Opinión |
Ágora
Lluís Mora Cañellas

Lluís Mora Cañellas

Doctor en Didáctica de las Matemáticas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Repensando la educación matemática

Es esencial que los docentes que conocen bien a los estudiantes y las familias hablen sobre los cambios más adecuados valorando los resultados obtenidos, pero no tendrían que estar solos en este camino

Tres niños aprendiendo matemáticas.

Tres niños aprendiendo matemáticas. / Innovamat

El pasado 5 de julio este diario mostraba los resultados de las pruebas diagnósticas de Matemáticas a 2º de ESO, y pusieron sobre la mesa una realidad inquietante: el 44% de nuestros estudiantes no están logrando los objetivos esperados. Estos resultados, que se mantienen en línea con otras pruebas - Competencias Básicas, TIMSS o PISA-, nos obligan a reflexionar sobre la enseñanza de las Matemáticas y preguntarnos: qué estamos haciendo mal y, más importante, cómo y qué podemos hacer para mejorar.

Las pruebas diagnósticas no son simples exámenes, sino herramientas potentes que permiten tomar decisiones informadas para transformar la enseñanza, y hay que utilizarlas en este sentido. Miremos más allá de los números y centrémonos en cómo podemos dotar nuestros estudiantes de las habilidades matemáticas necesarias para comprender el mundo que les rodea.

Antes que nada, vemos que en la valoración global de Matemáticas no se habla de los habituales bloques de contenido: Numeración, Geometría, Álgebra o Estadística. Se habla de Resolución de problemas, Razonamiento y prueba, Conexiones, y Comunicación y Representación. Estos conceptos, procesos matemáticos, ya aparecían en los trabajos de educadores como Pere Puig Adam, Mª Antònia Canals o Emma Castelnuovo a mediados del siglo pasado.

¿Qué información nos dan? Muestran cuáles son las aptitudes que deben desarrollar los estudiantes para adquirir la capacidad de hacer Matemáticas. Y se encuentran incorporados en los contenidos de todas las etapas educativas, ampliando los conocimientos matemáticos. Y en la parte central de estas capacidades encontramos la de resolución de problemas, retos abiertos que se pueden afrontar con varias estrategias:

“¿Cuántas veces ha latido el corazón de una persona a lo largo de su vida?”

Si analizamos, ahora, los resultados de las pruebas, vemos que, a pesar de que todos los procesos presentan resultados bastante mejorables, destacan especialmente los de Conexiones, con un 78% de estudiantes que no han logrado esta capacidad. Este proceso implica relacionar ideas matemáticas entre ellas y con las de los ámbitos científico, artístico y de humanidades. Conseguir estas conexiones es difícil porque requiere una comprensión interdisciplinaria y un aprendizaje significativo aplicando lo que se ha aprendido en diferentes contextos. Si volvemos al problema de los latidos, para responder la pregunta será necesario que investigar sobre la esperanza de vida de las personas, diferenciando entre hombres y mujeres, ver cómo depende este parámetro de cuestiones económicas o biológicas, etc.

¿Cómo revertir esta situación? Intervienen muchos factores, pero pienso que son prioritarios los docentes y las familias. Es esencial que los docentes que conocen bien a los estudiantes y las familias hablen sobre los cambios más adecuados valorando los resultados obtenidos, pero no tendrían que estar solos en este camino. Deben recibir el máximo acompañamiento posible para comprender y aplicar esta manera de hacer. Aquí es donde tiene que entrar en juego la capacidad asociativa de los docentes en organizaciones como la FEEMCAT o la SCM, que ofrecen actividades como ‘CANGUR’ y ‘Fem Matemàtiques’ para estudiantes, y congresos de Educación Matemática para docentes. Iniciativas como el proyecto FLORENCE, coordinado por el CESIRE/CREAMAT del Departament d’Educació, también va en esta dirección de mejora.

No tenemos que olvidar que estos cambios educativos tienen un gran impacto en las familias, la diferencia es significativa respecto de las matemáticas que los adultos aprendimos. En este proceso de aprendizaje matemático, todo el mundo está implicado, y es crucial encontrar maneras de involucrarlas todavía más.

Como conclusión, la mejora de la educación matemática es una tarea colectiva que requiere un esfuerzo coordinado de docentes, estudiantes, familias e instituciones. Con apoyo adecuado y una visión clara podemos transformar las dificultades actuales en retos que abran puertas a una mejor educación matemática para todo el mundo.