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Un año de alcaldes metropolitanos

La situación de estancamiento indefinido en la política catalana no se puede reproducir en la administración local 

Jaume Collboni recibe la vara municipal como nuevo alcalde de Barcelona, el 17 de junio de 2023

Jaume Collboni recibe la vara municipal como nuevo alcalde de Barcelona, el 17 de junio de 2023 / Manu Mitru

Hace ya un año de la constitución de los nuevos consistorios y la elección de alcaldes tras las elecciones municipales de mayo de 2023. Los que, salvo casos excepcionales, regirán las administraciones locales también durante los próximos tres años. A diferencia de otros niveles de gobierno, la legislación española favorece la estabilidad en la gobernanza de los municipios, facilitando la elección del cabeza de la lista más votada salvo que haya una mayoría absoluta alternativa y haciendo posible la aprobación de sus presupuestos durante diversos ejercicios incluso en caso de no contar con la mayoría. Los municipios, pues, no pueden vivir situaciones de estancamiento indefinido como la que está experimentando la Generalitat de Catalunya, lo que sin duda favorece que la administración de los intereses inmediatos de los ciudadanos pueda mantenerse con una razonable continuidad institucional y una relativa independencia respecto a las políticas de pactos (o bloqueos) en niveles superiores.

Si revisamos el panorama de las principales ciudades de la región metropolitana de Barcelona, como hacemos hoy, vemos que es lo que ha sucedido, por ejemplo, en el caso del Ayuntamiento de Barcelona, con un alcalde, Jaume Collboni, que cubre ya el 25% de su mandato con el único apoyo de 11 concejales socialistas en un pleno con 42 escaños, y aun así ha podido superar la tramitación de sus primeros presupuestos y marcar su sello en diversas políticas municipales. Sin embargo, para poder definir proyectos a varios años vista o redefinir políticas de calado, en materias como vivienda, turismo, transporte público o urbanismo, es necesario algo más. Mayorías más amplias que hasta ahora no han sido posibles. Ni con Junts una vez serenados los ánimos tras la investidura, ni con ERC, con la que parecía encarrilada su incorporación al gobierno municipal cuando sus divisiones internas frustraron este movimiento, ni con los Comuns ha sido posible hasta ahora una ampliación de la mayoría de gobierno que debería llegar más pronto que tarde, y obedeciendo más a las necesidades de la ciudad que a las consecuencias que se derivan del bloqueo político que se está viviendo en el Parlament.

En el resto del área metropolitana, Xavier García Albiol cuenta con una confortable mayoría absoluta en Badalona, una ciudad en la que sucesivas mociones de censura y dimisiones en un ambiente crispado a lo largo de la última década no han ayudado a que la tercera ciudad de Catalunya haya podido contar con la continuidad institucional necesaria para poner en marcha grandes proyectos de futuro. Núria Parlón en Santa Coloma de Gramenet (a expensas de cuál sea su futuro político) o Antoni Balmón en Cornellà sí han podido encadenar sucesivos mandatos como ha sido el caso de Núria Marín en L’Hospitalet de Llobregat, donde aun a falta de un concejal para la mayoría absoluta, la alcaldesa tenía garantizada una continuidad sin tropiezos a la vista, con la posibilidad de concretar los grandes proyectos madurados en los últimos años. Su inesperada dimisión abre ahora incógnitas que su sucesor, David Quirós, deberá despejar en una posición menos cómoda.