Opinión |
Parece una tontería
Juan Tallón

Juan Tallón

Escritor.

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¿Me llamaste?

Cuando una persona trata de ponerse en contacto con otra, y esta no atienda la llamada, o no responde a los mensajes, ese silencio que se levanta entra ellas adquiere rápidamente tintes molestos

La "llamada fantasma": nueva estafa telefónica que hay que evitar

La "llamada fantasma": nueva estafa telefónica que hay que evitar

De vez en cuando, llamo a mi madre por teléfono y no responde. Pasan unas horas, o un día entero, y nada. Entonces, vuelvo a llamar. Si por casualidad coge, no me resisto a comentar que el día anterior intenté hablar con ella sin éxito. Casi siempre alega lo mismo: «¿Me llamaste? Ah, pues no me sonó el teléfono». Raro es. Aunque lo interesante no estriba en qué versión desprende más credibilidad, sino en el fenómeno, absolutamente común, de la falta de respuesta. Cuando una persona trata de ponerse en contacto con otra, y esta no atienda la llamada, o no responde a los mensajes o los mails, ese silencio que se levanta entra ellas adquiere rápidamente tintes molestos, cuando no nerviosos, aflictivos, escandalosos.

Hace una semana escribí un mensaje a una amiga para saber cómo le había ido en vacaciones y si ya estaba de regreso. Todavía no ha respondido, a saber por qué. Quizás ya no responda, al menos hasta la próxima vez que le escriba. No me lo tomo mal: otras veces es mi silencio el que se instala entre los dos. Creo que todos, en algún momento, nos hemos situado en ambos bandos. Hemos ignorado y hemos sido ignorados en algún grado, expresamente u obligados por las circunstancias. Por otra parte, una semana parece mucho tiempo, pero van para seis meses que escribí un mail a otra amiga, también sin aparente fortuna.

La interpretación del silencio es un ejercicio que ni se me pasa por la cabeza hacer: conduce al desaliento las más de las veces. Puede derivar en infinitos ángulos. Además, medio año tampoco es tanto tiempo, aunque, para ser francos, lo parece. Hace tres años bloqueé a dos personas porque me escribían sin parar, a menudo añadiendo enlaces a artículos que, por supuesto, no me interesaban en absoluto. Algunos días, por curiosidad, los desbloqueo temporalmente, y descubro con admiración que siguen escribiéndome y mandándome basura, y vuelvo a bloquearlos, sin decir nada. Lo que hay detrás de un mensaje sin respuesta es un misterio al que solo se debería replicar haciendo, a su vez, caso omiso del mensaje que otro te envíe a ti.

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