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Albert Sáez

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Director de EL PERIÓDICO

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Los caucus de Esquerra

La secretaria general de Esquerra Republicana, Marta Rovira, junto a Oriol Junqueras en Cantallops en su regreso a Catalunya

La secretaria general de Esquerra Republicana, Marta Rovira, junto a Oriol Junqueras en Cantallops en su regreso a Catalunya / David Borrat / EFE

El asamblearismo de los partidos tiene mala fama. Como también la tiene el dominio de los aparatos. Ambos extremos son malos. Un exceso de asamblearismo conduce al peor de los populismos. Y un exceso de aparato acaba generando partidos onanistas. No es fácil encontrar el camino del medio. La dinámica digital, además, premia los cesarismos que no dejan de ser una forma sofisticada de aparato con estética asamblearia. Desde perspectivas ideológicas antagónicas, Sánchez y Puigdemont responderían a este impulso de los tiempos. Los ojos están puestos estos días en las asambleas de Esquerra Republicana que debaten el preacuerdo con el PSC antes de votarlo el viernes. Observadas a través de las redes sociales tienen una pinta algo más civilizada que la pandilla de trogloditas que les atribuye el estereotipo de sus adversarios. Los partidos y los militantes evolucionan, aunque algunos analistas políticos se hayan quedado con una foto fija de la transición y la apliquen sin captar la realidad del momento. En las bases de Esquerra que votarán el viernes hay muchos militantes que en los últimos años han ejercido responsabilidades políticas, sea en los ayuntamientos, en las diputaciones o en la Generalitat. Despectivamente, en las redes les llaman los de la "paguita". Pero la realidad es que tienen un sentido político que les puede llamar a razonar de manera menos visceral de la que muchos imaginan. ¿Alguien puede imaginar qué pasaría en las asambleas de Junts si se sometiera a votación el texto del acuerdo para la investidura de Illa? Igual habría sorpresas.

Esquerra es hoy un partido mucho más complejo de lo que era antes del 'procés'. Les ha arrebatado espacio electoral al PSC y a Junts que hasta entonces eran el primer o el segundo partido en toda Catalunya. Ahora, donde no son primeros, son terceros. Y, en cambio, Esquerra les disputa la primera posición en casi todas partes. Esa es una de las complejidades del debate de esta semana. Los militantes de base saben que en algunos mercados electorales la disputa es con Junts, y allí horroriza al pacto con el PSC, y en otros es con el PSC, y ahí horroriza hacer el juego a Junts. La disyuntiva no es fácil, pero si en lugar de asambleas, le llamaran "caucus" todos los mirarían con mejores ojos.

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