Opinión |
El trasluz
Juan José Millás
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Gilipollas

Un café con leche y un cruasán.

Un café con leche y un cruasán. / Shutterstock

   -¿Para qué hablamos? -pregunta la niña a su padre.

    -Todo el mundo habla -contesta el padre.

    Percibo enseguida que se trata de un tipo divorciado al que le ha tocado quedarse con su hija durante el mes de julio. Están desayunando en la misma terraza de verano que yo. La niña, como el padre, ha pedido un cruasán a la plancha, que él acompaña de un café y ella de un Cola Cao con leche. El Cola Cao se lo han servido en un sobre pequeño que ella misma ha abierto con destreza para disolverlo en la leche. Tendrá unos doce años y ganas de fastidiar a su progenitor. Dice:

    -Los animales no hablan.

    -Los animales -la ilustra el padre- también hablan. ¿No oyes a los pájaros?, eso es hablar.

    -Eso no es hablar, eso es comunicarse.

    -¿Y qué diferencia hay?

    -Un pájaro no puede llamar gilipollas a otro pájaro. Para llamar gilipollas a alguien hay que utilizar un lenguaje verbal.

    (Aquí es donde me pregunto si a esa edad leen a Barthes).

    -Lleva cuidado con las palabras que utilizas -la reprende el padre.

    Luego hay un silencio amenizado por el escándalo de los gorriones, que se pelean por las migas de la bollería industrial que cae al suelo, debajo de las mesas y las sillas. Al poco, interviene de nuevo el adulto:

    -Así que, según tú, comunicarse no es hablar.

    -Ni hablar, necesariamente, es comunicarse. Mamá y tú hablabais mucho, pero os comunicabais poco.

    -¿De dónde has sacado eso?

    -De la clase de Lengua. ¿Por qué crees que he tenido un sobresaliente?

     La terraza en la que desayunamos está muy demandada. Hay cuatro o cinco parejas esperando que alguien se levante. Yo ya he terminado, incluso he pagado, por lo que recibo miradas impertinentes de quienes hacen cola, así que me levanto y me voy. Ya cerca de casa, paso por delante de una verja al otro lado de la cual hay un perro que siempre me ladra. Pero hoy, sorprendentemente, me ha llamado gilipollas, con todas sus letras.

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