La renovación de los órganos del Palau

La cerilla cerca de la gasolina

La tensión fue palpable en el Palau, donde se cruzaron acusaciones e impugnaciones en un ambiente tenso

CRISTINA SAVALL
BARCELONA

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Los audímetros se hubieran disparado si TV-3 hubiera programado un cara a cara Mariona Carulla-Enric Enrech previo a las elecciones por la presidencia al Orfeó Català. El duelo mantenido por ambos candidatos, la lucha por liderar la recuperación del prestigio de una entidad centenaria y la gota malaya de impugnaciones, denuncias y acusaciones lanzadas por Enrech convirtieron ayer el Palau de la Música en un bidón de gasolina al que acecharon varias cerillas.

La mecha no llegó a encenderse, pero la tensión llenaba de chispas el auditorio donde se celebró la asamblea extraordinaria previa a las votaciones. La alta burguesía catalana es educada y le gusta pasar desapercibida. No todos los señores de traje gris y corbata lograron controlar su tono de voz. Muchos mayores de 50 años e influyentes empresarios. La foto desde arriba de una escalera hubiera estado repleta de calvas y de elegantes mujeres rubias con abrigos de color camel.

Carulla contó al entrar que ha perdido tres kilos en menos de un mes. En ese momento llegó Marta Ferrusola, la socia más curtida en las virulencias que conlleva subirse a un avión electoral. Ella conoce bien la expectación que despierta el enfrentamiento entre dos bandos opuestos. Hubo momentos en los que casi había más periodistas que socios votando. Hasta se coló un escritor que está novelando el caso Millet. Material no le falta.

En la fila, Miquel Roca eludía responder al informe en el que Joan Francesc Pont Clemente, catedrático de Derecho Financiero y Tributario, cuestiona los estatutos que el exsecretario general de CDC ayudó a elaborar. «Todo lo que está pasando demuestra que el Palau está vivo. Si no importara, no habría ni debate ni controversia», enfatizó Roca.

El único momento cómico se produjo cuando Antoni Dalmau, presidente de la mesa electoral, anunció que junto a las dos urnas de cristal estaba la mesa de morosos para los socios que quisieran pagar los recibos pendientes, requisito imprescindible para votar. «Esto solo se le ocurre a un catalán», dijo una señora entre risas.

En la tanda de los discursos, Enrech se comportó como si fuera un fiscal. Sus palabras más repetidas fueron denuncia y transparencia. Pero Carulla tenía bien preparada la réplica. Habló alto y claro. Sus palabras clave fueron música y esperanza.