LA CONVOCATORIA ELECTORAL

Doble ración de otoño caliente en Catalunya

Campaña de Òmnium en el metro de Barcelona.

Campaña de Òmnium en el metro de Barcelona. / periodico

Daniel G. Sastre

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En julio, durante el fallido debate de investidura de Pedro Sánchez, Gabriel Rufián advirtió al líder socialista desde la tribuna del Congreso: “Septiembre nos complica la vida a todos”. Era difícil no estar de acuerdo con esa apreciación, pero ya no hay vuelta atrás: pasó el verano y los partidos tampoco han encontrado esta semana una salida al laberinto en el que se ha convertido la gobernabilidad en España. Pese al estupor de muchos votantes, sobre todo de izquierdas, habrá elecciones el 10 de noviembre. Las generales cogen a casi todos a contrapié, y el independentismo tampoco es ajeno a la sacudida que va a provocar una convocatoria que no esperaba.

El plato fuerte de este otoño llevaba muchos meses marcado en el calendario. Las instituciones catalanas y los partidos, especialmente ERC y JxCat, llevan tiempo discutiendo cómo afrontar las sentencias del juicio del ‘procés’, y esperan que el dictamen del Supremo –salvo en el poco probable caso de una absolución general- sirva al menos como acicate para unas bases cada vez más descontentas ante la desorientación de sus líderes. Ahora, las previsibles condenas compartirán protagonismo con el 10-N. Si se cumple el calendario anunciado por el fiscal Javier Zaragoza, las elecciones llegarán apenas un mes después del veredicto de Manuel Marchena.

Las sentencias marcarán sin duda la estrategia de los partidos con respecto a las generales, pero las fuentes consultadas no se atreven por ahora a concretar la intensidad de esa influencia. De momento, ERC y JxCat tienen solo unas semanas para decidir si mantienen el talante con el que han abordado los últimos meses –más beligerante en la posconvergencia, más abierto a la colaboración con las izquierdas españolas en el caso de Esquerra- en el menú programático que ofrecerán a los votantes.

"Una buena oportunidad"

“Preferíamos no tener que afrontarlas, pero bienvenidas sean. Son una buena oportunidad”, dicen sobre las elecciones en la sala de máquinas de Junts per Catalunya. Los frentes abiertos de ese espacio político eran ya muy importantes –la pugna interna entre pragmáticos y puigdemontistas, sobre todo, además del debate de qué hacer tras las sentencias-, y ahora tendrá que afrontar un nuevo paso por las urnas con el objetivo de no seguir desangrándose en las generales.

En las últimas elecciones al Congreso, con una lista encabezada de manera simbólica por Jordi Sànchez, JxCat obtuvo siete diputados, uno menos que en el 2016. Los números mejoraron de nuevo a los que les pronosticaban las encuestas, pero nadie dice que ese hábito vaya a ser eterno. Lo más probable, dicen desde la formación, es que Laura Borràs repita como aspirante a jefa de filas efectiva en el Congreso, a la espera de si se concreta la inhabilitación de los presos pendientes de sentencia. Ellos, en una reunión en Lledoners el pasado miércoles, se mostraron dispuestos a repetir.

La factura electoral

En Esquerra la situación interna es bastante más tranquila. El liderazgo de Oriol Junqueras, aun desde la cárcel, es incontestable, como quedó claro en la elección de la ejecutiva del partido la semana pasada. El problema del partido es más bien cómo lograr que las críticas independentistas a su estrategia conciliadora, a menudo instigadas desde sus socios de JxCat, no les pasen factura electoral.

En el partido tienen en principio previsto mantener la mano tendida a Sánchez –siempre que oriente un eventual futuro Gobierno a la izquierda-, a pesar de que su abstención en julio solo recibiera el desdén del presidenciable socialista y la advertencia de que no le temblará la mano para volver a aplicar el 155 si la Generalitat se salta la ley. Un dirigente de la formación afirma que, aunque “no lo ponen fácil”, es muy probable que Esquerra repita mensaje electoral.

Pese al ruido en las redes, la metamorfosis de Gabriel Rufián –el candidato efectivo de ERC ha pasado en poco tiempo de azote de todos los grandes partidos a principal adalid del acuerdo político- deparó a ERC su mejor resultado de la historia en unas generales. Esos 15 diputados, entienden en el partido, avalan su apuesta por la moderación. “Es la manera de poner más difícil a los socialistas que pacten con la derecha”, aseguran tras los últimos guiños de Sánchez a Ciudadanos.

Las generales, además, complican aún más las previsiones sobre la legislatura catalana. Quim Torra, que la semana que viene afronta el Debate de Política General y después del 10-N tendrá el juicio por desobediencia por los lazos amarillos de la fachada de Palau, podría ser inhabilitado a principios del 2020. Quizás entonces, algunos meses después de que se hayan celebrado las elecciones al Congreso, ya sea imposible ignorar a las influyentes voces que desde ERC sugieren que los catalanes renueven también el Parlament.