Opinión |
Jueces
Jordi Puntí

Jordi Puntí

Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.

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Kafkianos por voluntad

Los Llarena, García Castellón o Aguirre, entre otros, buscan forzar el sentido de las palabras para prolongar la incertidumbre ante la aplicación de la amnistía

Togas y puñetas de varios jueces.

Togas y puñetas de varios jueces.

Quien haya tenido la suerte y la alegría de leer ese monumento de Charles Dickens titulado 'Casa desolada' (1853), sabrá que el adjetivo kafkiano ya se podría aplicar mucho antes de que Franz Kafka empezara a escribir. Leída hoy, la descripción que la novela hace del sistema judicial en Londres, a partir del caso de Jarndyce vs Jarndyce, es enrevesada, implacable, hilarante y, justo por eso, kafkiana. Nada más empezar, el narrador describe una ciudad de Londres ahogada en la niebla, impregnada de hollín, y entonces dice: “Pero jamás podrá haber una niebla tan densa, ni un barrizal tan espeso, que esté a la altura del empantanamiento que hoy en día ofrece el Tribunal Supremo de la Cancillería, el más mezquino de todos los viejos pecadores que haya visto la faz de la tierra”.

Hoy se utiliza a menudo el adjetivo kafkiano a la ligera, pero cabe recordar que su origen proviene de la lectura de 'El proceso', y después esa sensación angustiosa y opresiva se esparce por toda la obra de Kafka. La peripecia que rodea a Josef K. desde que le arrestan hasta que le juzgan, en una espiral de repeticiones y lucha incansable contra lo que no entiende, ni se explica por lógica, ha definido que lo kafkiano es absurdo, enredado e impenetrable. Por eso resulta tan perversa, desde hace unos años, esa voluntad de algunos jueces españoles de inventar laberintos de frases incomprensibles. Los Llarena, García Castellón o Aguirre, entre otros, buscan forzar el sentido de las palabras para prolongar la incertidumbre ante la aplicación de la amnistía. Son kafkianos por vocación y quieren que un grupo de encausados se sientan en falso, perpetuamente enfrentados a la litigación. No ganaremos, parecen decirles, pero si alargamos el litigio tampoco perderemos y, además, os vais a desesperar.

Quizá no sea casualidad que el 'procés' catalán se llamara precisamente así, el proceso, como la novela fundacional de Kafka, y que con el tiempo haya cogido un aire de construcción ficticia por parte de los líderes independentistas. Pero tampoco cabe duda de que los jueces implicados son unos grandes fabuladores de la nada. Basta con leer algunos autos recientes.

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