Reunión oficial de trabajo en Washington

Obama apoya a Rajoy y sus medidas impopulares pero alerta sobre el paro

Rajoy y Obama atienden a los medios, ayer en la Casa Blanca.

Rajoy y Obama atienden a los medios, ayer en la Casa Blanca.

G. ROBLES / R. MIR DE FRANCIA
WASHINGTON

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Mariano Rajoy logró por fin lo que quería. Ya tiene su fotografía en el Despacho Oval de la Casa Blanca junto al presidente Barack Obama y el aval estadounidense a sus «impopulares» pero «necesarias» reformas, justo el día en que el ministro de Economía, Luis de Guindos, anunciaba en Madrid que el PIB creció el 0,3% en el cuarto trimestre. Obama, de hecho, felicitó a Rajoy por sus medidas y tras recordar que llegó al poder en un momento «delicado» tanto para España como para la Unión Europea, dijo que el «gran liderazgo» del presidente español es el que ha propiciado que se pueda reducir el déficit, se comience a crecer y se encuentre financiación en los mercados. Eso sí, Obama advirtió de que en esta «nueva etapa» toca centrarse en los desempleados y en consolidar el crecimiento. Una de cal y otra de arena pues.

De paso y aprovechando una pregunta de la prensa española, el presidente de EEUU recomendó a los países europeos que cuentan con superávit -en clara alusión a Alemania- que abandonen las políticas de austeridad y fomenten los estímulos al crecimiento en pro del consumo. En lo que concierne a Rajoy, defendió con ahínco su programa económico ante su homólogo norteamericano, auguró buenos datos del PIB e incluso del paro en el 2014 y rechazó la posibilidad de que Catalunya pueda independizarse.

LA SECESIÓN PERJUDICA / La pregunta sobre las consecuencias que tendría para la aún débil recuperación económica europea un proceso de secesión en uno de sus estados, en alusión al desafío soberanista catalán, se la lanzó la delegación de prensa española tanto a Obama como a Rajoy. Pero el presidente estadounidense obvió deliberadamente una cuestión que considera de carácter interno. Sí respondió el jefe del Ejecutivo español, que recalcó que ni la «inestabilidad política», ni la «incertidumbre», ni la «división» ni el «no saber a dónde van de algunos» ayudan a salir de la crisis. Agregó que «lo peor» sería la apertura de un proceso de independencia, «algo que no se va a producir», y que sería especialmente perjudicial, apuntó, para los «pequeños», refiriéndose así a las consecuencias que tendría la independencia para Catalunya.

Cerrado este asunto, un periodista estadounidense le  preguntó a Rajoy si en su paso por la Casa Blanca se había quejado por el supuesto espionaje de la Agencia Nacional de Inteligencia de EEUU (NSA) a Europa. «El Gobierno español ha estado en contacto continuo con la embajada y se han dado explicaciones satisfactorias. Y mientras no haya novedades no tengo nada más que añadir», se limitó a contestar.  Finalmente, para quitarle solemnidad a una cita que la Moncloa ha buscado con empeño, Obama introdujo una nota de humor al pedirle a Rajoy consejo para poder ganar el  mundial de fútbol. Su interlocutor se prestó a dárselo, siempre y cuando fuera para quedar en segundo lugar

Este es el resumen del contenido de una cita en la Casa Blanca que estuvo rodeada de polémica en lo que a la estrategia de comunicación concierne. Como suele ser habitual en encuentros con el presidente de EEUU, se limitó el número de periodistas que podían acompañar al Despacho Oval al visitante. El jueves en Madrid ya se indicó a los medios que solo 10 periodistas españoles podrían entrar. Lo que no se aclaró entonces fue quiénes eran los elegidos. Se apuntó, eso sí, que el criterio de selección favorecería a los que suelen acompañar a Rajoy en viajes.

Fue el domingo y ya en Estados Unidos cuando se reveló la lista de los escogidos, alegando que podrían acceder a la Casa Blanca los «habituales» y algunos otros que habían sido elegidos «por sorteo».  Un sorteo del que nadie dio cuenta previamente. Se apuntó además que la única pregunta que podría hacerse en la comparecencia pública debería hacerla la agencia Efe, después de haberla pactado con los compañeros. El resultado de esta política de comunicación es que entraron un puñado de periodistas españoles, el resto se sintieron vetados y tuvieron que seguir a distancia la reunión, mientras algunos corresponsales lograron colarse y tuitearon en tiempo real parte de la comparecencia, para desesperación de la Moncloa.