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Inseguridad matemática

Los resultados en esta materia indican que la mayoría de escolares carecerá de instrumentos básicos en su futuro

Los alumnos catalanes vuelven a pinchar en matemáticas: el 44% suspende las pruebas de segundo de la ESO

Informe PISA: Catalunya registra resultados "catastróficos" y se sitúa a la cola de España

Tres niños aprendiendo matemáticas con las propuestas de Innovamat

Tres niños aprendiendo matemáticas con las propuestas de Innovamat / Innovamat

Los indicadores sobre la adquisición de competencias matemáticas por parte de los alumnos catalanes siguen acumulándose, señalando sin excepción que no se alcanzan los niveles que el propio sistema marca como suficientes. Con dificultades que son comunes en casi cualquier población escolar de los países de nuestro entorno cultural y con un particular desajuste en el caso de Catalunya, que alguna explicación específica debe tener: aunque sea aventurado vincularla sin más a una estrategia pedagógica, y no también a otras características de la población escolar, desde el mayor o menor nivel de desigualdades, y de segregación del sistema educativo, o el grado o las posibilidades de implicación de las familias

Los últimos datos, coincidentes de nuevo con las impresiones extraídas de los resultados de la selectividad, de las pruebas de competencias básicas de 6º de primaria y 4º de ESO o del informe PISA, proceden de los controles diagnósticos establecidos por la Lomloe, en 4º de primaria y 2º de ESO. Se ponga la lupa en un momento o en otro, la conclusión es descorazonadora. En segundo de ESO, el 44% de los alumnos suspenden el diagnóstico, y el 34% alcanzan un nivel medio-bajo. Que el 78% a lo sumo obtengan resultados muy mejorables a los 14 años sitúa a demasiados futuros estudiantes y trabajadores sin los instrumentos necesarios para desarrollarse en la vida académica y laboral demasiado pronto: porque estamos hablando de competencias como la capacidad de conectar conocimientos, resolver problemas o desarrollar razonamientos. Los instrumentos básicos para una sociedad crítica y una fuerza laboral capacitada para adaptarse a un futuro cambiante.

Estas sirenas de alarma suenan al mismo tiempo que gran parte de las escuelas avanzan en un replanteamiento de la didáctica de las matemáticas, que busca no solo aplicar fórmulas repetitivas y ya conocidas sino desarrollar la comprensión profunda de las matemáticas, pero a partir de estrategias manipulativas y competenciales, para llegar a ser capaces de entender informaciones y resolver matemáticamente situaciones de la vía diaria. Un enfoque que se identifica con la propuesta de recursos de una empresa con especial penetración en el mercado escolar catalán, lo que genera algunos recelos, aunque no se limita a ella. Y que descoloca a las familias, que no se ven capaces de entender esos contenidos ni ayudar en caso de duda (como les sucedió a generaciones anteriores, educadas en las cuatro reglas y la geometría). Ese rechazo a las nuevas estrategias didácticas obedece en gran parte a prejuicios en negativo ante lo nuevo (como también responde a prejuicios en positivo ese dato de que el 58% de los catalanes está a favor de trabajar las competencias a través de proyectos, frente al 34% que apuesta por la memoria y la adquisición de conocimientos). Más allá de los estereotipos, la revisión de la práctica en la escuela es necesaria. Una pregunta legítima es si todo el alumnado puede recorrer el camino que se le pide desde la capacidad de pensar matemáticamente a resolver problemas concretos, o si son necesarios atajos para contar con instrumentos de cálculo básicos. Se trata también de formación de profesorado y de detectar dónde es necesario compensar desigualdades (a esta línea apunta el proyecto Florence del Departament d’Educació), y también de revisar si la teoría y las buenas intenciones resisten la prueba de la realidad y reconocerlo si no es así.