Meteorología
Carles Sans
Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¡Qué tiempo más loco!

Todos, quien más quien menos, hablamos del clima porque este modifica nuestras emociones, y con ello nuestra salud, pero, además, nos une

Todos los glaciares de Alaska se están fundiendo y 108 ya han desaparecido

Uno de los refugios climáticos de Barcelona.

Uno de los refugios climáticos de Barcelona. / El Periódico

El verano ya está aquí y todos nos pasaremos el día hablando del clima. Las habituales altas temperaturas harán que hablemos de calor, de humedad y de un sinfín de alteraciones que nos procura el verano. Este año ha empezado inusualmente fresco en casi toda España, y por supuesto, eso supone un tema de conversación en ascensores y lugares donde hay que llenar silencios incómodos.

Y es que los humanos sentimos una necesidad innata de hablar del tiempo. ¿Qué haríamos sin la posibilidad de hablar del clima? Mi vecino, mientras esperamos que el ascensor llegue a la planta baja, me habla siempre del clima. Este invierno pasado se quejaba muchísimo de la falta de lluvias y de la sequía en la que Catalunya estaba sometida. Muy molesto, me hacía comentarios acerca de la falta de agua; después, cuando llovió, se lamentaba del granizo que había destruido los cultivos de los pobres agricultores; en primavera, se extrañaba de que no hiciese el calor que, según él, correspondía a esas fechas: “El año pasado, me decía, a estas alturas ya habíamos tenido varias noches tropicales, y este año nada” . Y yo: “ Pues sí”. “¡Qué barbaridad!”, le respondo, siempre fingídamente indignado. Y es que todos, quien más quien menos, hablamos del clima porque este modifica nuestras emociones, y con ello nuestra salud, pero, además, nos une.

Un día muy ventoso irrita el carácter; un día muy gris nos deprime a casi todos; cuando hace calor la humedad nos aplatana. El frío nos paraliza, y la lluvia y la nieve obstaculizan nuestra vida cotidiana. Por todo ello, el clima se hace una cuestión fundamental en nuestra existencia.

He comprobado que compartir lo que sentimos en torno al clima nos solidariza, y en cierto modo nos hermana. A veces, cuando estoy en un grupo en el que me aburro un poco, saco el tema del frío, o bien del calor, y suelto una frase tipo: “¡Qué tiempo más loco!”. A partir de ahí todos se apuntan a decir la suya y aquello puede durar horas.

En fin. Hablemos del clima, y así, mientras lo hacemos, no pensamos en otras inclemencias peores, que son las que vendrán en un futuro con el temido cambio climático. Yo me pregunto: ¿Qué clase de clima hermanará a nuestros descendientes dentro de 50 años?

Suscríbete para seguir leyendo