Andalucía, modelo climático

Hace 40 años llegué un mes de julio a Granada a visitar a un amigo de la infancia. Mi ansiedad por conocer los tesoros de la ciudad me llevó a pedirle que saliéramos a pasear justo después del almuerzo. Me miró estupefacto y me dijo: "aquí no salimos a la calle hasta el atardecer, pero si quieres lo probamos". Dimos dos pasos y volvimos a refugiarnos en su casa, sin aire acondicionado, pero con un sistema ancestral de gestión de las corrientes internas de aire que nos permitió sobrevivir al pico del calor del día. Pues bien, ahora, el Observatorio de Salud y Cambio Climático, dependiente del Gobierno de España, nos propone vivir como los andaluces en toda España para combatir las cada vez más frecuentes olas de calor como la que empieza hoy cuando se prevé que alcancemos en casi toda la península los 40 grados y, lo más determinante, que no bajemos de los 24 en todo el día... y la noche. 

 Me gustará ver cómo se lo monta Alvise Pérez estos días para negar el cambio climático y culpar a la mujer de Sánchez de lo que vamos a vivir. Una cosa está clara, tendremos que cambiar de hábitos, sea para combatir las causas o sea para paliar las consecuencias. Y aquí sí que hay una verdadera guerra cultural entre los que quieren aprovechar esta necesidad para conseguir sus fines espurios: unos para acabar con el capitalismo volviendo a un cierto primitivismo y otros para derrotar al cosmopoltismo y regresar a la autarquía. Esta sí que es una auténtica polarización en la que es imprescindible que reine de nuevo la racionalidad. El capitalismo necesita reformas para ser inclusivo en todos los ámbitos y todo valor universal debe saber asumir lo mejor de los localismos. Así que aprendamos de Andalucía cómo vivir a 40 grados. 

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