TRIBUNA

Pisar los sembrados

El portavoz del grupo del PSC, Miquel Iceta, marca el sentido del voto.

El portavoz del grupo del PSC, Miquel Iceta, marca el sentido del voto.

MONTSERRAT TURA

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Cuesta tanto tener una buena tierra, un arado potente y la semilla adecuada, que todos podemos entender que, una vez sembrada, lo más absurdo es pisar los sembrados.

En medio de una gran recesión económica y varios intentos muy graves de regresión democrática, el Parlament de Catalu-nya, a propuesta del Govern, discutió el modelo de financiación deseable para el futuro. En los preámbulos de este debate, hemos vivido momentos de escenificación de un soberanismo economicista que tenía algo de oportunista, pero los deseos y las necesidades de nuestra nación han ido convergiendo hasta convertir el debate del llamado «pacto fiscal», en un debate muy interesante sobre cómo poder disponer de los recursos económicos que generamos como país dinámico para destinarlos ahora más que nunca a atender las políticas sociales y de crecimiento.

El anecdotario es larguísimo y, a menudo, el debate político pierde aquella grandeza que las circunstancias de los ciudadanos afectados por sus decisiones se merecerían. Lo sé y lo lamento. Pero debo deciros que el 25 de julio, sin que desaparecieran las legítimas posiciones ideológicas de cada fuerza política, se formuló un acuerdo que sumaba una mayoría muy amplia del electorado catalán, y que constataba que los sucesivos sistemas de financiación de estos 32 años no han permitido resolver los problemas de fondo que sufre Catalunya (porque el sostenido déficit fiscal excesivo ha provocado un enorme perjuicio al desarrollo y bienestar de nuestro país) y denunciaba la sistemática deslealtad de los gobiernos centrales, incumpliendo normas y acuerdos en materia económica -como los más recientes de no entregar las cuantías correspondientes a los fondos de competitividad y a la conocida disposición adicional tercera-, así como la denuncia de la desproporción existente entre los niveles de gasto público gestionado por la Generalitat y los objetivos de reducción de déficit que impone la Administración española.

Fruto del debate y los acuerdos entre fuerzas políticas que constituían la suma del Govern actual y el de izquierdas que le precedió (CiU, PSC, ICV y ERC), se pudo formular la reivindicación más clara que nunca hemos hecho como nación: un cambio de modelo de financiación. Un modelo que no es el canario, ni el vasco, ni el decafé para todosdel sistema común, y que, sin decirlo, configura el Sistema Especial catalán, imprescindible para poder seguir haciendo de locomotora. Catalunya reivindica en voz alta y clara que quiere alcanzar la plena capacidad de decisión sobre todos los tributos soportados en Catalunya.

Por si quedara alguna duda, el acuerdo al que los socialistas dimos apoyo reclamaba la «plena capacidad normativa y la responsabilidad fiscal sobre todos los impuestos», asegurando el principio de progresividad fiscal en el sistema impositivo que se dibuje para el futuro inmediato. El documento reitera la exigencia de no perder posiciones respecto a la situación en elrankingde comunidades en cuanto a nuestra capacidad fiscal una vez hecha la contribución a la solidaridad interterritorial. Finalmente, el acuerdo alcanzado hace una referencia al equilibrio territorial interno de Catalunya y el respeto a la autonomía municipal.

Esta última formulación, la existencia de una Administración local que actúa de Agencia Tributaria y que es catalana, suscitó el debate de si a la agencia de la Generalitat se le podía calificar de «única», o era suficiente en que fuera la «propia». La terquedad de que figurara como única ignorando las funciones municipales provocó que el grupo socialista, primero, pidiera poder votar la última frase por separado, y al serle negado, finalmente anunciase su voto de abstención.

A aquellos que proclaman que no votamos la «Hacienda propia» les debemos aclarar que no se sometió a votación en estos términos, y pese al apoyo al pacto fiscal que he intentado relatar resumido, nuestro voto fue de abstención a «única».

El diputado Ernest Maragall votó afirmativamente y, desde entonces, no ha sido posible explicar el claro apoyo socialista a la petición del presidente de la Generalitat de reivindicar con claridad un cambio de modelo respecto a los diferentes acuerdos alcanzados en la historia de nuestro autogobierno, ni los debates importantes pero fructíferos en el seno del socialismo catalán. El apoyo al pacto fiscal se produjo, el diputado Maragall votó lo que le dictó su conciencia y conociendo el reglamento del grupo parlamentario, pero todo lo que ha pasado en las últimas horas conseguirá que no crezca la semilla que logramos plantar.

El escrito del secretario de organización, Daniel Fernández, hablando de nuestro programa electoral o de la conferencia del primer secretario del mes de febrero, ignora la evolución (que para algunos será excesiva y para otros insuficiente, pero evolución al fin y al cabo) en el debate y posicionamiento de los socialistas. La admisión de que el actual sistema de financiación no resuelve problemas estructurales y la plena decisión sobre todos los tributos soportados, con capacidad normativa y responsabilidad fiscal, es fruto de los debates internos, el análisis de las balanzas fiscales, la petición de las bases del partido, la opinión del grupo parlamentario, las enmiendas introducidas en el documento del Govern y la decisión del primer secretario el mismo día del debate.

Sin todos estos debates y análisis, nuestra posición habría sido idéntica e inmóvil a la de hace un año, pero hay que reconocer que la sociedad se mueve, y nosotros atendemos la petición de la sociedad. Hoy es un clamor que la financiación de Catalunya es insuficiente y no reconoce nuestras especificidades, y por eso votamos la mayoría del texto que el Govern sometió a votación con las enmiendas que distintos grupos (como el nuestro) introdujeron en él.

Hay que defender la importancia de nuestro voto y nuestro apoyo al nuevo modelo que necesita Catalu-nya. Centrar el debate en la votación del diputado Maragall y la desafortunada reacción de la dirección es pisar los sembrados y deberíamos estar pensando en la prevención de las granizadas que pueden caer en un futuro sobre este acuerdo tan trascendente para nuestra nación.