Opinión |
Parece una tontería
Juan Tallón

Juan Tallón

Escritor.

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Una buena crítica

Siempre seremos una forma de desahogo para otro, alguien al que a veces ni siquiera conocemos

Los aficionados escoceses animando a su selección en el partido inaugural ante Alemania

Los aficionados escoceses animando a su selección en el partido inaugural ante Alemania / UEFA

Qué difícil se hace la vida sin verter una pequeña crítica cada poco; difícil y quizás aburrida. No sé qué le pasaría a nuestra cabeza si pretendiésemos obviar, hacer como que no existen, todas esas cosas que nos rodean y que en un grado u otro nos fastidian. Muy a menudo criticar te sume en un estado plácido. Plácido y mezquino, no lo niego. Casi siempre la crítica es superior a ti. No tienes nada que hacer frente a su solidez. Te dobla el brazo. Ojalá disfrutases del suficiente autocontrol como para detenerla, y limitarte a pensarla y no enunciarla en alto. Pero en compartirla con otro reside precisamente el encanto de criticar. ¿Vivir sin decir que alguien es pesado, o cursi, o ridículo, o pedante, o ruidoso, o afectado, o vulgar, o lento, o anodino, u oportunista, o egocéntrico, o miserable, o tonto de remate? Muy difícil, sí. Aquello que no nos agrada nos moviliza, y salimos rápidamente a su paso para rebajar su estatus y ponerlo donde nos parece: más abajo 

Nadie está libre del juicio severo de los demás. Siempre seremos una forma de desahogo para otro, alguien al que a veces ni siquiera conocemos. Haces algo que no encaja con su forma de ver el mundo, y él te hace un traje a ti. Ni el aprecio es un freno para la crítica. Había un vecino en mi pueblo que le iba poniendo motes a sus hijos a medida que advertía qué era aquello que más le disgustaba de cada uno. Llevaba la crítica en la sangre. Pero quién no. El autor de 'Trainspotting', Irving Welsh, le contó hace unos años a Miqui Otero que, durante el Mundial de fútbol de España, en 1982, acudió a un bar de Edimburgo ver el partido en el que Escocia se jugaba el pase a la fase siguiente contra la URSS. «Uno de los nuestros, Graeme Souness, no se atrevía a pasar el balón, y un tipo a mi lado empezó a gritarle: '¿Qué haces, pedazo de burro? ¡Serás bastardo, cacho inútil de mierda!'" Le pregunté al dueño del bar: '¿Y este loco quién es?' Y, tío, ¿sabes qué me dijo? 'Es Mr. Souness'. ¡Su padre!» Algunos días es difícil contar incluso con el apoyo incondicional de los que te aman.