Destitución

Isabel García cae sin claudicar

El escándalo por los contratos de puntos violeta a través de las consultoras en las que participaba provoca la destitución del Instituto de las Mujeres de la última ‘abalista’ en el Gobierno, señalada desde el principio por Sumar y Podemos por cuestionar la ley trans

Isabel García, en 2019, con el entonces presidente de la Diputación de Valencia.

Isabel García, en 2019, con el entonces presidente de la Diputación de Valencia. / L-EMV

Alfons Garcia

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Se esperaba desde hace unos días. En los corrillos socialistas se daba la plaza por amortizada. Lo que salía en los medios (“pseudoinformaciones periodísticas”, ha dicho ella) era poco estético y, más allá del número de contratos, el fondo no dejaba muchas dudas: Isabel García Sánchez y su esposa han gozado a través de dos consultoras de contratos con una veintena de ayuntamientos (la mayoría, socialistas) para la gestión de puntos violeta entre 2002 y 2024 por algo más de 84.000 euros, según datos de la propia alto cargo (las informaciones perodísticas se refieren a más, algunos con municipios valencianos). Isabel García ha alegado que, tras ser nombrada en 2023 directora del Instituto de las Mujeres del Gobierno de España, vendió las participaciones y se quedó con menos del 10 % legal, dejando a su esposa (Elisabeth García) como administradora de las sociedades. La socialista asegura que todo estaba dentro de la legalidad. Puede, pero la estética cuenta en política.

También cuentan las facturas pendientes. Y García cargaba con algunas desde que fue nombrada. Llevaba en la mochila del pasado algunos mensajes en tuit en los que cuestionaba las políticas trans y fue recibida con uñas y críticas duras de Sumar y Podemos, que la acusaron de tránsfoba. Como contrapartida, también sirvió ese contexto para que el feminismo clásico, ese que representa una generación del PSOE de la que Carmen Calvo es su principal exponente, la arropara.

Pero ese abrigo no ha sido suficiente en este momento, de fuerte presión judicial sobre Moncloa y de necesidad de los socios de investidura para mantener el bloque unido. La ministra de Igualdad ha optado por el cese de García tras todo lo publicado. Todo lo que ha ido emergiendo estos días incluye una extraña apropiación de la identidad de una empresa de la directiva de la Federación Española de Fútbol María Tato por la que supuestamente Isabel García habría pedido disculpas. Es uno de los hechos que más ha preocupado en Ferraz estos últimos días.

La exdiputada provincial de Valencia ha asumido la destitución con “agradecimiento”, pero sin asumir nada incorrecto. No ha tardado nada en emitir un comunicado en el que rechaza haber incurrido en un “lucro ilícito o simplemente inmoral”. Por eso no ha dimitido, sostiene, porque tiene la conciencia muy tranquila de no haber usado el cargo para enriquecerse ni para beneficiar a su esposa.

Por eso cree que ha sido presa de una “cacería" (“caza menor”, precisa) por hechos que no tienen nada que ver con escándalos ni irregularidades que nadie ha llevado a un juzgado. Su conclusión es una vuelta a la casilla de inicio, a la polémica que envolvió su nombramiento. La “cacería”, dice, “ha estado larvada desde mi nombramiento por no compartir una visión íntegra de la ley trans”.

Isabel García, canaria de nacimiento y valenciana de adopción, debutó en política activa como concejal socialista en Xirivella, su municipio, donde sigue manteniendo su residencia fiscal, aunque en los últimos años ha estado muy vinculada a Madrid.

Una carrera cerca de Ábalos

Vinculada a las órbitas feministas del partido y próxima al entonces líder provincial del PSOE en Valencia, José Luis Ábalos, en 2015 fue designada diputada provincial de Igualdad dentro de los acuerdos de gobierno con Compromís. En esa etapa forjó contactos y vínculos importantes con las representantes principales del sector feminista más cercano al PSOE, que encontró cobijo frecuente en foros y proyectos desarrollados desde la diputación, como el Feminario. No se libró de un escándalo judicial por un contrato con el equipo femenino de motociclismo de Champi Herreros, pero la acusación quedó archivada.

Tras la caída del secretario general en 2016, fue de aquel núcleo valenciano encabezado por Ábalos que empujó a Sánchez a regresar y ganar en 2017, factor que ha impreso un pedigrí en los últimos años del socialismo. Tras las elecciones de 2019, dejó el cargo provincial para pasar a ser asesora en el Ministerio de Transportes al lado de Ábalos. Lo dejaría tras la destitución de este, en 2021, y su alejamiento de Sánchez. Fue entonces cuando puso en marcha la consultoría para temas de Igualdad que ahora, actividad que ahora es la causante (al menos en apariencia) de su caída. Si fue recuperada para la dirección general del Instituto de las Mujeres, la conexión hay que buscarla menos en el ‘abalismo’ y más en su buena relación con Carmen Calvo y el feminismo socialista.

Su salida ahora de la escena pública tiene algo de simbólico. Como si una mancha (o una maldición) hubiera caído sobre los fieles a Ábalos

Su salida ahora de la escena pública tiene también algo de simbólico. Como si una mancha (o una maldición) hubiera caído sobre aquellos que han permanecido fieles en todo momento al exministro y exsecretario de Organización del PSOE, ahora apartado del partido y adscrito al grupo mixto en el Congreso. García era la que quedaba en un cargo de más nivel.

La ha reemplazado una asesora hasta ahora de Félix Bolaños. Todo un mensaje también de los nuevos tiempos, una señal de donde están ahora los círculos de influencia en torno al presidente del Gobierno. 

Como resumía ayer una dirigente del PSPV, "mal acaba lo que mal empieza".

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