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El canto del cisne del ‘procés’

Hoy se solapan la situación personal de Puigdemont y el ejercicio del autogobierno catalán en el Parlament

Puigdemont asegura que ya está de camino a Catalunya y que su detención sería "ilegal"

El regreso de Puigdemont a Catalunya: todos los escenarios ante su posible detención

Josep Rull, presidente del Parlament, recibe al candidato a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, durante la ronda de consultas para la investidura

Josep Rull, presidente del Parlament, recibe al candidato a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, durante la ronda de consultas para la investidura / JORDI OTIX

Todo indica que el expresidente Carles Puigdemont habrá vuelto esta mañana a Catalunya, aunque no sepamos cómo reaparecerá un hombre que se ha caracterizado por cierta astucia en el manejo de las circunstancias extremas. Esta presencia puede dilatar unas horas, o unos días, el calendario de la investidura del socialista Salvador Illa, un acto de ejercicio del autogobierno de Catalunya a partir de la voluntad expresada por los catalanes en las urnas que no debería quedar eclipsado por la gestión que ha decidido hacer Puigdemont de su situación personal. Todo indica, no obstante, que lo que suceda no va a romper el pacto establecido entre el PSC, ERC y los Comuns para que Illa sea el próximo presidente de la Generalitat. Para Puigdemont, no va a ser la victoria con la que ha soñado estos últimos meses, capaz de abrir, o reabrir, una nueva etapa de confrontación. Más bien será la constatación del canto del cisne del 'procés' y de la estrategia diseñada por él desde que huyó a Bélgica. 

 Sus seguidores lo esperan cerca del Parlament y del TSJC, en una concentración convocada por Junts, la CUP y diversas organizaciones sociales. E incluso Esquerra, que no quiere que su ausencia sea utilizada como un motivo más para achacarle que ha traicionado el «espíritu» del 1-O, como suelen decir los independentistas más aguerridos, porque la letra se la saltó el mismo Puigdemont. Él ha asegurado que mañana va a estar, pero ya no será cómo candidato a la presidencia de la Generalitat como pensó en vísperas de las últimas elecciones al Parlament de Catalunya, cuando estaba convencido de su victoria, o tras ellas, cuando presionó a ERC para que secundase una candidatura inviable. El ciudadano Puigdemont que será detenido previsiblemente por los Mossos antes de que pueda acceder Parlament es un diputado. No es un diputado raso; será el líder de la oposición y es un expresident de la Generalitat y ello, sin duda, dará a esta detención, consecuencia de las dudas judicial ante la aplicación de la ley de la amnistía, una dimensión simbólica y política que las autoridades judiciales harían bien en administrar con inteligencia, dejándolo cuanto antes en libertad condicional, con acuerdo a las intenciones de la aplicación de esta ley.  

Carles Puigdemont preparó desde hace tiempo su vuelta a Catalunya. Primero convenció a los suyos de que los votos de Junts podían ser decisivos en las legislativas. Acertó. Luego, se implicó personalmente en una ley de amnistía que le favoreciera, sabedor de que siempre quedarían resquicios por donde los jueces del Tribunal Supremo pudieran aplicarle algún tipo de excepción. Fue cuando empezó a pensar en su detención, pero siempre como candidato a la presidencia de la Generalitat. Algo falló en este cálculo. La campaña desabrida contra ERC contribuyó a dejar al independentismo sin mayoría absoluta en el Parlament. El compromiso de volver estaba tomado. Mantenerlo era un riesgo, porque seguían abiertas contra él tres causas que podían no ser amnistiables. Lo máximo que puede darle son unos últimos días de protagonismo, que contrastan con la voluntad mayoritaria de los catalanes de pasar página. Nada más. No contribuirán al liderazgo que pretende ejercer. Ni, por supuesto, entre el grueso de una sociedad cansada de un espectáculo tan esperpéntico, ni tampoco entre muchos independentistas que no quieren sumarse a su caudillismo.