Ensayo de boda en la sala roja
La macroreunión a cuatro bandas sienta a 22 emisarios de izquierdas mientras el PSOE negocia aparte con Ciudadanos
Iolanda Mármol
Periodista
IOLANDA MÁRMOL / MADRID
Fue como un ensayo de boda. Con su simbolismo, su ceremonia y sus rituales para dotar de solemnidad ante las cámaras de televisión a un encuentro que, por lo multitudinario, tenía más de celebración matrimonial que de reunión para negociar un gobierno. Por la mañana, el padrino sobrevenido, Alberto Garzón, dio a conocer el lugar. La sala Sert del Congreso --por el pintor catalán Josep Maria Sert-- pero al que todo el mundo se refiere como la “sala roja”. Sonrisa del destino. Casualidad. Premonición. La interpretación es libre. Pero el protocolo no.
Los de Garzón avanzaron a mediodía los lugares que debía ocupar cada invitado en la mesa, con un organigrama en el que Podemos y PSOE ocupaban puestos centrales. Y, también como en las bodas, con invitados extra que aparecen invocando a vínculos de familia remota. Ocho negociadores en nombre de Pablo Iglesias. Cinco por Pedro Sánchez -no acudió José Enrique Serrano-, otros cuatro de Compromís y, finalmente, IU, que tiene dos diputados pero cinco representantes sentados en la mesa.
La hora se fijó a las cuatro y media. Hubo amagos para que fuese antes, pero no había forma. Algunos diputados alargaban el fin de semana en sus provincias y había que esperarles. Otros querían reunirse antes para homogeneizar discursos y hubo quien se enteró que estaba invitado por la prensa, pero decidió no considerarlo un signo inquietante.
PODEMOS SE AVANZA
Se acercaba la hora. Ya estaban allí los fotógrafos. El ritual establecía que los grupos entrarían por orden de menor a mayor, subiendo por la escalera de caracol -llámenlo metáfora-. Llegó Garzón, con gesto de orgullo. A fin de cuentas si esta negociación es posible es gracias a esa carta que envió el jueves a los líderes de PSOE, Podemos y Compromís para ver si Pablo Iglesias da el ‘sí quiero’ antes de que lo haga Albert Rivera.
El segundo en llegar debía ser Compromís. Y sin embargo, caos. Podemos se adelantó. Para enfado y bronca de IU, Íñigo Errejón y los siete podemistas ignoraron la escalera, el caracol, los ritmos lentos y el protocolo. Llegaron de súbito, fieles a su estilo, en el ascensor que nadie les esperaba para desconcierto general. Hubo que parar corriendo a los valencianos para pedirles disculpas y rogarles que esperasen, que los morados se les habían colado y estaban posando para los fotógrafos. Y al final, sí, los negociadores de Sánchez. Con sus sonrisas, sus carpetas y sus promesas. Se desconoce si el anillo lo llevaban ellos o José Enrique Serrano, que negociaba en otro salón, sin fotógrafos, sin ceremonia y sin invitados. Con los de Rivera.
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