Escenario poselectoral
Marçal Sintes

Marçal Sintes

Periodista. Profesor de Blanquerna-Comunicació (URL).

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Esquerra, paralizada

A mi entender, va a ser imposible obtener de Pedro Sánchez algo que justifique razonablemente el ‘sí’ de los republicanos a Salvador Illa

ERC avisa a PSC y Junts: "No den por descontados nuestros votos ni por ser de izquierdas ni por ser independentistas"

Junqueras y Rovira se lanzan a por el control de ERC con estrategias opuestas

Leonard Beard

Leonard Beard

Seguro que a muchos de ustedes también les ha sucedido. A veces, conduciendo de noche por alguna carretera secundaria, entrevemos ante nosotros una liebre o bien un zorro. El animal, sorprendido por los focos de nuestro coche, se queda ahí en medio, paralizado, sin acertar a echar a correr en una dirección o en otra. Pese a que cada fracción de segundo cuenta, pese a saber que cuanto más tiempo siga quieta más probable es su muerte, la liebre (o el zorro) es incapaz de hacer llegar instrucciones claras a sus patas para que estas se muevan y la saquen del atolladero. Algo parecido le está ocurriendo a Esquerra Republicana, si la contemplamos de forma orgánica, como un conjunto, como un animal que, como todos, necesita coordinar milimétricamente sus movimientos ante el peligro inminente. Las luces del vehículo que se les echan encima a los republicanos -una combinación de circunstancias adversas- resultan tan sobrecogedoras que ellos parecen como congelados en el tiempo, incapaces de moverse, sin tomar decisiones destinadas a sortear la espantosa embestida.

El azoramiento de ERC hace que todavía no sepa qué hacer. Sigue paralizada -y con ella la gobernanza catalana-, lo que ha llevado al presidente del Parlament -utilizando una fórmula ‘sui generis’, pero válida- consistente en no llamar a nadie a la investidura pero sí poner en marcha el reloj, la cuenta atrás. Josep Rull ha actuado así porque el ganador de las elecciones, el socialista Salvador Illa, no cuenta con suficientes apoyos para ser elegido president. Esquerra duda entre convertir a Illa en el sucesor de Aragonès o bien no hacerlo y, con ello, obligar a que se repitan las elecciones catalanas.

Tanto una opción como la otra acarrearán malas -o muy malas- consecuencias para ERC. Al menos sobre el papel. Convertir a Salvador Illa en presidente de la Generalitat acentuaría la percepción de ser un partido supeditado, subordinado, al PSC y al PSOE. Con los socialistas está previsto gobernar Barcelona. En las Cortes, los republicanos siguen siendo aliados fundamentales de Pedro Sánchez. Aupar a Salvador Illa regalaría toneladas de munición a los que les tachan de “blandos”, “muleta socialista” o “traidores”. Carles Puigdemont y Junts les acusarían de favorecer una vez más a los socialistas y quebrar la unidad del independentismo. Todo ello puede explicar la decisión republicana de entregar la presidencia del Parlament a Junts -a Rull-, cuando podía habérsela quedado ERC.

El estado de turbación de Esquerra se explica por los malos resultados electorales -especialmente los del 12M, las elecciones catalanas, las más importantes para un partido como ERC- y por encontrarse, a raíz de tales resultados, con una dirección provisional que tiene fecha de caducidad. Que Oriol Junqueras, legítimamente, haya optado por no tirar la toalla como han hecho Pere Aragonès y Marta Rovira incrementa el desorden, las intrigas y la división interna. Mientras los últimos consideran que un ciclo se ha extinguido y que otras personas deben comandar la nueva etapa, Junqueras está convencido que él es quien mejor puede capitanear la remontada.

La segunda opción de la disyuntiva que atenaza a ERC es seguir negando el apoyo a Salvador Illa y conducir el país a nuevas elecciones. Unos nuevos comicios supondrían, en teoría, unos nuevos malos resultados para los republicanos. La convocatoria sería el 13 de octubre. Y entre hoy y el 13 de octubre, pueden esperanzarse en ERC, pasarán muchas cosas. Tal vez ganar tiempo sea la salvación. Igual que le ocurre a la liebre.

Ante el empate de malas alternativas, Esquerra está intentando ahora cargar con el paquete a los socialistas. Les exigen una financiación “singular” para Catalunya que se equipare a las de Euskadi y Navarra -excepcionadas por la Constitución-, pero con una cuota de solidaridad razonable y no abusiva. A mi entender, va a ser imposible obtener de Pedro Sánchez algo que justifique razonablemente el ‘sí’ a Salvador Illa. Principalmente, pero no solo, porque ninguna autonomía -tampoco del PSOE- va a aceptar que Catalunya reduzca su aportación, pues, a menos dinero en la mesa, menos dinero para repartir. Además, el PP -como ha empezado a hacer- utilizará toda su energía y demagogia para rechazar cualquier propuesta. Por su parte y al mismo tiempo, Puigdemont y el resto del independentismo reprocharán a ERC haber cedido complacientemente porque, desde el principio y nuevamente, es lo que ansiaba hacer.

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