PRIMER ANIVERSARIO

El Gobierno pide a Torra que rebaje la "retórica romántica" y garantice el orden

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Iolanda Mármol

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El Gobierno de Pedro Sánchez ofreció un perfil bajo en el primer aniversario del 1-O, convencido de la necesidad de rebajar la crispación para poder avanzar en el diálogo con la Generalitat que, aunque muy lentamente y con todas las precauciones, empieza a cristalizar en acuerdos. El Ejecutivo, que daba por hecho las movilizaciones en Catalunya, prefirió no exponer al presidente, en una táctica que se mueve entre la voluntad de discreción para que las conversaciones fructifiquen y los mensajes públicos a Quim Torra para que rebaje el maximalismo verbal. El 'president ignoró las peticiones de Madrid y alentó a los Comitès de Defensa de la República (CDR)CDR, por lo que se ganó el enésimo recado desde la Moncloa

"Le estamos pidiendo a Torra que desarme la retórica. Hoy estamos mejor que hace un año porque este Gobierno ha abierto pasillo político, una interlocución con las autoridades catalanas, y está dando resultado", señaló la ministra portavoz, Isabel Celaá, quien insistió en pedir al 'president' que abandone "retóricas románticas" para agitar a la ciudadanía. Desde esta advertencia, el Ejecutivo insistió en que es Torra el responsable de garantizar el orden en Catalunya. Tanto Celaá, como el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, subrayaron la función del mandatario catalán en este sentido. 

La portavoz opinó que las cargas policiales del 1-O "fueron un error" y que degradaron la imagen exterior de España, con imágenes "muy penosas", "muchas de ellas falsas". Tambien el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, ahondó en los errores. Acusó al Gobierno de Mariano Rajoy de proporcionar a los independentistas "argumentos para hacerse las víctimas" con las cargas policiales que se produjeron durante la consulta y recordó aquella jornada desde "la inutilidad de determinados procesos".

Actitud "contradictoria"

El socialista tildó de "contradictoria" la actitud del 'president', al considerar que mantiene "dos vías posibles": por una parte abre una senda de diálogo con el Gobierno y, por otra, alimenta el rupturismo desde la dialéctica. "Sigue manteniendo un espíritu rupturista unilateral basado en la construcción de un cierto mito, mientras explora vías más pragmáticas. A veces lo más pragmático, lo menos exento de romanticismo, es también lo más valiente", destacó Ábalos.

El Gobierno considera, en todo caso, que el 1-O no es fecha de celebraciones. Ni siquiera para el mundo independentista, porque fue consciente de que después de votar no llegaría la anhelada república y lo que quedaba, en cambio, era una Catalunya dividida.