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El momento de Barcelona

La ciudad sigue dispuesta a que sucedan cosas en ella, más que a resistirse

El Circuit celebra el éxito de su Gran Premio y la sintonía con la Fórmula 1

El Tour 2026 saldrá de Barcelona

Verstappen, al capdavant del grup, amb les grades del Circuit plenes d’aficionats, ahir a Montmeló. | HASAN BRATIC / DPA

Verstappen, al capdavant del grup, amb les grades del Circuit plenes d’aficionats, ahir a Montmeló. | HASAN BRATIC / DPA

El pasado miércoles, la Fórmula 1 se exhibió por el paseo de Gràcia de Barcelona, en uno de los muchos gestos que se han prodigado para cargar de argumentos la ambición de mantener un Gran Premio en Catalunya, por más que Madrid haya atraído el interés de los organizadores del campeonato mundial. El éxito del fin de semana en Montmeló, que llenó Barcelona de turistas del mundo del motor, o el nuevo modelo de gestión del circuito, con implicación de la Fira, son bazas que se suman para hacer ganadora esta apuesta. El caso de la F-1 viene a cuento para plantear una cuestión más general. La amenaza de fuga de esta competición a la capital pudo ser utilizada, tras su inesperado anuncio, como un caso más que ejemplificaba un hipotético momento gris de Barcelona ante una pujante competencia desde la capital. Así se han interpretado en los últimos años desde el coqueteo del Primavera Sound con la capital (finalmente fallido), la comparación de los calendarios de grandes conciertos en las dos ciudades (con el doblete de Bruce Springsteen esta misma semana para relativizarla) o la capacidad de atracción de turistas o visitantes de fin de semana (que las cifras y previsiones del sector desmienten de nuevo). 

Frente al discurso de una ciudad decadente que perdía pie frente a la capital, lo cierto es que este es el momento de Barcelona. Una ciudad dispuesta a que sigan sucediendo cosas (desde los eventos que ayudan a trazar el ánimo de la ciudad hasta movimientos estratégicos y atracción de iniciativas en el ámbito económico), más que a resistirse a ellas.

A la semana de la F-1 se le ha sumado el anuncio de que el Tour de Francia partirá de Barcelona en 2026 y la cada vez más visible presencia de la Copa América, que se celebrará este verano y otoño en las aguas de la ciudad. Una competición náutica que pretende dejar como legado un renacimiento de la actividad económica ligada al mar en el entorno del Puerto de Barcelona. Y también cultural, con el proyecto de expansión del Liceu en el Port Vell. Una vez más, la revitalización de zonas de la ciudad en proceso de transformación se ha servido de equipamientos culturales para llenarlas de contenido. O incluso en ocasiones estos han servido de tractor por sí solos. Hoy, por ejemplo, ponemos el foco en un ejemplo de éxito, la rehabilitación para usos culturales (y también, sin trauma alguno, para eventos sociales o desfiles de moda) del recinto histórico del hospital de Sant Pau, que ha conseguido añadir un atractivo turístico más, con la multiplicación de focos de atracción, más que un planteamiento restrictivo, como respuesta al peligro de la masificación. A operaciones ya consolidadas (como la del Macba, el CCCB, la Filmoteca y diversos centros universitarios en el Raval, el TNC, el Auditori y el DHub entorno a la plaza de las Glòries o la multitud de equipamientos culturales de la montaña de Montjuïc) se les seguirán sumando más. Desde iniciativas públicas como el Liceu Mar a privadas como el Museo Carmen Thyssen en el antiguo cine Comedia, desde el crecimiento de instituciones potentes como el MNAC en los pabellones que dejará libres la Fira a las posibilidades, aún por definir, que se abren en emplazamientos hasta ahora negligidos, como la parte baja de la Rambla donde el futuro del Teatre Principal y la antigua Foneria de Canons, a dos pasos del Liceu y las Drassanes, debería hacer que, de nuevo, renovación urbana y cultura vayan de la mano.