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Ágora
Francesc Reventós

Francesc Reventós

Doctor ingeniero y profesor jubilado de la UPC

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Reabrir el debate sobre las centrales nucleares

En entornos científicos se aceptan propiedades oportunas de las nucleares; no hay que citarlas todas, pero destacamos sobre todo que producen energía descarbonizada

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Los resultados de la COP28 son relevantes: por primera vez, países productores de combustibles fósiles admiten que ha llegado el principio de su fin. La noticia es esperanzadora y conviene que se traduzca en hechos. Los acuerdos incluyen también acciones para acelerar la implementación de tecnologías de bajas emisiones como, por ejemplo, renovables y nucleares. Si bien el Intergovernmental Panel for Climate Change (IPCC) ya había establecido en el pasado el rol clave de las nucleares para contribuir a la descarbonización, el hecho de que el Gobierno español no parezca tenerlo en cuenta nos lleva a reabrir el debate sobre el uso de las nucleares españolas.

En entornos científicos se razonan y se aceptan unas cuantas propiedades oportunas de las nucleares; no hay que citarlas todas, pero destacamos sobre todo que producen energía descarbonizada. Por esta razón son interesantes y tal vez indispensables en esta fase en que intentamos ir todos a una para lograr el primer objetivo ecológico: parar el colapso del planeta. También se acepta su funcionamiento adecuado. En contrapartida, utilizan uranio y, por esta razón, no son para siempre. En España parece que las necesitamos para los próximos 30 años, si en este tiempo hacemos los cambios adecuados en la vida y el sistema eléctrico. Estos pensamientos no han llegado al ciudadano. Entre ellos hay algunos muy importantes como los relativos a la seguridad. Una sociedad avanzada trata el riesgo de accidente con medidas para rebajarlo hasta niveles razonables. Como resultado de este hecho y del trabajo de los técnicos de este ámbito, las centrales nucleares han seguido un proceso de reducción del riesgo. Este contenido tampoco ha sido comunicado a la ciudadanía.

Tres accidentes relevantes configuran la historia de la tecnología nuclear: Three Mile Island (o Harrisburg) en 1979, Chernóbil en 1986 y Fukushima en 2011. Cada uno de ellos tuvo un impacto y generó reflexiones y acciones posteriores. Veamos. Los errores cometidos en Three Mile Island fueron de operación. El impacto radiológico sobre la población fue nulo. A raíz del accidente se prepararon unos nuevos procedimientos de operación que se hicieron operativos rápidamente en todas las centrales del mundo y, 45 años después de utilizarlos, los errores citados no se han repetido. El escenario accidental de Chernóbil es imposible en un reactor de agua ligera occidental, entre otros por una razón relevante. Un aumento de potencia hace disminuir físicamente la densidad del agua, para la reacción en cadena y autoextingue su progresión.

Hablemos de Fukushima. En este caso tuvo lugar un desastre de las fuerzas de la naturaleza que, además de producir 20.000 muertos de forma directa, generó un accidente nuclear múltiple. Desde el año 2000 existen reactores llamados pasivos que, ubicados en Fukushima, no habrían producido ningún accidente. Todos los reactores construidos desde entonces son pasivos. Las acciones correctoras para hacer frente al mismo escenario en otros tipos de reactores han sido implementadas con éxito en todas las nucleares del mundo.

¿Qué tienen en común los tres accidentes? Por un lado, los tres provocaron estudios encaminados a reducir los riesgos evidenciados y dieron lugar a acciones correctoras aplicadas en todas partes. Por otro lado, los tres produjeron un sentimiento colectivo de miedo. Se trata de un sentimiento que, con toda la información sobre las medidas tomadas, aceptaríamos como infundado. Se trata, sin embargo, de algo que perdura sobre todo por la falta de información al ciudadano. Si bien alguna institución ha intentado informar, la sociedad no ha recibido una comunicación eficaz ni del estado real de la seguridad de nuestras nucleares, ni de las mejoras aplicadas. Si se hubiera hecho de forma rotunda se habría producido ya un sosiego realista y humanamente tranquilizador.

Estamos reabriendo en España el debate sobre las centrales nucleares. El debate solo será justo y fructífero si se consideran adecuadamente los dos aspectos apuntados relativos a seguridad y a sentimiento colectivo, y si se toman las acciones pertinentes para revertir la situación.