Debate interno
Astrid Barrio

Astrid Barrio

Profesora de Ciencia Política de la Universitat de València. Miembro del Comité Editorial de EL PERIÓDICO

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Cambio o continuidad en el endiablado calendario de ERC

Sin una eventual renovación como la que reivindican los firmantes del Manifiesto de los 1000, las posibilidades de dar por acabado el ciclo descendente son muy remotas

Marta Rovira y Oriol Junqueras.

Marta Rovira y Oriol Junqueras. / ACN

ERC se enfrenta al reto mayúsculo de tener que decidir si en Catalunya se forma gobierno o si se va a nuevas elecciones y debe hacerlo en una situación de interinidad. El anuncio de dimisión de Oriol Junqueras como presidente del partido pocos días después de las elecciones al Parlament y que se hizo efectiva tras las elecciones europeas, junto con la decisión de Marta Rovira de no volver a optar a la secretaría general han dejado a la formación descabezada justo en el momento en que debe tomar una decisión transcendental. Por ello el partido ya ha anunciado que la decisión relativa a la investidura será decidida por medio de una consulta a la militancia, algo que en estas circunstancias, se convierte en una vía de escape de la ejecutiva para evitar tomar y asumir las consecuencias de una difícil decisión en tiempo de mudanzas. Al fin y al cabo ERC no celebrará su congreso y elegirá a su dirección, como mínimo, hasta finales de noviembre. Eso siempre que la lista propuesta por uno de los candidatos a la presidencia obtenga la mayoría absoluta de los votos emitidos porque de lo contrario será necesaria una segunda vuelta prevista para el 15 de diciembre que todavía dilatará más el proceso.

Con este calendario interno Rovira, la encargada de pilotar las negociaciones con el PSC ha anunciado ante el Consell Nacional que ERC no quiere agotar el plazo para la disolución automática, el 26 de agosto, y que da al PSC hasta finales de julio para alcanzar un acuerdo, momento a partir de cual considera se pueden intentar otros acuerdos. Los republicanos han puesto encima de la mesa cuatro carpetas: la financiación singular, la que hasta ahora ha merecido más atención y la que se perfila como la condición 'sine qua non', además del conflicto político con especial mención a la concreción del acuerdo de claridad, la defensa del catalán y las políticas progresistas. Las condiciones están fijadas y ahora corresponde al PSC y al PSOE dar una respuesta. Pero si esa negociación fracasa, para ERC no hay otra posible puesto que con Junts per Catalunya no suma lo suficiente y el PSC ha reiterado su negativa a facilitar la investidura de Carles Puigdemont.

En ese caso los republicanos deberán decidir cómo concurre a las nuevas elecciones, previstas para el 13 de octubre, antes de su congreso y a sabiendas de que sin una eventual renovación como la que reivindican los firmantes del Manifiesto 'Reactivem l'Esquerra Nacional', las posibilidades de dar por acabado el ciclo descendente son muy remotas. El dilema por tanto, será entre concurrir en solitario, quien sabe si anticipando futuros liderazgos, a riesgo quizás de retroceder todavía más, o sucumbir a los cantos de sirena que llegan desde Junts en favor de una lista única que eventualmente le podría permitir mantener el actual nivel representación. Esta opción es una vuelta al pasado que garantizaría la supervivencia de Puigdemont y legitimaría las aspiraciones de continuidad de Junqueras. E incluso, en función del formato, por ejemplo si esa lista se concibiese como una restauración conjunta del exilio con el expresidente de número uno y Rovira de dos, podría provocar una nueva confluencia entre los hasta ahora líderes republicanos. Eso certificaría la continuidad, al menos a nivel institucional, a la espera que el congreso la avalase también internamente apoyando a Junqueras. O no.