerzas de Seguridad del Estado (FSE) con los Mossos en torno al 1-O no se da en su segundo aniversario, según todas las fuentes consultadas. Paradójicamente, mientras manda en la Generalitat un presidente independentista, el Ministerio del Interior da por reconstruida su confianza en la policía catalana, justo antes de la escalada de tensión en las calles que se prevé por la publicación de la sentencia del ‘procés’.

Cinco gestos del deshielo

Cinco gestos han marcado  un paulatino deshielo auspiciado por el ministro Fernando Grande-Marlaska y la delegada del Gobierno en Catalunya, Teresa Cunillera. «No puede repetirse un atentado como el del 17-A con la división que mostramos entonces. Ahora la coordinación es muy buena», explica una fuente ministerial para señalar el origen de esa filosofía, vista desde Madrid.

El primero de esos hitos fue la recuperación de la Junta de Seguridad de Catalunya, el 2 de octubre del 2018 y el 4 de marzo pasado. Desde entonces, están reactivadas las comisiones mixtas de seguimiento, con Mossos, Guardia Civil y Policía Nacional.

La suspensión de la parte institucional de la última Junta, la semana pasada, no provocó un parón en el trabajo de la comisión, donde se ven policías y no politicos. De hecho, los Mossos estaban informados desde primera hora de la operación Judas de la Guardia Civil -la desarticulación del grupo supuestamente terrorista Equip de Resposta Tàctica (ERT), con nueve CDR detenidos-. Por este motivo, la Generalitat envió una foto oficial.

Los Mossos y el sistema europeo Siena

Hubo un segundo gesto hace un año, con Interior interviniendo para facilitar la entrada de los Mossos en el sistema policial europeo Siena, a través de una integración de la policía catalana en el CITCO (Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado) del ministerio.

A su vez, la Guardia Civil y Policía acceden al sistema 112 de Catalunya. Y se coordina ya información de los Mossos con ambos cuerpos en la red Viogen catalana para la prevención de delitos de violencia machista. Después, Interior concedió la medalla al Mérito Policial al jefe de Coordinación Territorial de los Mossos, David Boneta.

Fruto de esta sucesión de gestos de apertura es una escena el pasado 5 de julio en la Academia de Suboficiales del Ejército en Talarn (Lleida). El comisario Eduard Sallent, jefe de los Mossos, participó en la entrega de despachos de una academia del Ejército, y bajo presidencia del Rey. Impensable hace un año.

Nueva relación

Ya no se llena la cafetería de la Comandancia de la Guardia Civil en Lleida a la hora en que se sirve su menú del día de ocho euros. Antes del estallido del ‘procés’, guardias, policías nacionales y locales, mossos y funcionarios de Justicia abarrotaban el local. En una época no lejana, los mossos eran incluso mayoría. A partir del 1-O eso se acabó: se ve un solo color de uniforme en las mesas.

En la Catalunya interior, la relación se reconstruye lentamente entre policías de una y otra orilla, y "ha mejorado mucho en Lleida capital", dice un veterano de la Comandancia, que atribuye a que, si ahora siguen sin verse mossos en el bar, es porque ha cambiado el cocinero.

El deshielo se ha ido produciendo en Lleida en sucesivas concentraciones y protestas en las que los Mossos han dado protección a la Subdelegación del Gobierno. Pero aún hay nula cooperación en los pueblos de las comarcas de Alt Urgell y Solsona, asegura la misma fuente. El procesamiento de siete mossos por sucesos del 1-O pesa.

La confianza se relata mucho más entre los policías de a pie que en el área de información, aún terreno para el recelo. "Ahí la confianza no es plena, nunca lo había sido", admiten en Lleida... y no tanto en Barcelona, escenario de dos importantes operaciones conjuntas Mossos-Policía Nacional: entre el 19 y el 21 de junio, el golpe en El Prat y el Raval a una red narco pakistaní; y el pasado 28 de agosto, una redada de carteristas en el Metro de la ciudad.

No perder competencias

Fuentes de las FSE en Catalunya interpretan que los acontecimientos trascendentes previstos en la agenda de octubre asoman en el calendario en un clima de distanciamiento de la cúpula policial de los Mossos del mando político formado por el conseller Miquel Buch y su número dos, Brauli Duart. La tensión entre el área profesional y el mando político no se disimuló por parte de la primera cuando el segundo reclutó en abril una guardia presidencial sin contar con los mandos del Cuerpo.

Pero es que, además, para este 1-O pesa en la cúpula de los Mossos el precedente del procesamiento del mayor Josep Lluís Trapero y otros jefes del Cuerpo por los sucesos del 1-O de 2017 –consideran las mismas fuentes-, con juicio previsto en enero.

Estas fuentes, en sus conversaciones con la cúpula de la policía catalana, reciben una razón de más peso para el deshielo: su deseo de evitar una nueva "pérdida de confianza de los tribunales" y una posterior pérdida de competencias. Del riesgo se ha hablado en una reciente reunión mixta de jefes de unidades de policía judicial.

Puntos clave

De cara a protestas por la sentencia del ‘procés’, el cuadrado que forman Solsona, Berga, Girona, Vic y Manresa preocupa a las FSE por el potencial movilizador que, a su juicio, conservan allí los CDR.

Y es en esa zona donde más influencia atribuyen al sector independentista de los Mossos. Análisis que han enviado a Madrid agentes de las FSE en Catalunya prevén que las manifestaciones mostrarán "una aparente unidad" de los partidos independentistas, la ANC, Òmnium, las CUP y Arran, pero que "el sector político más pragmático mantendrá la movilización menos tiempo que el sector más fiel a Carles Puigdemont", relata un redactor de esos informes.

Los observadores de las FSE en Catalunya también confían en los Mossos, pero señalan un protagonista y un momento clave que puede abrir diferentes escenarios de seguridad y, por tanto, otros operativos. El protagonista es el president Torra y el momento, su primera alocución pública tras el fallo del Supremo, si llama a la protesta callejera poniendo en compromiso a ERC o, por el contrario, modera su discurso y evita sentarse ante un tribunal.