Opinión |
El trasluz
Juan José Millás
Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿Por qué no?

La princesa Leonor durante una ceremonia este jueves en la Escuela Naval Militar de Marín.

La princesa Leonor durante una ceremonia este jueves en la Escuela Naval Militar de Marín. / EFE

Desde que la princesa Leonor cumpliera la mayoría de edad, la Zarzuela emprendió una campaña de imagen para darla a conocer al público. Es lógico: si va a suceder a su padre en el trono, tiene sentido que los españoles sepamos algo de ella, incluso que le cojamos afecto. No va a llegar así, de golpe: nos preguntaríamos de dónde sale esa señora. Imagino que esta operación está diseñada por expertos de todas las materias imaginables, con el consenso de su familia y de la propia interesada, claro, pues los datos de la aceptación de la monarquía son tan volátiles como los del bitcoin: cualquier tropiezo se percibe enseguida en las encuestas. También los aciertos, naturalmente. Si el lanzamiento al mercado de un producto comercial cualquiera requiere, en las circunstancias actuales de atomización informativa, precisión y elegancia, el de una persona de carne y hueso, dotada de los intereses personales, las contradicciones y los deseos característicos de los seres humanos, implica retos casi imposibles de superar. Los productos de carácter comercial, por otra parte, poseen la ventaja de dirigirse a un sector específico de la población (a los que les interesan las motos, por ejemplo), mientras que el público diana de una futura reina debería ser, en principio, la masa entera de los contribuyentes. Ya que los reyes o las reinas no son votados, deberían ser amados o admirados, o respetados, quizá todo ello al mismo tiempo.

Difícil, en fin.

De ahí mi curiosidad intelectual por esta campaña, detrás de la cual, como decíamos, imagino la existencia de un equipo multidisciplinar en el que tal vez, y si tenemos en cuenta que se trata de construir un relato, no falte un novelista. Por eso me ha extrañado que casi lo único que se haya hecho de momento es presentarnos a Leonor vestida de uniforme de la academia militar de Zaragoza y, ahora, de soldado de la Marina. Supongo que el siguiente uniforme con el que la veremos será el de piloto de las fuerzas aéreas. Tengo la impresión de que esta sucesión de atuendos cosifica a la princesa convirtiéndola casi en un mero maniquí de ropajes que representan, además, un aspecto meramente bélico de la existencia. Si tal es el camino, ¿por qué no la fotografían también vestida de médica o de filósofa o de investigadora?