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Repunte de acciones individuales
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Lobos solitarios y lucha contra el terrorismo

El resurgimiento de las acciones individuales es un reto para la seguridad, aunque sea un síntoma de debilidad

El autor confeso del atentado de Solingen es trasladado en helicóptero a Karlsruhe para ser interrogado por el fiscal general.

El autor confeso del atentado de Solingen es trasladado en helicóptero a Karlsruhe para ser interrogado por el fiscal general. / ULI DECK / DPA / AP

El asesinato de tres personas por un seguidor de Estado Islámico en la ciudad alemana de Solingen ha vuelto a poner en la agenda de seguridad la actuación de los llamados lobos solitarios, terroristas que actúan por su cuenta, siguiendo la llamada a «matar infieles y causar el máximo terror». Su capacidad para causar daño suele ser menor de la que tienen los terroristas cuando actúan en grupo, como ocurrió con el atentado de las Torres Gemelas, la masacre de Atocha en Madrid o el atentado de las Ramblas de Barcelona. Como sucede con los lobos, los terroristas también son más peligrosos cuando actúan en manada que cuando lo hacen en solitario. Lo que sucede es que la actuación de un terrorista individual como el sirio Issa al Hasan, protagonista de la matanza de Solingen, es más difícil de predecir, y causa terror social precisamente por ello. Además de nuevos argumentos que, como vemos en las elecciones en dos länder alemanes este fin de semana, son susceptibles de ser explotados por la extrema derecha.

Por mucho que este resurgimiento de los lobos solitarios sea en el fondo una muestra de debilidad de las organizaciones yihadistas, su actuación interpela las fuerzas de seguridad. Actuar contra terroristas aislados siempre ha supuesto un quebradero de cabeza para la policía. Los dos casos más célebres, el del Timothy Mac Veigh, un veterano de la guerra del Golfo que mató a 168 personas en Oklahoma, y el de Anders Brievick, un ultranacionalista noruego que mató a otras 74, prueban la dificultad de prever semejantes barbaridades. Estas dificultades se han acentuado como consecuencia de las facilidades que ofrecen algunas redes sociales para recabar información sobre tecnologías del crimen, buscar apoyos y multiplicar el impacto del delito. Los cuerpos de seguridad tropiezan con dificultades para rastrear estas redes, en particular Telegram, que ofrece un alto nivel de encriptación. La batalla contra el terrorismo, y en particular contra los lobos solitarios, yihadistas o de otras convicciones, se libra hoy, en buena medida, en el control de redes como Telegram, cuyo CEO ha sido encausado por ofrecer impunidad a criminales y terroristas. 

En los últimos veinte años, la lucha contra el Estado Islámico y sus franquicias ha progresado. Fue derrotado en Irak y, en buena medida, en Siria y en Afganistán, donde disponía de bases de actuación que permitían preparar actuaciones de envergadura. Sin embargo, en este último país ha rebrotado, constituyendo una amenaza para Asia Central, y se ha expandido de manera alarmante en el Sahel y en el África subsahariana, aprovechando la condición de Estados semifallidos de algunos países. En consecuencia, la lucha antiterrorista debe plantearse, a la vez, disminuir la capacidad que siguen teniendo el EI y los grupos asociados, y detectar los lobos solitarios dispuestos a causar el terror. Esta lucha se libra en tres frentes simultáneos: la acción policial, en el marco de la Coalición Global contra el Daesh, la colaboración con los países en los que los yihadistas buscan una nueva implantación, mediante programas de desarrollo y educación que les quiten apoyos sociales, y una actuación diplomática que ponga fin al conflicto de Gaza, cuyos 40.000 muertos son utilizados, de manera torticera pero eficiente, por parte del Daesh, para alentar la actuación lobos solitarios como el de Solingen.