Rivera llama a votar a C's como antaño se apoyó a Felipe y Aznar

Inés Arrimadas, con el Comitè Català de Representants de Persones amb Discapacitat, este lunes, 22 de septiembre.

Inés Arrimadas, con el Comitè Català de Representants de Persones amb Discapacitat, este lunes, 22 de septiembre.

XABIER BARRENA / TERRASSA

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En esta especie de dos por uno que ofrece la campaña de Ciudadanos, con dos presidenciables, uno a la Generalitat y, sobre todo, otro a la Moncloa, hubo ayer doble ración de varapalo al PP y PSOE-PSC, con el ánimo confeso, claro está, de adueñarse de su electorado. Albert Rivera, el líder del partido, llamó ayer en Terrassa a los catalanes a votar por Ciutadans como en los 70 se votó a Adolfo Suárez; en los 80 a Felipe González, y en los 90, a José María Aznar.

Y es que en la recta final de la campaña es momento para repetir los mensajes vertidos en la primera semana para convertirlos en un remedo de esas canciones del verano que la gente tararea, le guste o no le guste. Por ejemplo, que el proceso independentista, según lo calificó ayer Inés Arrimadas, es de todo menos racional, una forma más de decir que el secesionismo carece de argumentos y anda sobrado de bajas pasiones. Y que estas no dan de comer.

Momento de Ciutadans para porfiar en la presión a PP y PSC para conseguir que se apoye a Arrimadas en el caso de que los soberanistas no alcancen la mayoría absoluta. Así, la propia candidata apuntó ayer que ese proceso se puede «revertir» el

27-S, y alertó a populares y socialistas que la «pelota está en su tejado» para configurar una alternativa.

La fuerza naranja intenta que el fantasma del pasado, como si fuera el cuento navideño de Charles Dickens, persiga a los dos grandes partidos españoles, en concreto, por sus pretéritos pactos con CiU (los dos en el Congreso) y con ERC (el PSC, cuando los tripartitos).

Y en algunos casos, ese pasado no está tan lejano, como se encargó de recordar Arrimadas en Terrassa. Y es que la cocapital vallesana ingresó recientemente en la Associació de Municipis per la Independència (AMI) merced a los votos del grupo socialista en el consistorio

Última oportunidad

Así las cosas, por la mañana, la candidata había dado una especie de última oportunidad a los dos grandes partidos nacionales. Fue en un desayuno con miembros de Empresarios de Cataluña, asociación que agrupa a más de un centenar de empresarios que defienden la unidad de España. Allí, Arrimadas apuntó que, «por primera vez», tanto el PSC como el PP tienen la «oportunidad de no equivocarse» apoyando en esta ocasión a Ciutadans, un partido situado en la «centralidad política». También Rivera aumentó la presión a PP y PSOE, pero siempre desde su óptica de campaña para las elecciones generales. «Qué mal nos ha ido a los españoles cuando solo se ha podido ser rojo o azul», dijo en alusión a los colores identificativos de los bandos republicano y fascista, en la guerra civil y que son, también, los de los socialistas y populares.

Los casos de corrupción sirvieron también a Rivera para poner distancia con los dos grandes partidos. «Nunca han tirado de la manta porque tela lo que tiene el PP bajo ella. Lo mismo que el PSC, que sacó la manita con el 3% y la volvió a esconder» afirmó. También hubo estopa para Podemos, el tercero en discordia. Por la tibieza de Pablo Iglesias en la defensa de la unidad de España y por los pactos de la fuerza lila con «todos los nacionalistas que ha encontrado». En concreto, Compromís en Valencia y Bildu en Euskadi. El independentista Lluís Rabell aparte.

Cabe consignar que si el domingo pasado Rivera se autoerigió poco menos que como el sucesor de Adolfo Suárez, ayer se definió no como un político, sino como un estadista: «La diferencia es que unos piensan en las próximas elecciones, y Ciudadanos piensa en las próximas generaciones».