Opinión |
El desliz
Pilar Garcés

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Periodista

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Prohens tiene un mensaje para las mujeres

No hay para tanto, señoras, a cualquiera se le ha calentado la boca, la mano o el pie. Ese es el mensaje tras perdonar al político ultra Gabriel Le Senne

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El todavía presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, con la presidenta de Baleares, Marga Prohens.

El todavía presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, con la presidenta de Baleares, Marga Prohens. / / CAIB

Marga Prohens no se pone de parte de sus compañeras políticas, ni de parte de las mujeres. Se pone de lado, o lo que es lo mismo, del lado malo. Una oportunidad perdida. Con la abstención ordenada a su grupo en la reprobación del presidente del Parlament balear, la líder del PP valida que un hombre como Gabriel Le Senne se comporte con violencia contra dos diputadas socialistas, invada su espacio personal y rompa una propiedad de ellas. Que además no era un objeto baladí, sino el retrato de mujeres republicanas raptadas, vejadas y asesinadas por los ancestros ideológicos del actual partido al que representa el iracundo político. Este es el mensaje de Prohens: no hay para tanto, si nos conviene a nosotros. Puede que le haya comprado a su socio ultra (o exsocio) la autoindulgencia que el martes él exhibió en el pleno, cuando animó a sus señorías a «pasar página», porque «los baleares y el conjunto de los españoles esperan que dediquemos nuestro tiempo a otras causas más importantes como la invasión migratoria que padecemos, la creciente inseguridad y el envejecimiento de la población por la falta de natalidad». No sé qué ocurriría si un inmigrante ilegal se abalanzara sobre el presidente del Parlament, le quitara el folio que está leyendo y lo rompiera en sus narices. Se formaría una buena polémica, y seguro que saldrían los próceres de Vox con su retahíla de leyendas urbanas racistas a pedir el cierre de fronteras y que Desokupa patrulle las costas del archipiélago. Pero no fue un mena, sino un blanquito encorbatado pasivo agresivo quien perdió los papeles en una institución y se comportó como un energúmeno y un antisistema, así que todo bien. Hasta el Rey Felipe VI entendió lo ocurrido con el retrato, según reveló Le Senne tras su audiencia veraniega con el Jefe del Estado, como no lo van a entender sus socios del PP. O exsocios. 

No hay para tanto, señoras, a cualquiera se le ha calentado la boca, la mano o el pie. Ese es el mensaje de Prohens a las mujeres tras perdonar al político ultra. Ahora, con el reinicio de la actividad parlamentaria me preocupa la seguridad de las dos miembras de las Mesa objeto de sus iras. «Mi problema no fue con Aurora Picornell, sino con Mercedes Garrido y con Pilar Costa, en menor medida», dijo hace dos días al defenderse de su remoción. Son ellas, que van provocando. Si saben lo que les conviene, separarán un metro y medio sus mesas de la del presidente inflamable, por si acaso. Y también podrían apuntarse a un curso de defensa personal, comprarse un chaleco antibalas y un espray de pimienta, por si el diputado de Vox se levanta otro día aciago con el pie izquierdo, y no le gusta la camiseta que llevan puesta o el color de su pintalabios. La Cámara balear no es un espacio seguro para esas dos políticas señaladas, por ende para ninguna. Ya que, según remarcó el portavoz del PP en su alocución sobre la reprobación, el pacto de gobernabilidad de Balears lo ha roto Santiago Abascal, no le costaba nada a Marga Prohens hacer piña con sus congéneres y mandar a Le Senne al paro. Pero ha preferido abstenerse y mantenerle en el cargo, que la empatía y la solidaridad femenina es cosa de rojas. Por si en algún momento llega, que llegará, la dulce reconciliación con sus exsocios. O socios. 

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