Artículo de Antoni Bassas: 'Reacción ciudadana'
La marcha prueba el desafecto del que advirtió Montilla
Fue una manifestación de gente corriente. El tipo de gente que salió a la calle contra la guerra de Irak, o cuando ETA mató a Ernest Lluch, o cuando Al Qaeda segó la vida de 200 madrileños. La diferencia, esta vez, es que el sujeto de la manifestación era Catalunya.
Una manifestación increíble: centenares de miles de personas acabaron aplaudiendo un texto que, más que un comunicado de final de marcha, parecía un seminario del IESE (infraestructuras, balanzas fiscales y sistemas de financiación). Ni insultos ni consignas en pareado. Ni himno nacional. Un poco yanqui: la protesta racional de ciudadanos que pagan sus impuestos y quieren más transparencia y más disponibilidad de su dinero.
Lógicamente, los intereses no habrían sacado a tanta gente a la calle si la situación no estuviera afectando también a las convicciones. Y la convicción de que la tomadura de pelo es enorme lleva a una parte creciente de esta gente a creer que la solución está en un concepto muy gordo, que cada vez se pronuncia en público con mayor naturalidad: independencia.
Es una forma de decir que esa España que ha triplicado nuestro déficit fiscal en 15 años es un mal negocio. Lo dicen catalanes que notan todos los días, en los ambulatorios o en los institutos, que la cosa pública cada vez va más justita, en un país que ha pasado en pocos años de los seis millones de habitantes a los siete y medio. Hará mal el presidente Rodríguez Zapatero en reaccionar solo para que en las encuestas de cara al mes de marzo no le salgan las estelades del sábado. La manifestación es la prueba de que el desafecto del que advirtió en Madrid el president Montilla es un hecho y no una palabra. En Catalunya, a Zapatero ya no le basta con sonreír y no ser Rajoy. El consuelo del mal menor y el "peor sería el PP" ya no sirve.
Si el president Montilla estaba más enfadado que algunos de los manifestantes, según afirmó en el Parlament antes de la manifestación, hoy debería estar más contento que algunos de los asistentes. Tan solo tiene que ordenar al conseller Antoni Castells que enmarque una foto de la Via Laietana del pasado sábado y la coloque sobre la mesa cuando empiece a negociar el nuevo sistema de financiación.
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