PUNTO FINAL A UNAS LARGAS NEGOCIACIONES

El PNV salva a Zapatero hasta el 2012 a cambio de 20 traspasos

El portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, explica los detalles del acuerdo entre el PSOE y el PNV, ayer por la tarde en la Cámara baja.

El portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, explica los detalles del acuerdo entre el PSOE y el PNV, ayer por la tarde en la Cámara baja.

JUAN RUIZ SIERRA / Madrid
ANA GARBATI / Bilbao

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El pasado 14 de julio, durante el debate sobre el estado de la nación, José Luis Rodríguez Zapatero sacó su vena más lírica para responder a Josu Erkoreka. «Nos falta profundidad en el amor», le dijo, riendo, el presidente del Gobierno al portavoz del PNV en el Congreso. Ahora ya no. Ahora Zapatero está a salvo. El amor fue sellado ayer y, efectivamente, es profundo. Consiste en el apoyo de los seis diputados nacionalistas vascos a todas las leyes económicas del Gobierno durante el resto de la legislatura -incluidos los presupuestos generales del Estado y la tan denostada congelación de las pensiones- a cambio de que el Ejecutivo traspase a Euskadi 20 políticas que se encuentran en el Estatuto de Gernika, apruebe un paquete de inversiones directas en la comunidad valorado en 112 millones de euros, y que el grupo socialista vote a favor de algo tan simbólico como que el topónimo oficial de las provincias vascas sea en euskera. Solo en euskera.

Como en casi todas las buenas historias de pasión, en esta senda del querer que ambas partes empezaron a transitar ayer tras semanas de negociaciones, hay algún despechado. Sobre todo el PSE, que ve cómo el PSOE cierra un acuerdo hasta las elecciones del 2012 con su rival político en Euskadi, y él se queda sin su principal discurso -el del desarrollo del texto estatutario-, lo que le expone a que los nacionalistas le digan que si Euskadi avanza en autogobierno, es solo gracias a ellos.

Pero también CiU sale perjudicada, pues ahora que el Gobierno ha escogido pareja fija -o parejas: ayer también se granjeó el apoyo de los dos diputados de Coalición Canaria (CC) para lo que resta de mandato-, su peso político y capacidad para negociar traspasos a Catalunya es bastante menor. Y eso, en el fondo, es una buena noticia para el PSC. En el más que probable caso de una victoria convergente en las autonómicas, los socialistas catalanes tendrán las manos libres para llevar a cabo una oposición bastante más contundente que la que desempeñó, por ejemplo, cuando CiU se convirtió en el sostén parlamentario de los últimos gobiernos de Felipe González.

Las declaraciones de hace un par de meses del número dos de CDC, Felip Puig, en las que pedía al PNV que no facilitara a Zapatero la aprobación de las cuentas públicas y le forzase a convocar elecciones -aunque luego fueran corregidas por su superior Artur Mas- se comprenden en este contexto. Aun así, el concierto económico para Catalunya, que es la principal apuesta de Mas, se negociará en la próxima legislatura, siempre que el partido que gobierne, sea el PP o el PSOE, necesite que los convergentes le proporcionen esa estabilidad que ahora le otorga el PNV al Ejecutivo socialista.

EL MAR Y LOS VIAJES / Las transferencias son 20. La principal es la de las políticas activas de empleo, una reivindicación histórica del nacionalismo vasco que fue sellada hace algo más de tres semanas. Entonces, solo se hablaba del apoyo del PNV a los presupuestos, que comenzarán a debatirse la próxima semana con las enmiendas a la totalidad de siete partidos de izquierda y derecha. Pero el foco se fue abriendo. El Gobierno quería que el auxilio del PNV -solo en temas económicos, porque en el resto Zapatero tendrá que volver a la geometría variable- se extendiese a toda la legislatura. Los nacionalistas buscaban más traspasos. Ahora han logrado la competencia autonómica sobre el transporte marítimo dentro de Euskadi y la gestión del turismo, entre otras materias.

Tres de esa veintena de traspasos se realizarán en lo que queda de año. El resto, en el 2011. Y el proceso estará pilotado por una comisión formada por tres socialistas -dos del PSE- y otros tantos del PNV. El organismo supervisará el desarrollo del acuerdo y el despliegue del Estatuto vasco, con un calendario cuya última hoja será la del fin de la legislatura. Pero hay aún muchos frentes abiertos. El de las instituciones penitenciarias, por ejemplo. Y el establecimiento de un convenio para el régimen económico de la Seguridad Social, una especie de seguro compartido entre la Administración española y la vasca.

Y, según el PNV, el de la pacificación de Euskadi, algo que el PSOE niega que se haya tratado en las negociaciones. Y una clásica reivindicación catalana: puertos y aeropuertos. Son asuntos que estarán sobre la mesa -el traspaso de las cárceles se aventura difícil mientras subsista la amenaza de ETA- y que proporcionan al PP argumentos para entonar el «se rompe España», aunque los conservadores han llevado a cabo en alguna ocasión negociaciones similares sobre la Seguridad Social.

MEDIDAS IMPOPULARES / ¿Quién gana más con este acuerdo? El PNV puede colgarse una vistosa medalla en Euskadi, pero habrá de votar junto al PSOE la aprobación de medidas impopulares para contener el déficit público, como la congelación de las pensiones, un recorte social en el que todo el arco parlamentario opositor utiliza los mismos argumentos para oponerse a él. «No somos el salvavidas de Zapatero», se defendió en Bilbao el presidente del PNV, Iñigo Urkullu. Dijo, incluso, que su partido tiene «las manos libres» para actuar porque los compromisos están tasados en el pacto y no hay ninguna «lista» de iniciativas que el Gobierno pueda presentar y que cuenten ya con el apoyo del PNV.

El jefe del Ejecutivo tiene su puesto garantizado hasta el 2012 con esta alianza que el portavoz socialista en el Congreso, José Antonio Alonso, llamó de «estabilidad económica, política e institucional». Pero los peajes serán onerosos. Por un lado, Zapatero se expone aún más a las críticas de un PP que vuela en las encuestas. Por otro, deja a Patxi López en una posición incómoda. El lendakari siempre puede decir, como hizo durante el pasado debate de política general del País Vasco, que se congratula de que el PNV vuelva a la senda autonomista. Y estará en lo cierto. El desbloqueo de los traspasos ya fue exigido por su antecesor, Juan José Ibarretxe. Fracasó, y elno del Gobierno le sirvió para comenzar a andar la senda soberanista.

EL DESCUENTO / Ahora, el PNV es otro. El plazo para conocer si lo era se cerraba, en principio, a las dos de la tarde de ayer en el Congreso, momento en el que acababa el plazo para presentar enmiendas a la totalidad de los presupuestos. «Cuatro, tres, dos, uno...», dijo algún periodista en los pasillos de la Cámara baja cuando faltaban escasos segundos para esa hora. Y el PNV no presentó nada. El pacto se dio por cerrado, pero no lo estaba. Incluso, según fuentes de la negociación, los nacionalistas amenazaron con respaldar la enmienda de otro grupo. A las 15.22, tras una conversación entre Zapatero y Urkullu, se constató que había suficiente «profundidad en el amor».