el personaje de la semana

Juanjo Puigcorbé, el 'indepe' que fue Rey

 Si el actor fue un día juancarlista en la intimidad nunca lo sabremos. Y si algún día fue federalista tampoco importa a los que ven el federalismo como la esencia descafeinada del café para todos. Él ha dado un paso adelante y se postula como futuro teniente de alcalde de ERC en Barcelona.

El 'indepe' que fue Rey_MEDIA_1

El 'indepe' que fue Rey_MEDIA_1

DANIEL VÁZQUEZ SALLÉS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Quizá no fue una idea brillante comparar a Juanjo Puigcorbé con Sean Connery, como tampoco sería demasiado lúcido comparar al actor catalán con Norma Duval. Juanjo Puigcorbé tiene suficiente entidad como para ser teniente alcalde de Cultura y, utilizando el título de una de las películas con las que triunfó en la década de los 90, no morir en el intento. Pese a su condición de hombre, puede hacer dos cosas a la vez: ejercer la política mientras anuncia una vajilla de porcelana con un Dry Martini  mezclado, no agitado, en la mano.

El hombre que un día fue Rey de España en una miniserie que fue tildada por la prensa como «un histórico despropósito», ha decidido dar el salto a la política de la mano de Alfred Bosch. Si algún día fue juancarlista en la intimidad, nunca lo sabremos, ni creo que les importe a todos aquellos que jamás militaron en el papanatismo campechano. Y si algún día fue federalista, es algo que tampoco les importa a los que ven el federalismo como la esencia descafeinada del café para todos.

Presentarse bajo las siglas de ERC en un país que tiene la democracia secuestrada por una mayoría parlamentaria no es fácil -de izquierdas, republicano e independentista-, y como profesional de un gremio en el que el coraje político está condicionado a las ofertas de trabajo, demuestra una valentía que nada tiene que ver con el coraje de los profesionales levantadores del puño y la ceja.

Desde que en una entrevista en El món a RAC1 declarara que «la única opción es la independencia», su nombre ha sido el objeto de burla de los centrípetos. A pesar del apoyo popular, al actor le fue retirado «por presiones» el premio a su trayectoria profesional en el Festival de Cortos de Boadilla del Campo.

Puigcorbé reside en Madrid y le suelen ver paseando por el barrio de los Austrias -de la plaza de Oriente a la calle Mayor pasando por la calle de Espejo-, como un madrileño más y eso desconcierta a los que tratan de ponerle peros a su trayectoria profesional.

Puigcorbé es un tipo inteligente y de mirada socarrona. Y si se hubiera decantado por la física o por la filosofía -abandonó los estudios universitarios para ser actor-, quién sabe si ahora sería uno de esos estudiosos obligado a emigrar por falta de recursos. Pero el teatro le llamó, como suelen decir los que les gustan las frases enfáticas. Puigcorbé fue un gran actor de teatro en aquel gran Lliure de Fabià Puigserver, antes de dar el salto a un séptimo arte en el que había hecho sus primeros pinitos junto a Francesc Bellmunt.

Epílogo en Vespino

Con el cineasta sabadellense, Puigcorbé codirigió unas de las películas más emblemáticas de la España de la Transición, L'Orgia, cinta en cuyo epílogo aparecía conduciendo en pelota picada una Vespino por las calles de Barcelona alentado por la cámara de Bellmunt.  Como actor teatral, en 1987 ganó el Premio Nacional de Teatro por su trabajo en Lorenzaccio.

Sus primeros trabajos cinematográficos fueron como secundario. Últimas tardes con Teresa, La noche más hermosa, La vaquilla. Y como en aquellos años, para llegar al cielo cinematográfico se tenía que pasar por Madrid, en los años 90 se mudó de ciudad y se convirtió en uno de los actores más populares con comedias muy taquilleras que no han aguantado el paso del tiempo. La estética de los 90 es a veces un enemigo cruel. In memoriam, Salsa Rosa, Rosa Rosae o la antes mencionada El amor perjudica seriamente la salud.

Una de esas biografías de todo a 100 dedicadas a los actores dice que con el cambio de milenio sus trabajos cinematográficos se hicieron escasos. Puigcorbé es un todoterreno, y sin platós de cine, pero con los sets televisivos a su disposición, siguió dejando impronta porque como dijo un filósofo amateur en una conversación que escuché en el metro: «El que es, es».  Con la complacencia del padre de la criatura, Juanjo Puigcorbé fue el séptimo Pepe Carvalho que ha habido y quizás sea el último. Un lujo para un personaje que no ha tenido la suerte de su primo siciliano, el comisario Montalbano. La versión que tuvo que sacar adelante el potencial teniente alcalde de Cultura de Barcelona era demasiado posmoderna y poco barcelonesa.

A estas alturas del partido electoral, nadie puede poner la mano en el fuego por la suerte política de Juanjo Puigcorbé. Si la vida es como un Dragon Khan, la carrera política del actor está condenada a perder velocidad aunque esté montado en el carro del éxito. Él es actor y morirá siendo actor a pesar de los que le niegan el pan y la sal por cuestiones ideológicas. Como dijo el filósofo del pueblo: «El que es, es». H

Juanjo Puigcorbé