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Investidura
Marçal Sintes

Marçal Sintes

Periodista. Profesor de Blanquerna-Comunicació (URL).

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Los motivos para el retorno

El regreso de Puigdemont es un acto, uno más, de desafío y confrontación, en este caso, con los jueces que insisten, rebelándose contra la ley de amnistía, en perseguirlo

Carles Puigdemont, el pasado 27 de julio de 2024

Carles Puigdemont, el pasado 27 de julio de 2024 / EUROPA PRESS

Carles Puigdemont se ha esforzado enormemente a lo largo de todos estos años en convertir su exilio en un altavoz al servicio del derecho de Catalunya a la autodeterminación y a la independencia. Lo ha hecho afrontando enormes dificultades y riesgos. De hecho, su obsesión ha sido dar sentido al exilio y transformarlo en una herramienta útil. Todo ello tiene un mérito concreto e indiscutible. Pero durante la última campaña electoral Puigdemont se comprometió ante los catalanes a volver cuando el Parlamento celebrara el pleno de investidura, fuera para hacerlo a él nuevamente presidente o bien a cualquier otro candidato, singularmente Salvador Illa.

Puigdemont insistía en este compromiso en una carta difundida a través de Twitter (X) el pasado sábado 3 de agosto, un día después de que los militantes de ERC votaran y dijeran que ‘sí’ a investir a Illa. Ni en este largo texto ni en ninguna otra intervención pública el líder de Junts per Catalunya ha dado una explicación sólida y completa de por qué ha decidido volver ni -igualmente relevante- de por qué pretende hacerlo precisamente durante la investidura de Illa.

Es evidente que el retorno es un acto, uno más, de desafío y confrontación, en este caso, con los jueces que insisten, rebelándose contra la ley de amnistía, en perseguirlo. Puigdemont quiere, aparentemente, denunciar la actitud de la justicia española (no del gobierno de Sánchez, que es quien ha hecho aprobar la ley en los términos que a Puigdemont le convenía). Aceptando que fuera así, no hay motivos para hacerlo coincidir con la investidura, si no es, claro, que el 130º presidente de Catalunya pretenda enturbiar este acto solemne, cosa que, por otro lado, no parece exactamente inspirada por el respeto al Parlamento del país (diferente sería volver para la investidura si fuera él el presidenciable). Un tercer motivo para el retorno, compatible con los otros dos, podría ser que, sencillamente, Puigdemont está harto de vivir lejos de casa. Y que con el retorno busca acelerar el pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre su situación.

Sea como fuere, y pase lo que pase finalmente, lo que no resultaría aceptable en absoluto es que, como represalia por la investidura de Illa o por su eventual detención, Puigdemont y Junts boicotearan e intentaran derribar el gobierno de Sánchez. Esto supondría, entre otras cosas, ni más ni menos que satisfacer los afanes de aquellos jueces que incumplen la ley de amnistía y que lo que más desean en el mundo es, exactamente, acabar con el líder del PSOE.

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